Según datos de la Estadística del Movimiento Natural de la Población, la cifra de 2019 es la más baja desde 1941. Pero en términos relativos son datos equiparables al siglo XVIII.
El número de nacimientos en España ha caído un 27,3 % en un década. Un nuevo dato que reafirma la gran crisis de natalidad que vive el país. Tras el boom de finales de los 60 y primeros 70, todo ha ido cuesta abajo.
Lo cierto es que en 2019 sólo salieron del paritorio 359.770 niños, un 3,5% menos que el año anterior. Esta cifra sólo es comparable con los registros de 1941, el inicio de la serie histórica oficial, y hay que recordar que en ese año España vivía una durísima posguerra.
Según datos del Movimiento natural de la población relativa a 2019, publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la media de hijos por mujer es de 1,23, frente a los 1,26 de 2018, el valor más bajo desde 2001. Las asturianas, canarias y gallegas están por debajo del umbral del único hijo.
«Estas cifras son parecidas a la España del siglo XVIII en cuanto a nacimientos, ya que antes la mortalidad infantil era mucho más elevada. Son también peores en natalidad que las de la Guerra Civil. En 1939, en una España desolada con 20 millones de habitantes menos, nacieron unos 422.000 niños», apunta Alejandro Macarrón Larumbe, fundador y director de la fundación Renacimiento Demográfico.
Esta era de envejecimiento sin descanso (sería todavía peor sin los nacimientos de hijos de inmigrantes) no es solo nacional, cruza fronteras como el coronavirus. Y Europa es el epicentro de la pandemia demográfica. De la crisis de natalidad no se libran ni los países que han hecho políticas proactivas de su fomento como Francia y las naciones escandinavas, cuyos réditos parecen haberse estancado. Sólo una cifra: en 1900 el continente acogía al 25% de la población mundial, en 2050 podría ser apenas un 7%.
Para Macarrón este problema es más social que económico. No considera la economía como el único factor en en la decisión del español de tener o no tener hijos, ya que la serie de la última década también es negativa incluso en los años en los que las cosas iban bien. «La única solución pasa por un esfuerzo conjunto de políticos y de la sociedad civil. Esto no sólo se resuelve sólo con dinero, también es necesario prestigiar la paternidad», dice el autor de Suicidio demográfico en Occidente y medio mundo.
En España, en esto si hay consenso. La natalidad ha descendido en todas las comunidades autónomas salvo La Rioja, donde creció un 3,3%. Los territorios donde más ha caído fueron Ceuta (un 14% menos), Asturias (10,1 %) y Cantabria (-7%).
Quizás con el teletrabajo y el tsunamí laboral doméstico las cosas cambien algo. Y es que, según la Encuesta de Fecundidad del INE de 2018, las razones laborales o de conciliación de la vida familiar y laboral son responsables de que las mujeres españolas tengan menos hijos de los deseados.
A día de hoy, las mujeres retrasan su salto a la maternidad a medida que tienen un mayor nivel de estudios. Son muy pocas las jóvenes que son madres, aquellas de entre 25 y 29 años no superan el 12%. Y entre la franja de entre 30 y 34 más de la mitad tampoco tampoco se ha estrenado en la maternidad.
Hace justo un año el Defensor del Pueblo en funciones, Francisco Fernández Marugá, alertó con contundencia del problema demográfico: «Hay que estar preparados para adoptar un conjunto de reformas institucionales, económicas y sociales para corregir la bajísima tasa de fecundidad de España».
Pero las reformas no han llegado. El año que viene veremos la incidencia del coronavirus en los nacimientos. Si la crisis económica los reducirá aún más o no. Aunque, quien sabe, a lo mejor tantos meses de confinamiento traen sorpresas estadísticas.
