El uso de las mascarillas tiene efectos directos e indirectos sobre el equilibrio emocional y mental de cualquier persona.
Pero es especialmente más grave en el caso de los menores de edad, que están en edad de desarrollo de su personalidad y es crítico en el caso de menores de 12 años de edad«. Es la conclusión de un informe remitido al Parlamento Vasco, que reúne testimonios de varios profesionales de la educación en Euskadi.
Un aumento de los trastornos
El relato de estos profesionales es aterrador. «¡No conozco las caras de mis alumnos!. En la comunicación no-verbal es muy importante la expresión facial completa y se pierde mucha información al no visualizar la parte que cubre la mascarilla… no sé cómo se sienten emocionalmente.» dice Alberto, profesor de una ikastola de Bizkaia.
La obligación de llevar mascarillas en las escuelas, está siendo una seria amenaza para el desarrollo de los niños menores de 12 años. Según el informe, esta obligatoriedad ignora las necesidades básicas del niño en crecimiento.
«Cualquiera que tenga hijos, hijas, nietos, nietas, sobrinos, sobrinas o niños y niñas cercanos desearía un desarrollo normal de estos niños y el uso permanente de mascarillas en el desarrollo del proceso educativo va a dificultar muchísimo y en muchos casos va a impedir el correcto desarrollo emocional y cognitivo de los niños. El psiquismo sano se genera en la relación con los otros, primero serán los padres, después los iguales y más tarde las relaciones se irán ampliando.»
Una generación diezmada mentalmente
Las medidas adoptadas afectan de manera especialmente grave a la forma de relacionarse, y el estudio ha detectado que el uso generalizado de mascarillas «inducen sentimientos de inseguridad y miedo exacerbado«, altamente perjudiciales para el desarrollo saludable de los niños, que puede condicionarles a sentir que el único lugar seguro es el hogar, pudiendo generar trastornos de agorafobia o agravar los ya preexistentes.
«La alteración en las dinámicas de juego en los niños, el no poder compartir con sus iguales, coartando drásticamente la naturalidad y espontaneidad en sus interacciones y en el aprendizaje a través de la experimentación, sumado a que en esta etapa de la infancia tan crítica para el desarrollo de la personalidad adulta y, por ende, del autocontrol, autoestima, confianza, etc. están siendo condicionados a considerar al otro como una potencial amenaza y a vivir desde el miedo.»
El informe también denuncia que no se ha encontrado la documentación técnica, científica o sanitaria empleada por el Gobierno Vasco para la toma de esta decisión. No queda claro por qué no se han seguido, las directrices de la OMS que establecen un posible corte en los menores a los 12 años como mínimo, por la peligrosidad vinculada al proceso de desarrollo de los niños.