Varios documentos acreditan que el país lo mantuvo en secreto a mediados de enero. No obstante, durante ese tiempo tomó medidas ocultas a la población. EEUU ha sido el principal crítico con la falta de transparencia del régimen chino.
A mediados del mes de enero el planeta permanecía ajeno a un hecho que cambiaría su funcionamiento de manera dramática. Pero en China ya se gestaba la epidemia de coronavirus, que durante seis días fue ocultada por las autoridades estatales y locales y tuvo su epicentro en la ciudad de Wuhan.
De acuerdo con la información en exclusiva de Associated Press, los dirigentes chinos manejaron del 14 al 20 de enero información que se mantuvo en secreto y que apuntaba a que, en sus fronteras, se estaba creando un foco infeccioso que podría degenerar (y lo hizo) en una pandemia mundial. En plena época de celebraciones por el Año Nuevo chino, con concentraciones masivas de población, más de 3.000 personas se contagiaron de lo que en Occidente aún se percibía como una fiebre misteriosa que, de cuando en cuando, ocupaba alguna que otra línea de periódico.
El error chino fue el primero de muchos. No ha habido distinción entre los países a la hora de reconocer la gravedad de un coronavirus que ya ha afectado a más de dos millones de personas y matado a más de 135.000 en el mundo y que ha dañado seriamente a la economía global por el parón en la actividad a todos los niveles. Sin embargo, las miradas que se centran en China achacan al ejecutivo de Xi Jinping el secretismo con el que ha tratado, en determinados momentos, la pandemia.
Según AP, China supo del primer caso conocido (en Tailandia) el 13 de enero, y a partir de ese momento comenzó a hacer diversas pruebas a sus ciudadanos de manera silenciosa. Un día después, el 14 de enero, un memorando privado aseguraba que el nuevo coronavirus era más grave que el SARS de 2003 y que era “probable que se convierta en un evento importante de salud pública” tras los viajes que provocarían las festividades del Año Nuevo.
En base a eso, el país se fue preparando mediante el acopio de kits de pruebas, de protección y la realización de más diagnósticos que poco a poco fueron confirmando las sospechas de la Comisión Nacional de Salud, la encargada de dar el primer aviso. Instrucciones declaradas como “internas”, es decir, que no se podían difundir de manera pública. No fue hasta el 20 de enero cuando, en palabras de Xi Jinping, se reconoció que había que “tomarse en serio” el coronavirus.
La actitud china deja un debate abierto. Los expertos consultados se debaten entre dos opiniones: los que critican el ocultismo desde las autoridades y las que, a pesar de reconocer este punto, matizan que dentro de ese secretismo el país tomó medidas clave que ayudaron a frenar, en la medida de lo posible, la propagación de la enfermedad.
En este punto, se destaca que la respuesta pública se produjo en un plazo bastante inferior al de otros países (seis días), que las medidas tomadas en secreto fueron de entidad, como la puesta en marcha de hospitales para infectados, la preparación de pruebas y equipos de protección e incluso la cuarentena de ciudades completas.
Sea como fuere, las informaciones de AP alimentan las sospechas de ocultación de información y falta de transparencia que se han vertido sobre China a lo largo de la pelea contra la pandemia. Episodios como el silenciamiento del doctor Li Wenliang, que avisó de la posibilidad de un virus entre diciembre y enero (y que después murió de la enfermdad) o la ocultación de casos asintomáticos en Wuhan una vez rebajada la curva han tenido eco en otros países y han generado protestas y críticas, entre ellas de EEUU.
De hecho, un informe de la inteligencia estadounidense acusaba a China de proporcionar datos “intencionadamente falsos” sobre la magnitud de los afectados por coronavirus. En las últimas semanas, Donald Trump, presidente de EEUU, también ha criticado en repetidas ocasiones al régimen chino por su supuesta falta de transparencia y ha cancelado la financiación a la Organización Mundial de la Salud (OMS) por lo que, considera, ha sido un “encubrimiento en la propagación del coronavirus”.
La entidad internacional ha alabado en diferentes ocasiones las medidas llevadas a cabo por China, que se ha apresurado para defender el “irremplazable papel” de la OMS y ha criticado la decisión de Trump, calificada como “muy preocupante” y fatal para “cooperación internacional”.