“China está enfadada y si haces de China el enemigo, China será el enemigo”, dice un diplomático.
China está en el centro de las preocupaciones estratégicas que el 17 de noviembre condujeron a la firma de un acuerdo militar entre Japón y Australia. Una estrategia de asedio a China que Estados Unidos apoya.
En los actos oficiales nadie mencionó a China, pero no hacía falta. Con este acuerdo de defensa entre Japón y Australia, China se encuentra una vez más en la mira de sus vecinos asiáticos y del Pacífico. No obstante, por si había dudas, el Primer Ministro australiano, Scott Morrison, hizo una clara referencia en un comunicado oficial.
Se ha formado una asociación de cooperación militar entre Canberra y Tokio, un tratado histórico que refuerza los lazos militares entre los dos países, aliados cercanos de Estados Unidos.
Es el primer acuerdo que permite el estacionamiento de tropas en Japón desde 1960. Hasta ahora, sólo Estados Unidos tenían derecho a hacerlo. El gobierno de Tokio da un paso adelante, lo que explica el un aumento del 10 por ciento de su presupuesto militar.
Los ejércitos japonés y australiano, rivales en la Segunda Guerrea Mundial, realizarán maniobras conjuntas y actuarán de manera conjunta en el contencioso sobre el Mar de China Meridional, confirmando su “firme oposición” a cualquier intento coercitivo o unilateral de cambiar el statu quo, que aumentaría las tensiones en la región.
Mensaje recibido en Pekín en un momento en el que la tensión con Australia está en su apogeo. La cooperación entre diferentes países “no debe dirigirse contra un tercer país ni amenazar los intereses de ese tercer país”, dicen desde la capital china.
Dos días después de la firma del acuerdo bilateral China filtró una lista de 14 quejas contra Canberra, en las que se acusan a Australia de “ponerse del lado de Estados Unidos en el actual enfrentamiento sino-estadounidense”.
La declaración de Lijian Zhao, portavoz del Ministerio chino de Relaciones Exteriores, fue inusualmente contundente: “Las maniobras de provocación y confrontación de Australia, pero también sus palabras y acciones incorrectas sobre cuestiones de los principales intereses y preocupaciones de China, explican las actuales dificultades en las relaciones chino-australianas. Australia necesita corregir sus errores tomando medidas concretas”.
Japón y Australia orientan su Defensa hacia un Indo-Pacífico más inestable
Dos documentos oficiales publicados este mes por los gobiernos de Japón y Australia coinciden en advertir sobre la pérdida de estabilidad del Indo-Pacífico, debido al deterioro generalizado del orden mundial basado en reglas, al aumento sostenido de la capacidad militar de los países de la región y, sobre todo, a las acciones sostenidas de China para ganar más influencia estratégica.
En su libro blanco anual sobre la política de defensa dado a conocer el martes (ver aquí), Japón endureció su lenguaje para acusar a China de adoptar medidas unilaterales de forma “implacable” para cambiar el statu quo sobre las islas Senkaku, que Beijing reclama bajo el nombre de Diaoyu. En particular, se denunciaron acciones coercitivas, que incluyen incursiones militares constantes.
También se responsabilizó a China por adelantar campañas de “desinformación” respecto a la pandemia del Covid-19 e intentar aprovechar la coyuntura para ganar más presencia internacional.
“La pandemia de COVID-19 puede exponer e intensificar la competencia estratégica entre países que tienen la intención de crear órdenes regionales más preferibles para ellos y para expandir su influencia. Necesitamos observar de cerca tales movimientos con gran preocupación como problemas de seguridad”, dice el Libro Blanco de la Defensa de Japón.
En otro aparte, también se advierte de la mejora constante de la capacidad de ataque de Corea del Norte, gracias a los avances de sus misiles, que son cada vez más difíciles de interceptar.
Entre los objetivos de la Política de Defensa de Japón, se establece la creación de un entorno de seguridad deseable y estable para el país mediante la integración de las fuerzas militares, de modo de disuadir las amenazas contra el país. Los adversarios no solo deben tener claro que atacar Japón será difícil, sino que tendrá consecuencias.
Por lo mismo, el gobierno del primer ministro Shinzo Abe sigue adelante con los planes para mejorar las capacidades militares, lo que incluye comprar nuevos equipos y seguir trabajando estrechamente con su aliado Estados Unidos. Entre los proyectos que se mencionan, está la transformación de los destructores clase Izumo en portaaviones para cazas F-35B, el desarrollo de misiles antibuques para las fuerzas terrestres y la construcción de nuevos interceptores de misiles basados en tierra. El presupuesto militar se cifró en unos US$48.600 millones para 2020.
Todo lo anterior, se orienta a “crear un entorno de seguridad deseable, incluido el mantenimiento y la mejora del orden marítimo libre y abierto, y con el objetivo de aumentar presencia japonesa y estadounidense en la región del Indo-Pacífico”.
En el documento australiano se advierte que la región “se encuentra en medio del realineamiento estratégico” más significativo desde la Segunda Guerra Mundial, debido a tendencias que incluyen la modernización militar generalizada de las fuerzas en la zona, el cambio tecnológico y mayor riesgo de conflicto entre estados.
“El Indo-Pacífico está en el centro de una mayor competencia estratégica, volviéndose una región más disputada y aprensiva. Estas tendencias continúan y lo harán potencialmente agudizadas como resultado de la pandemia de coronavirus (COVID-19)”, dice el texto.
También se menciona “la búsqueda activa de China de una mayor influencia en el Indo-Pacífico”.
Tan solo dos semanas antes que Japón, el gobierno del primer ministro Scott Morrison había publicado el 1 de julio su “Actualización de Defensa Estratégica 2020” (ver aquí), que establece los nuevos desafíos que plantea el entorno internacional y delinea las respuestas que se requerirán de Australia.
Por lo tanto, el objetivo de la Defensa es proyectar poder militar para dar forma al entorno estratégico del país y disuadir las acciones, cuando sea necesario, gracias a una fuerza militar creíble.
La actualización estratégica va acompañada de una política de desarrollo de fuerza que contempla invertir unos US$190.000 millones en 10 años para adquirir nuevos submarinos clase Barracuda, fragatas Tipo 26, cazas F-35 y misiles de alcance intermedio.
Al respecto, es muy interesante notar que tanto Japón como Australia se refieren a la realización de actividades en la “zona gris” por parte de China, lo que incluye acciones militares y no militares y la coerción económica dirigida a lograr objetivos estratégicos sin provocar conflictos.
En el Indo-Pacífico, apuntan desde Canberra, estas actividades van desde la militarización del Mar del Sur de China hasta campañas de desinformación y presión económica.
Estos documentos de Japón y Australia, en su conjunto, dibujan un panorama de seguridad muy complicado para los próximos años y su lectura es una guía útil para cualquier país que se encuentra en el Pacífico o que tiene sus intereses comerciales comprometidos en torno a este océano.
Ambas naciones son explícitas al mencionar que deberán cooperar con aliados para garantizar su seguridad, que tendrán que dotarse de medios propios para mejorar su Defensa y que deben tener una postura clara y franca ante quienes identifican como adversarios. Se trata de un baño de realismo importante en estos tiempos de incertidumbre.