Los hundimientos en Bolsa en 2020 van del 74% de Sabadell al 45% de CaixaBank.
Pocos valores de la Bolsa española escapan a las caídas. Desde que a finales de febrero el Ibex emprendió la tendencia bajista tras confirmase la entrada del coronavirus en el corazón de Europa, la aversión al riesgo se ha apoderado de los inversores. Aunque los descensos están siendo generalizados, no todas las cotizadas están sufriendo por igual el impacto de la crisis. Junto a las compañías relacionadas con el sector turístico, los bancos son los grandes damnificados. Se cuelan no solo entre los valores que más caen en el año al registrar descensos que oscilan entre el 72,6% del Sabadell al 42,4% de CaixaBank, sino que son los que concentran una parte sustancial de las pérdidas registradas por la renta variable española desde hace tres meses.
Las caídas han llevado a las entidades a retornar e incluso en algunos casos, como el de Sabadell, Bankia o Santander, a perder en las últimas sesiones los mínimos de la Gran Crisis Financiera que arrancó en 2008. Este frágil comportamiento no ha hecho más que acrecentar el descuento con el que cotizan los bancos del Ibex 35.
Tras las recientes caídas, las entidades españolas cotizan por debajo de su valor en libros con descuentos que, con la excepción de Bankinter, superan el 60%. En algunos casos como el de Sabadell (88%), el de Santander (68%) y el de BBVA (65%) sobrepasan los que registraron en 2012. En ese año, marcado por el repunte de la prima de riesgo española por encima de los 600 puntos básicos y el rescate que solicitó el Gobierno para evitar la caída de Bankia, las tres últimas entidades mencionadas cotizaban entre un 68% y un 62% por debajo de su valor en libros, mientras que en Bankia el descuento llegó el 90% y en CaixaBank y Bankinter rondaba el 70%.
En el pasado eran los problemas de liquidez y solvencia los que ahogaban la cotización de las entidades españolas. Ahora las razones que justifican el mal comportamiento están relacionadas con las dificultades de las entidades para elevar sus márgenes en un entorno en el que los tipos cero se mantendrán hasta nueva orden. Y todo hacer prever que esa nueva orden no llegará hasta dentro de mucho tiempo.
Baja rentabilidad
Nuria Álvarez, analista de Renta 4, explica que las caídas de las valoraciones son endémica. Y esta espiral se justifica por la extensión de manera continuada de los tipos bajos “que hacen difícil mejorar la rentabilidad del negocio”. Si con los tipos cero la obtención de ingresos era complicada, la mayor exigencia de solvencia fruto del entorno regulatorio añade presión sobre el negocio. Cierto que se han suavizado las exigencias, pero solo para que el sector ayude a la economía a paliar la crisis insuflando liquidez a la economía. A todo ello Álvarez añade los procesos continuos de reestructuraciones que han generado gastos extraordinarios y han “mermado la cuenta de resultados”.
Con los tipos en mínimos históricos y una visibilidad de resultados muy reducida, todas las esperanzas estaban puestas en el crédito. Desde Renta 4 explican que, aunque la evolución de los volúmenes de nueva concesión comenzó a repuntar hace un par de años, “en muchos casos no ha sido suficiente para ver un crédito bruto creciendo de manera sólida y en algunos se han seguido viendo caídas”. Cierto es que los avales del ICO y de entidades similares en el resto de Europa harán crecer el importe del crédito a corto plazo. En España, se han activado garantías por 84.500 millones de euros. Pero está por ver cómo queda el tejido productivo en los próximos meses.
Sergio Ávila, analista de IG, afirma que se “reducen las expectativas de consumo por parte de los ciudadanos y de crédito por parte de las empresas para crecer o emprender nuevos proyectos”.
Balances saneados
A diferencia de la crisis anterior, que tuvo su origen en el sistema financiero, en esta ocasión la banca se enfrenta a la debilidad económica con unos balances mucho más saneados. Al contrario, los bancos son ahora los rescatadores. De la mano del Gobierno, no han tardado en responder a las necesidades que plantea la nueva realidad y han desplegado una batería de medidas para aliviar la presión y rebajar el impacto de la crisis generada por el Covid-19.
Se han puesto en marcha iniciativas de todo tipo, entre las que se encuentran la moratoria del pago de hipotecas y los préstamos del ICO. EL BCE, en su papel de supervisor bancario, ha flexibilizado también las normas de capital y de cómputo de la morosidad.
Los expertos coinciden en señalar que, además de los problemas de las entidades para obtener ingresos en este escenario de tipos bajos y, ante una previsiblemente muy dura crisis económica, los inversores están poniendo en precio las acciones.
Ya hay revisiones a las baja de los beneficios, bien por las mayores dotaciones (en el primer trimestre las provisiones de las entidades que integran el Ibex alcanzaron los 3.878 millones de euros), bien por las eventuales caídas del crédito o de las comisiones o también por deterioro del capital. Nuria Álvarez señala que no es descartable que se produzcan ampliaciones en el sector.
Rondan mínimos de hace 10 años
Cotización. Varias son las entidades que forman parte del Ibex 35 que en las últimas semanas han retornado a los mínimos de la Crisis Financiera. Santander es un buen ejemplo de ello. La entidad que preside Ana Botín ha caído en las últimas semanas a mínimos de 2009 y ayer bajó un escalón más al marcar niveles de 2003 con sus acciones en los 1,82 euros. Pero esta no ha sido la única entidad que ha tenido este comportamiento. BBVA tocó el pasado 21 de abril niveles de hace 11 años, mientras Sabadell marcó ayer un nuevo mínimo histórico a 0,27 euros por acción. También están muy cerca de su récord –por lo bajo– las acciones de Bankia, que el 16 de marzo bajaron a los 0,80 euros.
Más capitalizadas. A pesar de las fuertes caídas de los últimos días, el valor bursátil de las entidades se sitúa por encima de los niveles registrados en los momentos más duros de la pasada crisis. Las sucesivas ampliaciones de capital para cumplir con los requisitos regulatorios son la causa de que, pese a todo, sus capitalizaciones en Bolsa sean mayores aunque los precios de los títulos sean similares. Santander vale ahora unos 30.500 millones de euros, frente a los 25.900 millones de marzo de 2003, fecha en la que sus acciones se situaban en los 1,8 euros.