Un confinamiento domiciliario desde el 7 de marzo u otras medidas de distanciamiento social menos drásticas pero mucho más tempranas habrían salvado millares de vidas en España.
Que el Gobierno PSOE-Podemos reaccionó demasiado tarde a la epidemia es algo que queda reflejado en los indicadores que el propio Gobierno ha escogido para evaluar su propia labor. Lo que no queda tan claro, en cambio, es cuáles son las consecuencias de haber reaccionado tan tardíamente: por puro sentido común, si las medidas de distanciamiento social se hubiesen adoptado antes, se habrían producido menos contagios y, por tanto, menos muertos. Al propio Gobierno, sin ir demasiado lejos, le gusta presumir de que, según la estimación efectuada por el Imperial College London, el confinamiento domiciliario decretado el 14 de marzo habría salvado 16.000 vidas en el plazo de apenas dos semanas. Pero entonces, claro, se impone necesariamente la pregunta de cuántas vidas adicionales se habrían salvado de haberlo adoptado antes.
En este sentido, los economistas Luis Orea e Inmaculada Álvarez acaban de publicar un estudio en Fedea donde intentan medir cuáles han sido las repercusiones de esta medida. Si el Gobierno no hubiese decretado el confinamiento domiciliario el 14 de marzo, el número de contagiados a fecha de 4 de abril no habría sido de 126.859 —como acaeció realmente— sino de 617.743: es decir, que el confinamiento ha logrado minorar el número de infectados en un 79,5%. De acuerdo con los propios autores, esto también supuso contener la cifra de fallecidos en 12.048 (de nuevo, a fecha de 4 de abril) en lugar de haberla disparado hasta 58.666. O dicho de otro modo, y actualizando las cifras del Imperial College London, entre el 14 de marzo y el 4 de abril, el confinamiento salvó la vida a unas 46.500 personas.
Ahora bien, el estudio no se queda aquí, sino que también se plantea la cuestión de qué habría sucedido si esta política se hubiese puesto en práctica una semana antes, esto es, el 7 de marzo. En este supuesto, los autores estiman que el número de contagiados a 4 de abril no habría sido de 126.859 sino de 47.766: es decir, los infectados habrían sido un 62,3% menos que lo finalmente fueron. En este punto, ambos economistas no proporcionan una estimación de cuántas vidas se podrían haber salvado, dado que existen fundadas sospechas de que la letalidad no habría seguido una relación lineal: si el número de contagiados se hubiese mantenido bajo control, los hospitales no se habrían saturado y, por tanto, se habrían podido salvar relativamente muchas más vidas.
En palabras de los autores: “La reducción del número de casos vinculada a haber decretado el confinamiento domiciliario el 7 de marzo habría probablemente evitado el colapso de los hospitales en España en tanto en cuanto los contagios habrían sido 2,5 veces inferiores a fecha de 4 de abril”. Sin embargo, incluso si suponemos una relación lineal entre contagiados y fallecidos (algo que, como digo, infraestimaría las vidas salvadas), llegaríamos a la conclusión de que, a fecha de abril, los muertos habrían ascendido a 4.542 en lugar de a 12.048: es decir, se habrían salvado 7.506 vidas.
Las cifras resultan mucho más impactantes si intentamos extrapolar los resultados del estudio al momento actual. Entre el 4 y el 16 de abril, el número de contagiados aumentó en un 44%: aun suponiendo que se hubiese materializado ese mismo incremento en el escenario contrafactual que plantean los autores (en realidad, habría sido inferior, dado que menos contagiados también reducen el potencial de nuevos contagios), la cifra de infectados a 16 de abril, con confinamiento domiciliario desde el 7 de marzo, no habría sido de 182.816 sino de 68.835, y, a su vez, el número de fallecidos no habría sido de 19.130 sino de 7.212. Es decir, incluso en un escenario apreciablemente pesimista (no consideramos el efecto de haber evitado la saturación de los hospitales ni la ralentización en el ritmo de contagios por haber mantenido a raya el virus desde más temprano), haber adelantado el confinamiento domiciliario habría salvado, a fecha de 16 de abril, casi 12.000 vidas. La inacción de Ejecutivo fue, pues, calamitosa para los ciudadanos.
Acaso haya algunos, empero, que traten de disculpar al Gobierno señalando que el 7 de marzo nadie había reclamado encerrar a los ciudadanos en sus casas, que eso habría sido una medida demasiado dura incluso para los mayores críticos de la estrategia gubernamental. Mas lo que en ningún caso podrá negarse es que sí éramos muchos los que no ya el 7 de marzo sino semanas antes reclamábamos medidas contundentes de distanciamiento social, tales como la suspensión de clases, la cancelación de eventos multitudinarios, el cese de los servicios públicos no esenciales y la promoción del teletrabajo. Y, a este respecto, el Institute for Health Metrics and Evaluation de la Universidad de Washington también acaba de cuantificar que, si la Casa Blanca hubiese adoptado ese conjunto de medidas anteriores con una semana de antelación (no el 16 de marzo sino el 9 de marzo), el número de fallecidos por coronavirus en el país se terminaría reduciendo en un 60%; si las hubiera tomado dos semanas antes, en un 90%.
Por consiguiente, no cabe dudar de que un confinamiento domiciliario desde el 7 de marzo u otras medidas de distanciamiento social menos drásticas pero mucho más tempranas (segunda quincena de febrero) habrían salvado varios millares de vidas en España… aun tomando como válidas las cifras oficiales de contagiados y de fallecidos (en ambos casos, muy inferiores a las reales, por lo que las vidas salvadas habrían sido todavía mayores). La negligente pasividad del Gobierno hasta después del 8 de marzo ha destrozado a la sociedad española.