El sector inició hace cuatro años una tímida recuperación de la peor crisis de su historia en 2008, pero la Covid-19 tumbó todos sus esfuerzos.
Regreso a 1965… Las cementeras estaban inmersas en una gran crisis antes de la llegada de la pandemia del coronavirus. La industria del cemento sufrió su peor caída durante la crisis inmobiliaria de 2008, de la que se comenzó a recuperar hace apenas cuatro años. De hecho, los expertos estimaban un tímido crecimiento del 2% para este 2020, pero la llegada de la Covid, que forzó un parón en las actividades, ha echado por tierra todas las previsiones. Los profesionales del sector aseguran que la ‘normalidad’ no está cerca y vienen tiempos difíciles.
Las últimas cifras de la Estadística de Cemento apuntan que su consumo en España ha caído un 13,1% en octubre, lo que supone un descenso de 181.568 toneladas respecto al mismo mes de 2019. La caída ha incrementado el descenso acumulado del sector en lo que va de año, un 12,3%. El directivo de la agrupación de fabricantes de cemento en España Oficemen, Dimas Vallina, ha detallado que “tenemos registrado un consumo ligeramente por encima de las 13 millones de toneladas para 2020, cuando la medida de los últimos 50 años fue de 25 millones”.
El consumo de cemento tiene dos aristas principales: la obra pública y la vivienda. La primera acaparó el 60% del consumo del material a nivel nacional hasta 2018, pero ahora solo acumula un 34% del mercado. La vivienda ha adelantado por la derecha a este tipo de construcciones y su declive por la Covid ha implicado un efecto dominó de crisis en la cadena. Las cementeras se enfrentan a un camino espinoso para su remontada ya que los expertos del sector apuntan a que habrá una caída del 40% en los visados de obra nueva para 2021, lo que implica una menor necesidad del material.
Los números pueden clarificar todavía más el panorama. Dimas Vallina cifra en 106.000 las viviendas construidas en España durante 2019, un indicador por debajo de la actividad en el país previa al boom: “Se hacían unos 220.000 hogares entre 1970 y 1995“. Los analistas de Oficeman prevén que este año termine con 71.000 obras residenciales nuevas, y que 2021 cierre con un dato parecido. Aquí se puede observar cómo el virus ha sido” un segundo varapalo para el sector, que apenas se estaba comenzando a recuperar”.
En este sentido, el empresario declara que “la obra pública está pendiente de lo que ocurra con los próximos Presupuestos Generales del Estado (PGE). Es complicado calcular el dinero que las autoridades destinarán al sector por ahora pero ya se ve que, en el mejor de los casos, se igualará el presupuesto del año anterior“. Esto deja a las previsiones del consumo para 2021 en una horquilla entre una caída del -5% y un ligero incremento del 1%. Las cifras, según Vallina, apuntan a un año plano: “La recuperación será en L, y no en V o W como muchos economistas pronosticaron al inicio de la crisis sanitaria”.
La Covid, por ser un fenómeno global, no solo ha ‘tocado’ al negocio nacional. España es el principal exportador de cemento en el club comunitario, y echó mano de estas transacciones para permanecer a flote durante la crisis de 2008. El escenario ya no es el mismo. El sector sufrió caídas en las exportaciones de casi dos millones de toneladas, según los datos de Oficeman, y las de este año podrían rondar los seis millones. Un gran escollo para la remontada de esta pata del negocio es el alto coste energético que afrontan las fábricas -un 11% más alto que en Francia, y un 15% superior al de Alemania- y el pago de tasas por las emisiones de CO2 estipulado en el Acuerdo de París. Los profesionales del sector reconocen que estos impuestos y todos los ajustes de sostenibilidad en las plantas son necesarios para proteger al medio ambiente, pero piden que se apliquen controles o tarifas en las fronteras a aquellos países donde las industrias no están sujetas a estos cargos, como Turquía y varios territorios del Norte de África, para poder competir en igualdad de condiciones.
Mientras tanto, ¿hay salida? El directivo de Oficemen ha sentenciado que la construcción necesita de un plan específico de recuperación. Vallina señala que el sector es una fuente de empleo para más de 1,3 millones de personas en el país y sus beneficios repercuten en la economía nacional. El plan no solo necesita ser diseñado. Precisa de unas cuentas nacionales claras… y de la llegada de los fondos de la Unión Europea. Para el experto, la buena gestión de estos es fundamental ya que puede ayudar a paliar las carencias que enfrenta la vivienda en el país, y acabar con el déficit de infraestructura en la industria. El camino no será fácil ya que no está claro cuándo llegarán los fondos y, aunque lleguen rápido, los proyectos comenzarán a materializarse, con suerte, el último trimestre de 2021 o a inicios de 2022.