Sol Meliá cotiza en bolsa por debajo del valor inmobiliario de todos sus hoteles.
La volatilidad fue ayer la seña de identidad de la Bolsa española. El Ibex 35 comenzó la sesión con fuertes caídas, pero estos fueron reduciéndose a medida que avanzaba la jornada para concluir finalmente con una subida del 1,13%. El impulso del sector eléctrico y la apertura alcista de Wall Street ayudaron a espantar las dudas, aunque el panorama sigue siendo muy incierto.
Los inversores son muy dependientes de las noticias referentes a la reactivación de las economías, así como de los avances científicos en la lucha contra el Covid-19. Cualquier paso atrás en el proceso de desescalada es visto con temor y contribuye a acrecentar las pérdidas que registran los principales índices en lo que va de año.
Por si todo esto no fuera suficiente, en las últimas jornadas se ha añadido un ingrediente que eleva la volatilidad: el fin del veto a las operaciones bajistas. Después de dos meses en los que la CNMV había levantado un escudo protector para evitar que los inversores más oportunistas hicieran caja con las caídas en Bolsa, el supervisor español, en sintonía con el griego, el italiano, el francés, el belga y el austriaco ha puesto fin a este chaleco salvavidas.
Protección insuficiente
La protección especial de la que ha gozado la Bolsa española en los últimos dos meses no ha impedido fuertes pérdidas, que se han concentrado en los sectores cíclicos. Aunque pocos valores del Ibex 35 escapan a los números rojos en el año, el castigo de los inversores se ha centrado sobre la banca, las empresas vinculadas al turismo y las inmobiliarias. Las razones que justifican esta penalización son muy variadas.
De las 10 cotizadas del Ibex que más caen en el año, cinco son bancos, de los que se han evaporado 57.176 millones de capitalización. Sabadell es ya no solo la entidad financiera más dañada, es la cotizada que más cae en el año de la Bolsa española, con un descenso del 73,35%. Con todo, es Santander el que más capitalización se ha dejado. Aunque la entidad que preside Ana Botín logró escapar ayer de la tendencia bajista de los últimos tiempos (subió un 3,38%) en el año se deja un 49,47%, caída que le ha servido para decir adiós a 30.664 millones de capitalización bursátil. Le sigue de cerca BBVA, que pierde un 45,21% en 2020 y por el camino ha sacrificado unos 16.000 millones de capitalización.
Con independencia de cuánto dinero se hayan dejado en el mercado, las caídas de las tres entidades obedece a las dudas de los inversores en torno a la rentabilidad de su negocio, en un momento en el que sus resultados se ven lastrados por las provisiones, la dificulta de obtener ingresos en un entorno de tipos cero y la contracción del crédito que no es de emergencia anti-Covid-19. A este complicado panorama se ha sumado en las dos últimas sesiones la entrada en acción de los inversores bajistas. El efecto se notó el martes, pero ayer pudieron más las vibraciones positivas.
Junto al sector bancario destacan los descensos de las firmas vinculadas al turismo. IAG y Meliá son los dos mejores ejemplos de la Bolsa española, con caídas en 2020 del 69,31% y del 55,65%, respectivamente.
Menos de 1.000 millones
La caída que registra el grupo hotelero ante el parón del sector turístico lleva a la firma a engrosar el grupo de cotizadas cuya capitalización es inferior a los 1.000 millones. Si bien el valor bursátil de la compañía ya era inferior a los 2.000 millones a cierre de 2019, las caídas de los últimos meses dejan a la compañía a precios más propios de un índice de pequeña y mediana capitalización que de un selectivo de grandes empresas.
Pero Meliá no es ni de lejos el único valor cuya capitalización baja de los 1.000 millones de euros. Los descensos registrados por la Bolsa española desde que a mediados de febrero el coronavirus comenzara a expandirse por Europa dejan a un puñado de empresas por debajo de esa cota. Son prácticamente chicharros.
A la cadena de hoteles se suma Ence, cuyo valor bursátil se sitúa en los 637 millones. El fabricante de celulosa ha acusado en las cuentas del primer trimestre el desplome del precio de esta materia prima necesaria para fabricar papel y en lo que de año se deja en Bolsa un 29,4%. La compañía regresó al selectivo en diciembre de 2018 y en cuestión de meses pasó de ser una las firmas que más subía en Bolsa a verse penalizada por las dudas del cierre de su planta de Pontevedra.
El trío de empresas que valen menos de 1.000 en Bolsa lo completa Mediaset, cuya capitalización cae a los 961 millones. La cadena de televisión forma parte de las compañías que más caen en el año (-48,13%). “Las perspectivas del sector ya eran negativas desde hace tiempo y el estallido de la crisis del Covid-19 ha provocado una caída muy fuerte de la inversión publicitaria en los medios tradicionales”, explican en Renta 4.
Un escalón por encima de las tres cotizadas anteriores se sitúan Indra, Sabadell, Acerinox y Cie Automotive, con capitalizaciones que, si bien superan los 1.000 millones están por debajo de los 2.000 millones. Son firmas de corte cíclico que además en los últimos meses están sufriendo las consecuencias del parón económico. A ello se añade en las últimas dos sesiones presión de la entrada en acción de los bajistas. Ayer, las tres cotizadas formaron parte del grupo de valores más castigados, al dejarse un 2,89%, un 2,32% y un 4,9%, respectivamente.
La debilidad española
Pero el regreso de los inversores bajistas al mercado no solo supone una presión añadida para estas cotizadas, sino para el Ibex en general. El índice recupera un 9,4% desde los mínimos de marzo, pero su comportamiento es muy débil. Además, de ser uno de los índices que menos rebota en todo el planeta, también es importante la ausencia de volumen en esta leve recuperación, según los expertos. Mientras que en las caídas el volumen se disparó, desde abril, en la recuperación, los volúmenes de contratación han ido reduciéndose.
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