El Observatorio Social de La Caixa avisa del alza de la precariedad.
Paula lleva un año en el paro. Mientras estudiaba trabajaba a tiempo parcial en un gimnasio. “A los monitores nos contratan 20 o 25 horas porque así si uno sufre una lesión, un compañero le sustituye ampliando la jornada hasta las 40 de forma temporal”, se lamenta. El resultado es que Paula y sus compañeros solo pueden aspirar a ganar un sueldo de apenas 500 euros al mes.
Esa parcialidad involuntaria (trabajar menos horas de las deseadas) es un fenómeno que se ha disparado durante la crisis anterior, según un informe del Observatorio Social de La Caixa elaborado por la profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, Margarita Torre. “Ha crecido el número de jóvenes con desajuste en las horas que trabajan pero también el volumen de horas que desearían trabajar de más”. En el 2002, las horas que se deseaban trabajar de más de media eran 11,7 horas al mes, mientras que en el 2018 el volumen había crecido hasta las 17,8 horas mensuales.
¿Por qué? “Porque la precarización del empleo se ha cebado en los jóvenes”, contesta Torre. La profesora matiza que el problema del desajuste horario no solo afecta a los contratos a tiempo parcial sino a los de tiempo completo que no llegan a las ocho horas diarias.
En el informe se destaca que “el empleo a tiempo parcial, los contratos temporales y las ocupaciones mayoritariamente femeninas son los principales determinantes de trabajar menos horas de las deseadas”. En cuanto a la afectación, se ceba en “los jóvenes procedentes de fuera de la Unión Europea y las mujeres”.
Denuncia de los sindicatos
Son trabajadores que pese a tener un empleo son pobres por los bajos salarios que perciben
De los menores de 32 años, un 23,8% desearía trabajar más horas. En el 2007, justo antes de que comenzara la crisis anterior, el porcentaje era del 10,7%. Estas cifras pueden mostrar a ese grupo de empleados que, pese a tener un trabajo, son considerados pobres, tal como denuncian los sindicatos. “En los jóvenes la precariedad siempre es el triple que en la media”, señala Elena Álvarez, de la sección de jóvenes de UGT Catalunya. Álvarez explica que el caso que denunciaba Paula en los gimnasios se produce en otros sectores como la hostelería, donde es habitual hacer contratos a tiempo parcial de cuatro horas pero si luego hay faena obligan al empleado a quedarse, en muchas ocasiones pagándole en negro.
Parcialidad involuntaria
El problema es más grave entre los jóvenes, sobre todo de fuera de la UE, y entre las mujeres
Irene Ortiz, de la sección de jóvenes de CCOO Catalunya, asegura que la parcialidad involuntaria se da también en trabajos vinculados a la distribución de marcas deportivas o grandes almacenes. “Utilizan el reclamo de que con pocas horas de trabajo tienes tiempo para estudiar, pero al final solo tienes un empleo precario”, señala. El caso más extremo es quizá el del reparto a domicilio (los llamados riders ). Las empresas que los contratan señalan que es un complemento para jóvenes que estudian, pero la realidad es que para muchos padres de familia ese empleo encima de la bicicleta es el único que tienen.
En el informe se destaca que algunas de las profesiones con más desajuste de horas son las de vendedoras, limpiadoras (domésticas, de hotel y de oficina), cuidadoras y profesionales asociadas con la salud (asistentes dentales, recepcionistas de centros médicos).
La profesora Torre señala que la parcialidad no es en sí mala para algunos colectivos si va acompañada de medidas de apoyo público. Por ejemplo, si una persona que se encarga de cuidar a otra recibe algún tipo de ayuda con un contrato parcial puede ser suficiente para vivir.
En un informe de CCOO del año pasado se advertía de un paro latente que no se ve reflejado en las estadísticas. En ese grupo estarían, por ejemplo, los trabajadores parciales involuntarios. El Instituto Nacional de Estadística (INE) señala que los empleados con contrato parcial por la imposibilidad de conseguir uno a tiempo completo eran 1,3 millones en el tercer trimestre del año, según la EPA.
Irene Ortiz sostiene que con la pandemia se ha reducido el problema, pero porque buena parte de los trabajos parciales que existían han desaparecido, como los relacionados con el sector servicios al turismo.