Un grupo de voluntarios coordinados por la asociación vecinal reparte alimentos donados cada fin de semana a una red que ya integran 1.050 familias vulnerables.
Las colas en la calle Quero, del barrio madrileño de Aluche, parecen no tener final desde el 18 de abril. Allí un grupo de voluntarios organizados por la asociación vecinal reparten desde es día y cada fin de semana bolsas de comida para familias vulnerables. Más de 700 entre este sábado y este domingo y con previsión de que ese número crezca en un distrito, Latina, que acapara con 7.094 el 9,82% de las solicitudes atendidas por los Servicios Sociales, según los datos del Ayuntamiento de Madrid.
Pero esas ayudas no son suficientes. “Si vienen más, no vamos a poder atenderlos”, indica Ana Isabel del Rincón, portavoz de esta red de ayuda vecinal, que señala que en el local de 60 metros de la asociación tienen montado su improvisado centro logístico y registradas unas 1.050 familias en busca de alimentos. “Esas son sólo las registradas, luego se unen las que no están en la lista”, agrega.
Este fin de semana las 700 bolsas de comida iban cargadas con macarrones, fruta y verdura -manzanas, judías verdes, trozos de sandía-, patatas, leche, harina, bacon, aceite… y 400 incluso con un kilo de pollo. “Damos lo que podemos porque esto proviene de donaciones de vecinos, comerciantes y hasta de Mercamadrid”, destaca Del Rincón, que apunta que no han recibido «ni un solo apoyo» de la administración. “Estamos haciendo el trabajo que les corresponde a ellos”, protesta tras relatar que los vecinos vinieron cargas con cuatro furgonetas este viernes procedentes de Mercamadrid.
El resto de la ayuda surge de los propios vecinos, bien sea en especie o económica, de los comercios del barrio o de las compras que realiza la propia asociación para mantener esta red solidaria. “Hay gente que ayuda con 10 o 15 euros, hemos tenido una donación de hasta 1.000 euros, hay tiendas que te dan tres cajas de tomates. Cada uno aporta lo que puede, pero la respuesta de los vecinos es espectacular. Nosotros luego compramos a un proveedor al por mayor y se reparte en nuestro local”.
Un local de 60 metros cuadrados, dividido en dos plantas de 30 metros, que actúa a modo de cuartel general y que “se ha quedado pequeño”, protestan. “Le hemos pedido a la Junta de Distrito que nos permita el uso de otros locales, pero se nos ha denegado todo”, incide Del Rincón que afirma que la gente trabaja “hacinada” en este espacio durante el proceso de embolsado por la cantidad de cajas que tienen
¿Pero por cuánto tiempo más va a poder resistir esta red de ayuda vecinal? “No creo que podamos llegar más allá de la primera semana de junio porque cada vez viene más gente y no tenemos fondos”, afirman en una asociación que la cancelación de las fiestas del barrio entre el 29 de mayo y el 7 de junio ha cortado su principal vía de actuación. “Tenemos que guardar algo para pagar el agua y la luz del local y cada vez nos va quedando menos”
Sin embargo, la progresión del número de familias crece semana a semana: 263, 416, 520, 700… y así hasta las 1.050 registradas en su red. “La semana pasada hicimos una compra de 9.000 euros y ya se nos están acabando las existencias con tanta gente”. Pero aunque las existencias bajen, las colas siguen a la puerta del local desde las 4 o las 6 de la mañana hasta que comienza el reparto a media mañana. “La gente que viene aquí tiene hambre realmente y hay algunos vecinos del barrio que vienen tapados para que no les reconozcamos porque les da vergüenza”, concluye.
El Mundo