Colombia lleva un mes en cuarentena y toques de queda que se prolongarán hasta el 11 de mayo, por ahora. El derrumbe del sector informal está causando hambre. Con el hambre están creciendo las protestas, y la corrupción.
“Ya no tenemos aliento ni para caminar. Nos estamos muriendo no del virus sino de hambre”, dice Sandra Patricia Hurtado a la agencia EFE. Ella vive en Ciudad Bolívar, uno de los barrios más humildes de Bogotá. “Estamos comiendo basura porque estamos cansados de andar pidiéndole a la gente. No estamos pidiendo limosnas, estamos pidiendo nuestros derechos”.
La situación de Sandra es la de muchos colombianos durante estos días: obligados a quedarse en casa durante la cuarentena, su día a día se ha convertido en una lucha constante por sobrevivir.
En las principales urbes del país, cerca del 50% de la población trabaja en la economía informal. Un sector que se ha derrumbado por completo durante el confinamiento. Millones han perdido toda fuente de ingreso y no saben cómo sustentarse hasta el fin del aislamiento, previsto para el 11 de mayo.
El gobierno promete ayudar a los más vulnerables. “Familias en acción”, “Bogotá solidaria en casa”, “Ayudar nos hace bien” son los nombres rimbombantes de los principales programas de asistencia a la población necesitada en tiempos de la pandemia. Pero a un mes de la cuarentena muchas personas aseguran no haber recibido aún nada o demasiado poco.
Gritos de auxilio
La resultante desesperación está tomando muchas formas. Miles de hogares han colgado pañuelos rojos desde sus ventanas para señalar que precisan auxilio. En los barrios acomodados de Bogotá se ha convertido en una escena tristemente habitual que gente necesitada pasee por las calles pidiendo a gritos que los vecinos confinados arrojen alimentos o dinero por las ventanas.
En Bogotá y Cali, los más desafortunados expresaron su descontento con la gestión de la crisis mediante multitudinarios cacerolazos. A pesar de la cuarentena, hay muchedumbres tomando las calles y bloqueando carreteras en protesta. La situación se recrudece a diario y durante los últimos días, la olla a presión explotó de manera violenta en varios puntos de Colombia: en el municipio norteño de Fundación, un grupo saqueó un almacén y en Medellín fueron atacados camiones que transportaban ayuda humanitaria.
La motivación es la misma en todo el país: hambre, miedo y una sensación generalizada de desamparo institucional.
¿Por qué no llega aún la ayuda?
El gobierno central asegura estar muy cerca de alcanzar sus metas en materia de distribución de ayudas en el mes de abril. A través de la secretaría de integración social, la alcaldía de Bogotá informa a DW que de las 500 mil familias vulnerables de la capital, sólo 21.317 se habían beneficiado hasta el 23 de abril de las ayudas municipales. A pesar de que tanto mandatarios locales como nacionales urgen la sociedad a solidarizarse con sus conciudadanos mediante donaciones, las demoras en la entrega no se presentan por falta de recursos en las arcas del Estado.
Muchas personas no registradas
Muchas de las familias y personas que durante la cuarentena han caído en situación de vulnerabilidad no estaban registradas en los sistemas de subsidio del gobierno. Censar a los necesitados es una labor extensa que toma tiempo. En Bogotá, el registro corre a cargo de voluntarios que van de puerta en puerta.
El gobierno central quiso ser más veloz en la entrega de sus ayudas financieras. Cruzando las informaciones de diferentes bases de datos oficiales trató de identificar rápidamente a los 3 millones de colombianos merecedores de un “Ingreso Solidario”. El resultado no fue el esperado. En los primeros días del programa, usuarios de Twitter denunciaron anomalías en la página de consultas del servicio. Allí se atribuían subsidios a personas que no forman parte de la población vulnerable, a cédulas con nombres falsos y a muertos. La página tuvo que ser temporalmente suspendida.
A pesar de todo, el presidente de Colombia, Iván Duque, asegura que “no hubo giros irregulares” y que “más del 99% de los beneficiarios recibieron sus recursos en el primer giro”. Para curarse en salud, Duque decretó que aquel que reciba un ingreso sin cumplir los requisitos deberá devolverlo.
“El banquete de los corruptos”
En varias partes del país se han denunciado además, irregularidades en la contratación y entrega de las ayudas. “Es como si la corrupción y el abuso contra los colombianos no se hubiera ido de cuarentena”, dijo el Procurador General de la Nación Fernando Carrillo en una entrevista con la cadena colombiana RCN. “Estamos vigilando más de 800 mil millones de pesos en contratación.Y ya se ha determinado que más del 10 ó 12% se ha ido en sobrecostos. (…) Aquí parece que la gente se quiere aprovechar del hambre y las necesidades de salud de los colombianos para convertirlos una vez más en el banquete de los corruptos.”
Avaricia, dificultades logísticas, problemas administrativos…la mezcla de factores que exacerban la vulnerabilidad de los informales, desplazados y migrantes venezolanos en Colombia es explosiva. Y con cada día que no les llega la ayuda necesaria queda más evidente la desigualdad estructural de la que sufre Colombia y que ahora se manifiesta en su lado más peligroso.