Los expertos calculan que tres de cada diez viviendas del distrito centro de la capital son apartamentos turísticos, ahora vacíos por la Covid-19.
Lunes 16 de marzo. España acaba de vivir su primer fin de semana confinada y en Estado de Alarma por la pandemia de la Covid-19. Las autoridades sanitarias anuncian que los fallecidos ese día ascienden a 309. Son las 20.00 horas y los españoles se aprestan a salir a los balcones a aplaudir a los sanitarios. Los héroes que luchan en primera línea contra la pandemia. A una vecina que lleva “toda la vida” viviendo junto a su familia en pleno centro de Madrid, en la Cava de San Miguel, le sorprende que en su calle, tan ruidosa habitualmente debido a los turistas, los mesones y los músicos callejeros, apenas resuenen los palmoteos de “media docena” de personas. Una enfrente, otra un poco más allá, la vecina del tercero calle abajo… No sale casi nadie a las ventanas y balcones del Madrid de los Austrias.
El panorama es desolador: la calle vacía y en las ventanas y balcones del barrio, cortinas corridas y persianas bajadas. Silencio. La vecina del barrio rápidamente relaciona: “No sale la gente a aplaudir porque cada vez vivimos menos vecinos aquí. Muchas casas y pisos se han transformado en los últimos años en pisos turísticos. Y claro, ahora no hay turistas”.
En lo que se conoce como Madrid Centro, “vivíamos 160.000 personas y ahora estamos en 140.000, si no me equivoco. Ha habido un despoblamiento en los últimos años. Particularmente en los últimos cinco años. En toda la zona de Sol, Gran Vía y demás, ha habido muchos edificios que han dejado de ser residenciales para ser edificios comerciales y ha habido mucha vivienda residencial que se ha convertido en vivienda turística y ha bajado la población. Además la presión que vive todo el distrito centro a nivel de ruidos por el tema de la hostelería, terrazas y demás hace que sea muy incómodo vivir en le distrito centro”, asegura Saturnino Vera, presidente de la Asociación de Vecinos Cavas (La Latina) y coordinador de las AAVV del centro. “Nos hemos convertido en un parque temático”, zanja.
Un parque temático ‘zombie’, sin vecinos, como el centro de Detroit (USA) cuando la ciudad sufrió la crisis del automóvil y la dejó vacía. Quizás sea exagerado, pero algún vecino de la zona ya se atreve a decir que “el Madrid histórico también sufre un fenómeno de despoblación, como la España rural”.
Es jueves 28 de mayo. Doce del mediodía. Madrid lleva ya cuatro días en la fase 1 del desescalamiento. La vida comienza a fluir en los diferentes barrios de la capital. Pero en el Madrid histórico da la impresión de que todo se ha parado en medio de la pandemia. Apenas hay nadie por la Cava Baja o la calle Mayor. Persianas echadas, negocios cerrados… Un panorama desolador. La vida parece haberse detenido en una zona que apenas tres meses antes era un hervidero de gente. Una especie de torre de babel compuesta por infinitos grupos de turistas venidos de todas las partes del mundo. Si uno alza la vista, se da cuenta de que la mayoría de esos negocios, tiendas de souvenirs o franquicias de hostelería, estaban dirigidos al turista. Y a este lo ha echado la pandemia. No hay turistas, negocio cerrado.
Y como metáfora, muy real, el Mercado de San Miguel, posiblemente la ‘zona cero’ del turismo en España, cerrado a cal y canto. Justo al lado, la Plaza Mayor parece inmensa y desolada de lo vacía que está. Apenas unas mesas, casi sin gente, le dan algo de vida. Nadie parece tener interés en tomarse una ‘relaxing cup of café con leche in the Plaza Mayor”.
