Escasa respuesta de las congregaciones religiosas a las peticiones de reparación para las víctimas.
“En algunos viajes que organizaba dormía cada noche con un niño”. “Hubiese preferido morirme a los siete años”. “No tengo amigos y vivo solo”. “Mi padre se suicidó poco después de saber lo que le había pasado a mi hermano”.
Son algunos testimonios que recoge el Informe sobre la prevención y reparación de los abusos sexuales infantiles por parte de la Iglesia Católica, que ha presentado el síndic Rafael Ribó en el Parlament. Personas que han acudido a la comisión que creó el Síndic de Greuges de Catalunya en el 2019 con el objetivo de crear este procedimiento de prevención y reparación y que han explicado sus duras vivencias o las de sus familiares cercanos.
Pero tanto el síndic como los tres profesionales que forman parte de la comisión, -la doctora Olga Casado, la profesora de Victimología de la Universidad de Barcelona, Noemí Pereda, y el Catedrátrico de Derecho Penal, Josep Maria Tamarit– no consideran que la respuesta de las congregaciones y los obispados haya sido suficiente. La comisión, después de realizar la valoración de cada compareciente, se había dirigido al representante del obispado o de la orden religiosa correspondiente pidiendo una expresión de reparación hacia la víctima.
Los abusos cometidos hacia los menores, ha señalado Pereda, no son hechos individuales y aislados sino que parten de “una estructura, una organización que favorece la oportunidad de cometerlos”. Fueron abusos reiterados cometidos durante mucho tiempo. Las personas que han acudido a la comisión del Síndic –no se quiso especificar cuántas han sido- son hombres que sufrieron las agresiones durante las décadas de los 60 y los 70. También se han constatado dos casos correspondientes a los años 90. El informe estima que el porcentaje de denuncias nunca llega al 10% de lo que ha pasado en realidad.
Los testimonios de los abusos recogidos por esta comisión y que se consideran que tienen indicios más que suficientes de que sucedieron, según estos relatos, tuvieron lugar en la Compañía de Jesús (Jesuitas), la Abadía de Montserrat, Escola Pia, Claretianos, La Salle, Hijos de la Sagrada Familia y en las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. En este contexto, el síndic ha indicado que se puede decir “de forma prudente que la jerarquía eclesiástica española y catalana no asume las recomendaciones” para llevar a cabo los procesos de prevención y reparación.
Por ello, tanto en la rueda de prensa como en el informe se pide que el Parlament cree una comisión de investigación de los casos de abuso sexual y maltrato en la Iglesia católica que permita una reparación de las víctimas de los casos prescritos. El informe relata que en general la respuesta de las congregaciones religiosas a la comisión ha sido lenta e insuficiente.
De todas maneras, destaca que en los casos de Jesuitas, La Salle y Escola Pia se han podido realizar reuniones. Y esta última congregación ha formulado una propuesta de reparación moral y económica para una de las personas denunciantes.
La mayoría de víctimas arrastran graves daños psicológicos durante toda la vida. “Me he sentido mal toda la vida, con ganas de morirme”, explica uno de los declarantes. En las entrevistas también se ha podido constatar que “diversas víctimas relataban que ha sufrido ideación suicida y en algunos casos intentos repetidos”. La profesora Pereda ha indicado que una vez se ha roto el silencio de las víctimas y se han conocido los abusos, la Iglesia no ha respondido dando apoyo sino negando los hechos y generando desconfianza.