Los sectores más expuestos al contacto directo serán los grandes perdedores. Las empresas digitalizadas, de energías verdes y tecnológicas serán las ganadoras. Esta divergencia entre sectores también fomentará la desigualdad de ingresos.
El abecedario está cerca de quedarse sin letras que puedan describir la forma de la recuperación económica. Aunque parezca contradictorio explicar la recuperación con diferentes letras, éstas no tienen por que ser rivales u opuestas, más bien pueden ser compatibles y complementarias. La recuperación en forma de ‘K‘ de la que tanto se habla ahora es compatible con la ‘V asimétrica’ de la que delinea el Gobierno de España. La recuperación no solo va a ser larga, sino que además va a ser muy desigual, que es lo que da forma a la ‘K’: la pata alta de esta letra representa a los sectores, personas o, incluso países, que pueden salir ganando en la era post-covid (o que ya están beneficiándose), mientras que la pata baja representa a los perdedores. En resumen, la recuperación en ‘K’ venderá acompañada de mayor grado de desigualdad económica, que los gobiernos intentarán reducir con sus políticas.
La recuperación en forma de ‘K’ está en marcha, dejando ganadores y perdedores. En lo que al mercado laboral se refiere, los perfiles más digitales, que cuentan con las herramientas para trabajar a distancia y que tienen una formación más elevada están sufriendo menos el impacto de la pandemia y podrían beneficiarse en mayor medida de la recuperación. Por el contrario, los trabajadores con una formación inferior, que tienen la imposibilidad de teletrabajar y cuya labor depende en gran medida del contacto social se encuentran en serio peligro.
La causa de esta desigualdad en el mercado laboral la está produciendo la fuerte divergencia que se abre entre sectores en la economía y, yendo un poco más lejos, también entre países, según la intensidad de cada sector en el sistema productivo. Las empresas más ligadas a la tecnología, las farmacéuticas, utilities o algunos firmas de alimentación y distribución están siendo, hasta la fecha, las ganadoras durante y tras la pandemia.
Un ejemplo muy visual: imaginen unas navidades con restricciones y limitaciones de reunión, aforo… en Madrid, por ejemplo. La Plaza Mayor o Sol no serán ni un reflejo de lo que fueron en 2019 (gente comprando, colas interminables, consumo en pequeños puestos, comercios llenos, lotería, bares a reventar…). Ahí tenemos a los grandes perdedores en términos económicos. Por ejemplo, este martes los administradores de Lotería han advertido de que peligran 1.200 millones de ventas del Sorteo de Navidad para las arcas públicas. Hasta la fecha, las ventas a los colectivos que compran y reparten participaciones para ‘El Gordo’ de Navidad son un 50% inferiores respecto a 2019. Esto evidencia que de continuar esta situación se va a producir una transición acelerada del sistema productivo y de la economía a nivel global, pero dentro de Europa esto ocurrirá sobre todo en España.
Sectores ganadores
Por el contrario, la compras online, con gigantes como Amazon, empresas tecnológicas (redes sociales, Netflix…), eléctricas (energías renovables)… están en la mejor posición para seguir creciendo mientras que el covid-19 impida grandes aglomeraciones y nos obligue a permanecer más tiempo en nuestros hogares. La cuestión es si estos cambios en los patrones de consumo y comportamiento se quedarán para siempre. Por ahora, lo que parece seguro es que la vuelta total al comportamiento previo a la pandemia es una quimera.
Alicia García-Herrero, economista de Natixis, señala en una nota para clientes publicada esta semana que “la versión más reciente de la recuperación, la forma de ‘K’, refleja la creciente disparidad entre los sectores ganadores y perdedores, entre los que se incluye la clase media”.