En la zona apenas hay comercios tradicionales, ni supermercados, ni parques… Que animen la vida a los residentes. Todo, o casi todo, está enfocado al turismo. Impresiona ver, a lo lejos, apoyada en su bastón, a una diminuta mujer, con una bolsa de la compra en la mano, caminando por una Cava Baja totalmente vacía. “Voy a por el pan. Tengo 90 años y vivo aquí al lado. En la Cava Alta. Desde que nací. No quedamos casi nadie. En mi edificio, mi piso es el único que queda como tal, el resto son apartamentos turísticos. Me han hecho ofertas para comprarme el piso, pero si lo vendo, ¿a donde voy yo? Voy a por el pan a la calle Humilladero. es casi la única panadería que queda por aquí. El resto son bares, terrazas, restaurantes… Y ruido, mucho ruido. Bueno, ahora, con esto del coronavirus, no. Han sido dos meses de tranqulidad, pero da pena también ver el barrio así. Desierto. Antes, al menos te cruzabas constantemente por la calle con gente que acarreaba maletas con ruedas. Ahora ya ni eso”.
No muy lejos de allí, en la calle Cuchilleros, se encuentra uno de los pocos negocios tradicionales del barrio. La barbería ‘El Kinze de Cuichilleros’, la más antigua de Madrid, que abrió sus puertas el 2 de enero del año 1900. Alfonso, uno de los dueños, Juanma y Guillermo, han retomado la actividad de su histórica peluquería el pasado 4 de mayo. “Nosotros no estamos enfocados al turismo. Los turistas apenas pueden suponer el 10% de nuestros clientes. Y la verdad que que los primeros días tras el confinamiento han sido una pequeña locura de trabajo. Pero sin turistas da pena ver cómo está el barrio…” Cuentan los tres que en la finca en cuyo bajo se encuentran enclavada la peluquería, que da también al número 16 de la calle Toledo, “apenas quedan dos vecinos de dieciséis. El resto son pisos turísticos. Y así todo el barrio”. Al lado de ‘El Kinze de Cuchilleros’, otro de los establecimientos históricos de Madrid, el restaurante Casa Botín, del que se dice que es el más antiguo del mundo, está cerrado a cal y canto. Ellos sí que vivían del turismo.
El parón del turismo ha dejado al desnudo la realidad que vive el Madrid más histórico: una ‘turistificación’ masiva. Se calcula que en la zona, en la que hay decenas de hoteles, hostales y pensiones, puede haber “cerca de 10.000 pisos turísticos”, nos dicen desde las asociaciones vecinales, muchos de ellos de “dudosa” legalidad. De hecho, el Ayuntamiento de Madrid ha detectado en las últimas semanas 69 edificios de uso residencial que se alquilan prácticamente al cien por cien como apartamentos turísticos sin tener licencia, es decir que funcionan como ‘falsos hoteles’. El Consistorio madrileño ha dictado el cese de la actividad en algunos de ellos, mientras que en otros casos el procedimiento se ha paralizado debido a la pandemia del coronavirus.
El Gobierno de PP y Cs cuenta que ha planteado una “ofensiva” contra estos negocios con el objetivo de devolver al alquiler tradicional las 872 viviendas que contienen, según fuentes del área de Desarrollo Urbano. Estos edificios se encuentran en su mayoría en el distrito Centro de la capital. Y es que la faltas de turistas ha dejado ‘vacías’ muchas viviendas del centro de Madrid.
El termómetro de ello es el aumento de la oferta de viviendas en alquiler en la zona. Y es que ante la falta de ingresos “cientos… miles de viviendas que se dedicaban al alquiler turístico han pasado al ofrecerse como alquiler residencial”, en las últimas semana. En concreto, en el portal Idealista, este viernes 29 de mayo, hay 4.557 viviendas en alquiler en el centro de Madrid. En el barrio de Lavapiés-Embajadores, 1.038; en Malasaña-Universidad 1.011; en Chueca-Justicia 791; en Palacio 682; en Sol 520 y en la zona de Huertas-Cortes 515. La media de viviendas para alquiler residencial en la zona en 2019 era de 1.500.
