La Autoridad Fiscal, BBVA Research, Fedea y Funcas rebaten las estimaciones de ingresos, crecimiento o déficit presupuestario.
Las previsiones económicas del Gobierno están infladas y transmiten una situación que, si bien no deja de ser muy negativa, sí es ligera o sensiblemente mejor que la dibujada por otras muchas instituciones. Depende de las variables y del propio organismo que las desarrolle, pero las diferencias respecto a los datos oficiales son una constante que evidencia una práctica ya empleada por el Ejecutivo de Pedro Sánchez con anterioridad.
El programa de estabilidad remitido a Bruselas presenta «importantes discrepancias con el escenario de BBVA Research», subrayan desde el servicio de estudios de la entidad en un reciente documento. «La mayor incertidumbre se encuentra en la previsión de ingresos, donde el programa asume una caída de apenas un 5% respecto a 2019 [BBVA Research: -11%], lo que refleja una menor sensibilidad al ciclo económico», añaden los analistas de la entidad dejando claro que el dato del Gobierno es muy limitado.
Algo similar ocurre si se acude al análisis de ese mismo documento que realizó y publicó el pasado 6 de mayo la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). El organismo dirigido por Cristina Herrero estima «que los ingresos se situarán en 2020 entre el 39,4% y el 39,5% del PIB, por debajo del 41,2%» previsto por el Gobierno. Esto implica «un descenso de los ingresos entre el 7,9% y el 11,4% respecto a 2019, es decir, entre 38.500 y 55.600 millones menos que en el ejercicio anterior como consecuencia de la caída de la actividad económica por la crisis», añade la Autoridad Fiscal exponiendo cuál será, según sus estimaciones, la situación real de los ingresos.
Y Ángel de la Fuente, director de Fedea, publicó la pasada semana un informe en el que señalaba que en España la recaudación tributaria varía «casi exactamente» en la misma proporción que el Producto Interior Bruto (PIB). El Gobierno, sin embargo, estima que la economía se desplomará este año un 9,2%, muy por encima de lo que prevé que retrocedan los ingresos. En otras palabras, que la economía registrará un comportamiento mucho mejor que en el pasado y casi inédito.
Las cifras de déficit y deuda generan asimismo muchas dudas. Incluso su escenario más «benévolo», la Autoridad Fiscal registra un déficit 10,9% por el 10,3% del Gobierno, pero si se atiende al escenario alternativo, en el que la recuperación se complica, la diferencia aumenta de manera notable ya que la desviación se iría hasta casi el 14%.
Tampoco las cifras de crecimiento se escapan de ese intento del Gobierno por dibujar una situación menos negativa. Tal vez no para el presente año, en el que las diferencias son menores, pero sí en el ritmo al que se recuperará el país, que es un aspecto vital. El Ejecutivo moderó su tono ya que a la recuperación en V que inicialmente vaticinó la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, le sustituyó la «V asimétrica» que detalló la vicepresidenta para Asuntos Económicos, Nadia Calviño. Y que no es otra cosa que un rebote menos pronunciado y un periodo de tiempo más prolongado para volver al punto de inicio. Pero incluso así, este escenario se sigue quedando corto en comparación con el que plasmó recientemente Funcas: hasta 2023 no será posible regresar a los niveles observados al cierre de 2019.
Todas estas discrepancias se producen, además, después de los incumplimientos en previsiones de ingresos o correcciones de estimaciones que el Gobierno ya ha sufrido en el pasado. El capítulo más sonoro, sin duda, fue la que sufrió con el déficit del pasado año, cuyo objetivo autoimpuesto revisó al alza en varias ocasiones y que finalmente no sólo no cumplió sino que adelantó un dato oficial que tampoco resultó correcto. Eurostat lo elevó en dos décimas, hasta el 2,8%, dejando así en evidencia esa querencia del Gobierno por inflar las cifras.