Esta economista advierte de que “la distribución de la renta empeorará en todo el mundo. De hecho, la pandemia ha provocado un grave deterioro de la rentabilidad empresarial en todo el mundo. De manera similar a la crisis global de 2008, las empresas querrán recuperar su rentabilidad y los beneficios, para lo cual deberán reducir el empleo y los salarios. Esto empeorará la ya maltrecha distribución de la renta en todo el mundo”. Las empresas intentarán automatizar más procesos para reducir al máximo el contacto social. En España ya hay restaurantes que están probando con robots para que hagan el trabajo de los camareros, llevando las bandejas con la comida y la cuenta a los clientes.
Mayor desigualdad económica
“Tan mala como ha sido la desigualdad ya antes de la pandemia, pues el mundo posterior al covid podría experimentar desigualdades aún mayores, a menos que los gobiernos hagan algo”, asegura el Nobel de Economía Joseph Stiglitz en un artículo publicado por la revista mensual del Fondo Monetario Internacional.
“La razón es simple: el covid-19 no desaparecerá rápidamente. Y el miedo a otra pandemia persistirá… Y eso significa que ciertas actividades, ciertos bienes y servicios y ciertos procesos de producción se considerarán más peligrosos y costosos…. Por lo tanto, es probable que los robots, cuando sea posible, reemplacen a los humanos. La aplicación Zoom sustituirá a los viajes en avión de negocios. La pandemia amplía la amenaza de la automatización de los trabajadores en el sector servicios, de personas poco cualificadas… Todo esto hará que disminuya la demanda de determinados tipos de mano de obra. Es casi seguro que este cambio aumentará la desigualdad, acelerando, de alguna manera, las tendencias ya vigentes”, asegura el Nobel de Economía.
Unos trabajadores que pierden y otros que ganan, unos sectores que se arruinan mientras que otros se enriquecen. Estas diferencias, aunque en menor grado (las economías suelen estar más diversificadas que una empresa o sector), también se reflejarán en la economía, dejando a países en la parte alta de la ‘K’ y otros en la baja. “La pandemia ha reforzado las tendencias de digitalización, incluido el teletrabajo, lo que beneficia a los servicios de tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Esto puede impulsar la recuperación en economías como Irlanda porque este sector representa una parte relativamente mayor de su economía”, explica Stephen Foreman, economista especializado en industria de Oxford Economics.
“Por el contrario, los servicios que requieren de alto contacto físico o social, como la hostelería, el ocio, el turismo y los viajes, seguirán viendo una actividad reducida hasta que se reduzcan significativamente los riesgos de transmisión del virus. Esto dañará de manera desproporcionada a economías como España e Italia, y se extenderá a proveedores industriales como las fábricas de aviones comerciales de Airbus en Alemania y Francia”, sentencia el experto de la firma financiera. Estos sectores ocuparán pata baja de la ‘K’.
La recuperación en la Eurozona y a nivel global es desigual, y los sectores vinculados a la digitalización y la economía verde afrontan las mejores perspectivas, y con ellos sus trabajadores y, por su puesto, sus accionistas. Los propietarios de las firmas más beneficiadas por la pandemia tenderán a aumentar su riqueza, gracias al auge de los precios de las acciones de los Amazon, Google… Todo ello contribuirá a incrementar la brecha entre las dos patas de la ‘K’.
Stiglitz cree que los gobiernos deben actuar para evitar que la desigualdad siga avanzando en el mundo y dentro de los países. García-Herrero (Natixis) añade que “los efectos que amortigüen este golpe deben provenir de la innovación y los cambios en las normas sociales, incluida una digitalización más rápida y, posiblemente, una mayor ‘ecologización’ de la actividad económica”.
“Aún así, los esfuerzos que deberían hacerse para que la innovación tecnológica y social compensara por completo esta tendencia hacia un menor crecimiento potencial (y desigualdad) me parecen hercúleos. En resumen, el impacto económico que podemos esperar de esta pandemia a medio plazo no es prometedor para empresas, familias o gobiernos. Es difícil pensar en un impacto más devastador para la economía mundial y no solo por los efectos inmediatos. Es hora de repensar muchos de los principios básicos de nuestro modelo económico para mitigar estos golpes”, concluye la economista García-Herrero.