España tiene que refinanciar más de 80.000 millones lo que queda de este año y cerca de 120.000 el siguiente, en pleno incremento de gastos por la pandemia.
España va a tener una agenda muy complicada los próximos dos años. Además de captar recursos para financiar la crisis sanitaria y el déficit, el organismo se enfrenta a los dos ejercicios más fuertes en vencimientos de deuda en los ejercicios futuros. A 30 de abril, de acuerdo con datos de la Secretaria General del Tesoro y Financiación Internacional, el volumen pendiente de vencimientos de deuda superaba los 80.000 millones en 2020 y se acercaba a los 120.0000 en 2021.
Con una prima de riesgo acelerada desde que comenzó el coronavirus, la preocupación por la evolución del mercado de deuda es creciente dentro y fuera del Gobierno. Pedro Sánchez y Nadia Calviño llevan ya muchas semanas presionando a Europa para que adopte medidas que elimine la diferencia de coste de la crisis sanitaria entre los países miembros.
Por el momento, dentro de la zona euro no se han llegado a acuerdos firmes para financiar la reconstrucción tras la pandemia, pero ya se están dando pasos. Francia y Alemania pactaron el lunes trabajar en un fondo dotado con 500.000 millones -España pedía 1,5 billones- que realizaría transferencias directas -y no créditos- a los países más afectados. A corto plazo, pronto se pondrán comenzar a pedir financiación al MEDE o en el SURE, cuyo plan inicial era estar disponible el 1 de junio. Y cada vez parece más evidente que España recurrirá a estas líneas.
El presidente del Gobierno este fin de semana adelantó que cualquiera de las dos vías era aceptable, tratando de desestigmatizar al fondo de rescate, de donde salió el dinero para recapitalizar a los bancos españoles. Sánchez señala que los créditos del MEDE -que suponen un alivio de intereses para España- vienen con el único condicionante de que se destinen a gasto sanitario. No obstante, parecen insuficientes, ya que España no podría solicitar más de 25.000 millones (el 2% de su PIB en 2019).
España se enfrenta a un importante incremento de la deuda -el Banco de España calcula que en 2020 podría alcanzar el 115 o el 120% del PIB dependiendo de la magnitud de la contracción-. Con las estimaciones del FMI, que eran más benévolas en la magnitud de la recesión en 2020, el volumen de nueva deuda a emitir en dos años era de 180.000 millones. Sumando las nuevas emisiones y las refinanciaciones, España tendría que colocar 380.000 millones en dos años; una cifra que equivale al 30% del PIB de 2019.
El déficit estructural irá a más
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, fue muy claro este lunes al señalar qué era lo más urgente para mantener la confianza del mercado en la deuda española: la credibilidad de una plan de ajuste tras la crisis sanitaria. Esa credibilidad solo la tendría un pacto de consenso, incluso PSOE-PP, con el que demostrar a los inversores -y tal vez también a los socios europeos- que gobierne quien gobierne los compromisos se cumplirán.
Hernández de Cos sostiene que el déficit estructural de España roza el 3% y que va a más, entre otras razones por el pago de intereses, pero también por el incremento del gasto sanitario de cara al futuro. El gobernador descarta, además, que con estimaciones “reales” sobre el potencial de la economía española esta pueda digerir el endeudamiento sin afrontar reformas estructurales.
Cree que, dada su magnitud, van a ser necesarios tanto recortes de gasto, como incremento de impuestos.