“Han salido centenares de viviendas en la zona al alquiler residencial, que estaban en alquiler turístico”, explica Pedro, desde una agencia inmobiliaria de la zona. “La gente, que tenía su piso en Airbnb, ante la faltas de turistas, ha puesto su vivienda en residencial, pero el problema es que pretenden ganar ahora los mismos 2.500 euros que le sacaban a su piso antes. Y por eso los precios no han bajado. Esperemos a ver qué pasa ahora, que en julio dicen que van a volver los turistas, y el propio mercado se encargará de regular los precios, tanto de alquiler como de venta, como ya sucedió en la anterior crisis”. De cualquier manera, Pedro advierte de que, “pese a las circunstancias que estamos viviendo”, no se está dejando de invertir en viviendas de uso turístico en el Madrid histórico y “nosotros acabamos de hacer una operación de una finca con 16 viviendas para uso turístico que acaba de comprar un fondo en la calle Mancebos…”
Mientras, “tras dos meses de tranquilidad” y “también de tristeza por la situación que estamos viviendo”, los vecinos del Madrid histórico libran estos días una batalla contra el ruido, “que vuelve”, por la apertura de las terrazas, y contra la petición planteada desde la hostelería de peatonalizar temporalmente tres calles de La Latina, Cava Baja, Humilladero y Almendro para instalar terrazas. Propuesta que el presidente de la asociación de vecinos Cava-La Latina, Saturnino Vera, califica de “barbaridad”.
Los vecinos se quejan de que se ha apostado, “al todo o nada”, a hacer un barrio “por y para el turista”. “Parece que nos quieren echar del barrio y que los vecinos, que cada vez quedamos menos, estorbamos. Solo hay bares”, unos 4.000 en todo el distrito centro, “apartamentos turísticos, tiendas y negocios destinados a los turistas… Está claro que hay que convivir, pero respetando las reglas y ciertos límites”, explica Saturnino Vera. “No hay comercio y tradicional, el centro de salud de Latina-Ópera es incomodísimo, no hay equipamientos deportivos, ni sociales…”
La coordinadora de asociaciones de vecinos del distrito centro considera que “es obvio que esta pandemia afecta a los negocios de hostelería y turismo, como también a otros millones de otros sectores de nuestra ciudad y nuestro país, así como a la mayoría de nuestras economías familiares. Pero eso no les da derecho a disponer de nuestro espacio público ni de nuestra salud”. Critican a los hosteleros, a los que se dirige directamente, porque dicen que “en la Latina se concentran bares que dan empleo a muchas familias, pues les recordamos que en las tres calles que ustedes proponen peatonalizar viven más de 1.000 familias. Familias que si se aceptara su propuesta tampoco podrían disfrutar de la vuelta a la normalidad, porque no podrían vivir ni descansar. Ahora, para que ustedes puedan volver a su ‘nueva normalidad’, los vecinos y vecinas de esas calles deberán de soportar ruidos industriales en sus domicilios y no poder hacer uso de las aceras, aceras que son de todos y no de ustedes solo. Por mucho que les cueste aceptarlo los espacios públicos son eso públicos, de todos y todas, y nunca deben reservarse para el uso privado y beneficio económico de unos pocos, en este caso de ustedes”.
Y hablan de que quizás éste sea el momento de apostar por “racionalizar” la vida en el Madrid histórico y “darle un nuevo impulso” en el que puedan convivir y coexistir, “vecinos, turistas, hosteleros, comercios y negocios tradicionales…” Cuenta el Presidente de la AV Cavas-Latina que “en esta crisis pueden surgir oportunidades para darle la vuelta a la vida en el distrito centro. Yo sé que esto no es fácil, pero el ayuntamiento debería de coger el toro por los cuernos e iniciar un cambio en el barrio. Para ello hace falta imaginación y capacidad política para poder verlo. para hacer la zona más habitable. Y cuando digo habitable no digo que no tenga que haber su parte comercial. Pero hay que apoyar la implantación de otro tipo de negocios. No solo bares. Y el centro ya está saturado de bares, de turistas… Y vaciándose de residentes”.