La participación de las Administraciones Públicas en el PIB se ha disparado hasta el 21,2%, algo que nunca ha sucedido desde que hay series estadísticas.
El sector público, ajeno a los ajustes que se concentran siempre en el sector privado cuando cambia el ciclo o en este caso cuando llega una pandemia sanitaria y económica, se ha convertido en la primera actividad de la economía española. Según los datos de la Contabilidad Nacional del segundo trimestre, la participación de las Administraciones Públicas en el PIB se ha disparado hasta el 21,2%, algo que no sucedía desde que hay series estadísticas en la democracia.
Esto se debe al aumento del gasto y también a la importante merma de la riqueza de los sectores económicos que venían sosteniendo el crecimiento económico, entre ellos el turismo, la hostelería, el comercio, las actividades inmobiliarias y la industria. Lo que significa que el coronavirus, ante la inexistencia de un modelo de crecimiento más estable (con menos servicios y más industria), ha provocado un aumento del intervencionismo público en la economía nacional propio de otros tiempos y en detrimento de la libertad de mercado y la competitividad. Ese 21,2% de peso del sector público, cinco puntos más que hace un año, dobla con creces la participación actual del turismo en la economía y es muy superior al porcentaje que acumula la hostelería, el comercio y el transporte, que ha perdido seis puntos y sólo representa ahora el 15,1% del PIB cuando hace un año llegaba al 21,3%. Habría que sumar a este sector la presencia en el PIB de la construcción para conseguir equiparar conjuntamente el volumen que han alcanzado las Administraciones.
Según los datos del Valor Añadido Bruto (VAB) de la economía desde el lado de la oferta, equivalentes al PIB (la única diferencia es que descuenta los impuestos indirectos que gravan las operaciones de producción), las Administraciones Públicas alcanzaron en el segundo trimestre de 2020 un valor de 52.075 millones de euros (21,2%), incluyendo la sanidad y la educación, mientras que el del conjunto de la economía se situó en 245.867 millones. Se trata de la cifra más elevada en términos nominales en este trimestre y en cualquier otro desde que hay estadística oficial. Hace un año, es decir, en el mismo trimestre de 2019, y sin atisbo alguno de una crisis sanitaria y en pleno ‘acelerón’ de la economía, la aportación al PIB del sector público era de 50.819 millones (16,4%), pero entonces el valor de la economía (también trimestral) era de 310.220 millones.
El intervencionismo está creciendo a tasas desconocidas hasta ahora. La economía española ha crecido exponencialmente más cuanto menor ha sido la participación del sector público en la actividad económica
Este aumento es preocupante ya que significa que el intervencionismo está creciendo a tasas desconocidas hasta ahora. Sólo hay que comprobar que la economía española ha crecido exponencialmente más cuanto menor ha sido la participación del sector público en la actividad económica. Así, desde 1995, fecha desde que están elaboradas las últimas series estadísticas, el peso público en el PIB se mantuvo en el entorno del 14% hasta el inicio de la crisis económica de 2007. Ese porcentaje superó el umbral del 17% durante los peores años de esa crisis. Pero, a partir de 2015 decreció esa participación pública hasta cerca del 16% precisamente cuando comenzó a crecer la economía a tasas medias superiores al 3% con el protagonismo de los sectores de la actividad privada.
Crecimiento del gasto
Es evidente que ese valor público en el PIB ha aumentado por el crecimiento del gasto, improductivo en su mayor parte y a costa de aumentar el déficit y la deuda, pero también por el batacazo y el ajuste en los demás sectores y actividades. Desde la crisis de 2007 el sector público ha aumentado su peso en casi 13.000 millones nominales (sin inflación), lo que equivale a un 33% más mientras que el valor de la economía ha decrecido un 8% (en unos 21.500 brutos menos a precios corrientes). Por su parte, la actividad de la hostelería, comercio y transporte ha perdido en el último año un 44% de su valor en el PIB (29.000 millones menos). Desde 2007 esa pérdida es de casi 16.000 millones corrientes y en términos absolutos esta actividad ha retrocedido a niveles de 2001.
Según las cifras del segundo trimestre de 2020, el sector público (52.075 millones) representa ya casi un tercio del valor total del sector de servicios (167.652 millones), mientras que la hostelería, el comercio y el transporte ha bajado hasta los 37.168 millones frente a los 66.197 millones del segundo trimestre de 2019.
Junto al sector público, la agricultura y la construcción también han aumentado su participación en el PIB y su valor nominal. Se han beneficiado de los efectos de la pandemia
Todas las demás actividades y sectores del PIB han caído en picado. La industria, que incluye también la manufacturera, ha perdido un 22% de su valor (unos 10.000 millones menos) respecto al mismo trimestre del año pasado y anota su participación histórica más baja. Llega sólo al 14% cuando, por ejemplo, en 2007 se mantenía en el 16%, y era del 20% en 1997 y nada menos que del 30% en los años ochenta. La industria ha regresado a 2004 en términos absolutos con un valor de 35.500 millones a precios corrientes en 2020. Por su parte, las actividades inmobiliarias han visto caer su valor en el PIB en más de mil millones en el último año (un 4% menos), aunque, como consecuencia de la mayor caída de otras actividades, aumenta su presencia en el PIB al 12,7%, dos puntos más que hace un año. Algo similar ha sucedido con las actividades financieras y de seguros. Su producción ha descendido en el último año en más de 700 millones, pero su peso en el PIB sube al 4,1% frente al 3,5% anterior. Mientras tanto, la actividad de información y comunicaciones produce unos mil millones menos (-10%); a 6.000 millones (-25,2%) llega el descenso de las actividades profesionales, técnicas y científicas; y a 5.000 millones (-36,5%) alcanza la caída de las actividades artísticas.
Junto al sector público, la agricultura y la construcción también han aumentado su participación en el PIB y su valor nominal. Se han beneficiado de los efectos que la pandemia ha provocado en la alimentación y del aumento de la demanda de pisos en zonas alejadas de las grandes urbes. La aportación al PIB del campo era de 7.704 millones en el segundo trimestre del año pasado y ahora es de 9.324 (un 21% más). Representa el 3,8% del PIB frente al 2,5% de hace un año. Se trata del porcentaje más elevado desde 1999. En cuanto a la construcción, alcanzó un valor de 19.185 millones en este segundo trimestre frente a los 18.121 millones de hace un año (5,9% más), pero se encuentra muy lejos de los 29.000 millones de valor que aportaba en 2008. En todo caso, su peso en el PIB se sitúa en el 7,4% frente al 11% en el inicio de la crisis de 2007.
En todo caso, a la espera de los resultados del tercer trimestre, en el que se ha detectado inicialmente más actividad en la hostelería que en el segundo trimestre, antes de la llegada de la nueva oleada del coronavirus, esta tendencia hacia una mayor intervención pública en la economía no parece que vaya a cambiar a corto plazo. En todo caso, habrá que esperar a ver si la ayuda de la UE llega a la economía productiva o si se utiliza para acrecentar el intervencionismo público. El FMI ha advertido de que España será el país más perjudicado por los efectos de la pandemia, pero también se debe a un modelo de crecimiento económico sometido a todos los vaivenes que vayan surgiendo y que es inimaginable en cualquier país de nuestro entorno. Mientras tanto, el único cambio que discute la clase política es el del gobierno de los jueces.