La economía es incapaz de crear empleo a largo plazo. Las proyecciones del Banco de España muestran que las horas trabajadas retrocederán a niveles de hace dos décadas.
Si el empleo lo es todo, España tiene un problema. Y no es pequeño. Es, de hecho, el agujero más grande que tiene la economía desde hace décadas. No en vano, en 2023, cuando el PIB recupere los niveles previos a la crisis, según las previsiones del Banco de España, el número de horas trabajadas se situará todavía por debajo de hace casi dos décadas.
Esto es así porque en el mejor de los dos escenarios que plantea el Banco de España —el menos malo y el peor—, el número de horas trabajadas caerá este año un 11,9%, mientras que en 2021 y 2022 apenas se recuperarán las dos terceras partes del terreno perdido. En el escenario más adverso, el número de horas trabajadas se desplomaría, incluso, un 14,1%.
El resultado de esta evolución no deja lugar a dudas. En 2023, el número de horas trabajadas será similar a las que se registraron en 2004. Es decir, hace casi dos décadas. Aquel año, en concreto, se trabajaron en España 32.896 millones de horas, mientras que, en 2023, cuando España recupere los niveles de PIB previos a la crisis, si se cumplen las previsiones, el número de horas trabajadas se situará en torno a los 32.700 millones.
En 2019, según las últimas cifras de Estadística, se trabajaron 34.202 millones de horas, lo que significa que la crisis vinculada a la pandemia se habrá llevado por delante este año, en el mejor de los casos, alrededor de 4.000 millones de horas de trabajo.
La causa de esta evolución tiene que ver, lógicamente, con los niveles de empleo, pero también con las características de la contratación laboral, con mayor peso de la ocupación a tiempo parcial (en la mayoría de los casos, no deseado) que en el pasado. Y lo que ha sucedido en los últimos años no es que se haya creado más empleo, sino que el volumen total (medido por las horas trabajadas) se ha repartido.
Empleo a tiempo completo
Es por eso que el indicador más representativo para analizar la marcha del empleo ya no es el número de puestos de trabajo, sobre todo en una crisis como la actual, sino las horas trabajadas. Entre otras razones, porque este indicador es el que sirve para estimar la contabilidad nacional, que no tiene en cuenta el número de ocupados, ya sea la EPA o el registro de afiliados a la Seguridad Social, sino lo que denomina empleo equivalente a tiempo completo.
Y lo que dice esta estadística es que, en 2019, último ejercicio cerrado, el número de empleos ascendía a 18,37 millones, lo que significa un nivel similar al que existía en 2005. Es decir, que España, incluso antes de la pandemia, tiene unos niveles de empleo (al margen de las horas trabajadas) similares a los que tenía hace 15 años, incluyendo asalariados y no asalariados.
Ahora bien, con una diferencia que no es pequeña en términos demográficos y económicos. La población residente en España alcanzó los 44,1 millones el 1 de enero de 2005, mientras que en 2020, en la misma fecha, la población inscrita en el padrón continuo de habitantes asciende a 47,4 millones.
Eso quiere decir que con tres millones de habitantes más, con lo que ello supone desde el punto de vista de la financiación de los servicios públicos, España cuenta con un nivel de empleo, en términos de contabilidad nacional, similar al de hace una década y media. En horas trabajadas, como se ha dicho, la comparación haría retroceder hasta hace casi dos décadas al final de la pandemia económica.
Las enormes dificultades de la economía para generar puestos de trabajo se manifiestan en un hecho insólito en un país avanzado. En los últimos 20 años (80 trimestres), en tan solo 12 trimestres el desempleo ha bajado del 10%, lo que da idea de la dimensión del problema.
Pandemia y empleo
Las líneas divergentes entre creación de puestos de trabajo y población explican que la tasa de actividad en España se resista a mejorar. Y, de hecho, en el segundo trimestre de este año (aunque aquí hay un efecto vinculado claramente a la pandemia y al confinamiento) se ha hundido hasta el 55,54% de la población, un nivel desconocido desde 2003.
Los problemas para crear empleo son, incluso, más evidentes si en lugar de tener en cuenta las horas trabajadas o el empleo equivalente a tiempo completo (que es la medición que sirve para calcular el PIB) se observa el número de personas con empleo.
Y lo que muestran los datos de Estadística es que el año pasado el número de personas ocupadas (independientemente de las características de su contrato laboral) ascendía a 20,26 millones, un nivel similar al de 2006. En 2008, se alcanzaron los 21,20 millones, pero el pinchazo de la doble burbuja, de crédito e inmobiliaria, hizo que el empleo en 2013 cayera a registros que no se recordaban desde 2002. Ahora, con la pandemia, los problemas estructurales han aflorado de golpe.