La NASA logró anoche el hito de tocar un asteroide . La sonda Osiris-Rex se posó durante unos segundos sobre Bennu y recogió una muestra de polvo de su superficie. Si la cantidad de material es la suficiente, los equipos de la misión ordenarán a la nave espacial que guarde la preciada carga y espere hasta marzo del 2021 para iniciar su viaje de regreso a la Tierra. De lo contrario, se prepararán para otro intento en enero.
Sobre medianoche, Osiris-Rex extendió su brazo robótico hacia el asteroide. El equipo de la misión observaba atentamente cómo la nave se acercaba hacia su objetivo, un sitio en norte de Bennu llamado Nightingale. La sonda aproximaba el cabezal de muestreo al suelo del rocoso objeto con un control milimétrico. Finalmente, los gritos de júbilo, anunciaron que Osiris-Rex había alcanzado la superficie.
Según lo planeado en la misión, denominada Touch-And-Go (TAG), un chorro de gas nitrógeno “sopló” para levantar los materiales sueltos que fueron a continuación recogidos por el propio cabezal. Unos pocos segundos resultaron más que suficientes para completar el paso. Y Osiris-Rex volvió a despegarse de Bennu.
Las maniobras se llevaron de manera automática a más de 300 millones de kilómetros de la Tierra, lugar de residencia del asteroide. Hubiera resultado imposible que el equipo científico las dirigiera de forma remota: las órdenes tardarían más de 18 minutos en llegar hasta Osiris-Rex.
Pero la nave estaba bien preparada para ejecutar sus pasos a la perfección. Cada uno de ellos había sido ensayado con anterioridad y el equipo detrás de la misión había comprobado de esta forma que los sistemas de la sonda funcionaban correctamente.
Si bien el éxito de la hazaña de ayer es indiscutible, la NASA aún no puede cantar victoria. Ahora Osiris-Rex debe asegurarse de haber recogido al menos 60 gramos de regolito. Todos los datos de telemetría de la nave apuntan a que la misión TAG ha resultado un éxito, pero hasta dentro de una semana el equipo no confirmará la cantidad recolectada. De no resultar suficiente, en enero Osiris-Rex lo volverá a intentar en una nueva localización. El sitio de reserva se llama Osprey y es otro área relativamente libre de rocas dentro de un cráter cerca del ecuador del asteroide.
Osiris-Rex se lanzó desde Cabo Cañaveral en Florida (EE.UU.) en septiembre de 2016. Llegó a Bennu el 3 de diciembre de 2018 y comenzó a orbitar el asteroide por primera vez el 31 de diciembre de 2018. Se espera que la nave regrese a nuestro planeta en el año 2023, cuando aterrizará sobre el desierto de Utah (EE.UU.). Las muestras del asteroide serán entonces analizadas y Bennu revelará sus secretos.
Una pequeña nave robótica está lista para intentar esta noche una de las maniobras más complejas que se han hecho en la exploración espacial. La sonda OSIRIS-REx de la NASA descenderá al asteroide Bennu, al que llegó el 3 de diciembre de 2018, para recoger un buen puñado de polvo y traerlo de vuelta a la Tierra para que los científicos puedan analizarlo.
Esta maniobra, muy arriesgada, se conoce como Touch and Go (tocar e irse). El primero de los intentos para descender y coger material está programado para la medianoche del martes al miércoles, a las 00.12, hora peninsular española.
La nave puede capturar granos de hasta 20 milímetros, por lo que es necesario que tome las muestras de un lugar en el que el polvo sea abundante. La cantidad que tome dependerá de lo bien que vaya la maniobra en Bennu, que mide unos 500 metros de diámetro. Dice que la NASA que el objetivo es que se haga como mínimo con 60 gramos de muestras de suelo pero es posible que coja mucho más, hasta dos kilogramos de material.
La fecha prevista para el regreso a la Tierra es el 24 de septiembre de 2023. Si lo consigue culminará una aventura de siete años que inició en septiembre de 2016.
Estas misiones son las que preparan la minería de asteroides
Bennu fue descubierto en 1999 y como otros asteroides cercanos a la Tierra (llamados NEOs, de near Earth object), es permanentemente monitorizado por las agencias espaciales. Está catalogado como un objeto potencialmente peligroso. Según los datos de Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA, la probabilidad de que Bennu choque contra la Tierra entre los años 2175 y 2199 es sólo de una entre 2.700, aunque seguirán observándolo para comprobar si hay cambios en la trayectoria prevista.
Los científicos del Instituto de Astrofísica de Canarias Julia de León, Javier Licandro, Eri Tatsumi y Juan Luis Rizos han participado en esta misión de la NASA. Tal y como han explicado en un comunicado, la recogida de muestras que OSIRIS-REx intentará esta noche entraña una enorme dificultad.
Primero, la sonda tiene que descender hacia un objeto de apenas 500 metros que se mueve a 100.000 kilómetros por hora prácticamente sin gravedad y con una superficie cubierta de piedras de tamaños muy diversos, de entre pocos centímetros a decenas de metros. “La nave debe acercarse a muy baja velocidad y abrir el brazo mecánico de 3,35 metros de largo, que lleva en su extremo el dispositivo de toma de muestras, y hacer que éste se pose durante unos segundos en la superficie, evitando que lo haga sobre alguna piedra que pueda dañarlo”, detallan.
Para la NASA es la primera vez que intenta recoger muestras en un asteroide pero los japoneses llevan años empeñados en lograrlo con sus misiones Hayabusa 1 y Habayusa 2. Hayabusa logró traer en 2010 una pequeña muestra de polvo que recogió en un asteroide llamado Itokawa.
Una mina de información y materiales
Estudiar los asteroides es importante por al menos tres razones. En primer lugar, los científicos creen que conservan material muy antiguo que aporta pistas para entender cómo se formó el Sistema Solar y el origen de la vida en la Tierra. Se cree que Bennu se formó durante los 10 primeros millones de años del Sistema Solar, que nació hace unos 4.500 millones de años.
También son vistos con respeto pues estos objetos suponen una amenaza para la Tierra cuando impactan contra la atmósfera por lo que la órbita de los potencialmente peligrosos es vigilada continuamente. Conocerlos mejor está ayudando a desarrollar tecnologías que permitan en el futuro desviar asteroides potencialmente peligrosos para nuestro planeta, si se logran detectar con antelación.
Y por último en los últimos años se han perfilado como lugares de los que se podrían obtener minerales valiosos para la Tierra. Bennu, por ejemplo, probablemente es rico en platino y oro, y muchas de estas rocas contienen agua y otros materiales preciados para la industria pero que cuyas reservas son limitadas en la Tierra.