España es uno de los países de la OCDE donde el profesorado es menos evaluado
Los partidarios de introducir un sistema de evaluación consideran que la rendición de cuentas mejoraría la calidad educativa. Un sector de los docentes advierte, por su parte, que ya soportan una gran carga burocrática, que un control de este tipo podría aumentar. Y de aplicarlo, ¿cómo debería hacerse? ¿Deben vincularse los resultados a un incentivo salarial? ¿Qué organismo debería encargarse de hacerla? ¿Deberían participar los alumnos en la evaluación?
¿Estamos preparados?
Antes de responder a si hay que evaluar a los docentes, creemos que hay que dar un paso atrás y preguntarnos qué debemos evaluar, o lo que es lo mismo, qué características tiene un buen profesor. ¿Es aquel que es efectivo en sus clases y genera aprendizaje significativo en sus alumnos? ¿El que colabora con sus compañeros de claustro? ¿El que se implica en el centro y trabaja con las familias? ¿El que es capaz de movilizar todos los recursos a su alcance para proporcionar un apoyo integral a sus alumnos, trabajando y colaborando con la comunidad? En nuestra opinión, la respuesta a todas estas preguntas es que sí, pero… ¿está la comunidad educativa de acuerdo en esto? Y más importante todavía, ¿las estructuras del sistema educativo permitirían a los docentes acercarse a dicho modelo?
Pero, en caso de que tuviéramos claro el modelo profesional docente, ¿estaríamos preparados para evaluarlo? Seguimos anclados en la falsa creencia de que evaluación es lo mismo que calificación y perdemos de vista que la evaluación es una herramienta de aprendizaje. Por tanto, es fundamental que toda la comunidad educativa comparta que la evaluación es una herramienta que permite la reflexión sobre la propia práctica, potenciando el desarrollo profesional y, por ende, el aprendizaje de los alumnos, objetivo principal de todos los docentes.
Cambiar esta cultura no es tarea sencilla y no ocurrirá por ciencia infusa, pero sí mediante el pilotaje y divulgación de experiencias enriquecedoras de aprendizaje docente basadas en rutinas de evaluación que puedan escalarse a todo el sistema. Nuestra propia experiencia nos dice que sólo con este ejercicio estaremos logrando un cambio cultural en torno a la evaluación y avanzando hacia una educación de calidad que mejore el aprendizaje de todos los estudiantes.