El INE acaba de publicar los datos de la Encuesta de Población Activa para valorar la evolución del mercado laboral en el primer trimestre de 2020, marcado por el estado de alarma y el inicio del confinamiento de la población española como medidas extraordinarias para combatir el COVID-19.
Según los datos, el número de ocupados se ha reducido en 285.600 personas en el primer trimestre del año frente al trimestre anterior, una reducción del 1,43%, situando la cifra de total de ocupados en 19.681.300.
Hay que matizar que la cifra de reducción de ocupados no incluye a los afectados por un ERTE con la suspensión de empleo que, según la metodología de la EPA, se consideran ocupados mientras dicha suspensión sea inferior a tres meses.
Además, normalmente, en el primer trimestre de cada año solemos tener un incremento en el número de inactivos porque se da paso a la jubilación desde la población ocupada. Pero en este caso específico, tenemos que la caída del ocupación se ha dado tanto por el incremento del paro como por un aumento del número de inactivos debido a la dificultad de encontrar empleo en una situación de confinamiento la influencia de dicho confinamiento ha podido tener en la disponibilidad de empezar a trabajar en el caso de encontrar un empleo.
Asimismo, el paro ha aumentado en 121.000 personas, aunque esta cifra hay que contextualizarla especialmente porque muchos trabajadores que han perdido su trabajo se han clasificado como inactivos (su número se ha incrementado en 257.500 en el primer trimestre del año) debido a que no han podido cumplir con las condiciones de búsqueda de trabajo que la definición de paro de la EPA determina para que sean considerados como tal.
Muchos trabajadores se han visto incapaces de buscar empleo al ver que las empresas están cerradas o también imposibilitados por el simple hecho hipotético qué permanezcan en casa cuidando de las personas dependientes de la familia. Si se incumple una de estas dos condiciones de la definición de paro, búsqueda de empleo y disponibilidad del trabajo, la persona no se clasifica como parada según la EPA sino como inactiva. Y de ahí vemos, que el incremento del paro frente al trimestre anterior es de únicamente 63 centésimas, hasta situarse en el 14,1%.
Un dato para evidenciar el parón de la actividad económica lo encontramos en el total de horas efectivas trabajadas en el primer trimestre. El volumen de horas de trabajo se ha visto reducido en un 4,25% frente al tiempo trabajado en el trimestre anterior punto para encontrar un descenso del tiempo de trabajo superior en un primer trimestre debemos retroceder al año 2009.
El desconfinamiento y los ERTE
En la fase de desconfinamiento se procederá a la finalización del estado de alarma y que las empresas puedan revertir los recortes planificados de corte temporal. Pero el problema existente es que la reversión de los ERTE puede ser muy complicada para las empresas por qué los niveles de facturación no serán los mismos que se vieron antes del estado de alarma.
No tiene sentido revertir el 100% del ERTE, cuando los niveles de facturación se habrán desplomado, en muchos casos, más de un 60% y específicamente en los negocios vinculados a la afluencia de público en el que se presupone que existirá una limitación de aforo, lo que recae en menores ingresos y también, el recelo generado para acudir a establecimientos que impliquen grandes influencias de público por parte de los consumidores.
Veríamos que la empresa debe afrontar todos los costes laborales previos al estado de alarma con una facturación que no llega ni a la mitad de la realidad anterior. A ello habría que sumar los costes de equipamiento qué muchas empresas incorporarán como medidas de prevención para los trabajadores y los consumidores.
Por ello, lo aconsejable sería una reversión gradual de los ERTE para que las empresas puedan sortear la quiebra y que ellos no suponga la práctica desaparición de la empresa, con la quiebra del capital invertido y el despido masivo todos los trabajadores en plantilla.
Hacia una tasa superior al 20% de desempleo
Cómo comentamos recientemente, las previsiones del FMI sitúan a España con unos niveles de desempleo por encima del 20% al finalizar el 2020. Esto es debido a que se valora una caída del PIB del 8% siendo el segundo país desarrollado con mayor desplome de la actividad económica, solo seguido por Italia con una caída del 9,1%.
Esta crisis, en grado de intensidad, es incluso mayor que la vista en el año 2009 porque la tasa prevista de caída de la actividad económica es el doble que cuando estalló la burbuja inmobiliaria y España, a la vez, sufrió el shock externo de la crisis financiera global.
No hay país que pueda sortear esta crisis, pero si hemos visto grados de intensidad dispares. Corea del Sur cuya gestión de la crisis del COVID-19 ha sido impoluta, se enfrentará a una recesión del 1,20% y una subida del desempleo hasta alcanzar un nivel del 4,5%, partiendo del 3,8% al finalizar 2019.
Mientras que en España se daba rienda suelta a los eventos multitudinarios cuando existían casos, en Corea del Sur se optó por la prevención mediante la identificación a través de test masivos y acceso a mascarillas para la población, unido a un confinamiento selectivo y digitalizado para neutralizar el ritmo de transmisión del virus. Está política no solo ha reportado un bajo número de muertes por población sino que el golpe económico es sustancialmente menor que al que se enfrenta España.