Como en la película ‘La ley del silencio’, el peligro de la economía española es que no cumpla con sus expectativas.
En una de las escenas más conocidas de La ley del silencio, Marlon Brando, le recrimina con pesar a su hermano que le haya pedido perder una pelea a propósito. Según el protagonista, de haber vencido esa noche, su vida habría tomado un rumbo muy diferente. “Podría haber sido un contendiente [al título de boxeo]. Podría haber sido alguien. No un vago, que es lo que soy”. Esta diferencia entre la percepción de lo que es el potencial y sobre lo que finalmente se ha conseguido es algo fundamental en la macroeconomía. En particular, puede ayudar a un Gobierno a decidir si debe intervenir, ya sea para que se alcance lo posible o para mejorar lo que se puede conseguir.
Potencial de crecimiento
¿Cuál es el crecimiento potencial de la economía española? Desde que comenzó la recuperación, el avance del PIB en España (2,6% por año) ha sido uno de las más elevados entre las grandes economías desarrolladas, y sistemáticamente mayor que el observado para el conjunto de la UEM (1,8%), pero, ¿es esta una referencia válida y sostenible para los próximos años? La respuesta depende de si la evolución se ha debido a un estímulo temporal o si representa una mejora estructural de la capacidad de crecimiento.
En el caso de la economía española, los impulsos temporales han sido varios. Desde la demanda que se pospuso durante la crisis; pasando por ganancias de competitividad que puedan haber reflejado excesivos niveles de capacidad sin utilizar; hasta las políticas fiscal y monetaria, que han sido expansivas los últimos años.
Asimismo, existen cambios estructurales, comunes a otros países de nuestro entorno, que presionan el crecimiento a la baja. Por un lado, el envejecimiento de la población supone un lastre para el avance de la fuerza de trabajo en las economías desarrolladas, difícil de parar incluso con una política de inmigración proactiva.
Por otro, las ganancias del aumento en la tasa de participación en el mercado laboral, sobre todo de la mujer, se van agotando. Finalmente, el mundo desarrollado se enfrenta a un escenario de desaceleración de la productividad total de los factores (o PTF), y de bajo crecimiento de la inversión.
Aunque el debate sobre las causas de esto último no está cerrado, la respuesta yace en una combinación del agotamiento del proceso de globalización, el efecto de las nuevas tecnologías sobre la productividad, el aumento de la importancia de los activos intangibles o los procesos de desapalancamiento.
Crecimiento menguante
Así, según las estimaciones de BBVA Research, lo más probable es que el crecimiento de tendencia de la economía española sea significativamente menor que el observado en el pasado reciente, situándose alrededor del 1,0-1,5% anual. Este número se encuentra próximo al que pronostican otras instituciones como el Banco de España o la Comisión Europea. Si bien es cierto que estas estimaciones son siempre polémicas, ahora mismo forman parte de un consenso que, de ser cierto, implicaría que los avances futuros en bienestar e inclusión podrían producirse de manera muy lenta.
En La ley del silencio, la tragedia del protagonista es creer que pudo haber sido mucho y no serlo. Hoy, después de haber saboreado tasas de crecimiento elevadas, el principal peligro que corre la economía española es que las expectativas que se puedan generar a partir de ahí no se cumplan.
Opciones
¿Qué se puede hacer al respecto? No todo es lúgubre en este análisis. Hay señales de una economía que puede llegar a ser “aspirante al título”. En particular, la PTF ha pasado de drenar crecimiento a contribuir positivamente (ver gráfico). Esto es destacable en un entorno global donde, como se ha dicho, los avances en la PTF se han ralentizado.
Evaluar qué aspectos de las reformas implementadas durante los últimos años han permitido esto, y profundizar en dichos cambios, debería ser prioritario. Potenciar aún más el aumento de la PTF e incentivar incrementos de la inversión requerirá de la adopción de medidas que se concentren en levantar restricciones a la competencia, aumentar el tamaño de las empresas y la capacitación de aquellos que las dirigen.
Más importante aún es que se genere un consenso alrededor de la mejora de la educación y de la formación de los parados. Por otro lado, hay que decir que España tiene un espacio de mejora mayor que el que presentan el resto de países desarrollados: las disfunciones en el mercado laboral son de tal proporción, que si sólo se pudiera converger a las tasas de paro que se observan en otras economías de nuestro entorno, el impulso sobre el crecimiento sería muy importante. A este respecto, será importante tratar de adoptar las medidas necesarias para lograr un mercado de trabajo más eficiente y equitativo.