Tras muchos años en los que la asociación estratégica entre Pekín y Moscú ha demostrado su eficacia, una alianza militar sería la continuación lógica de la cada vez más estrecha cooperación y coordinación política, económica y militar entre ambos países. Ahora existe una propuesta de este tipo por parte de China.
Con la nueva Guerra Fría desencadenada por Occidente, ambos países parecen dispuestos a dar un paso largamente esperado. El martes el Instituto de Estrategias Políticas y Económicas Internacionales de Moscú (RusStrat) afirmó que Rusia y China están a punto de establecer una alianza militar (1). El Instituto se refiere a una conversación telefónica entre los ministros de Asuntos Exteriores de Rusia y China, Sergei Lavrov y Wang Yi, que tuvo lugar el 4 de febrero de 2021, y “cuya importancia no puede ser sobrestimada”.
En el marco de la nueva firma del Tratado de Amistad y Buena Vecindad, que pronto expirará, Pekín propuso “llenar el nuevo tratado con un contenido que marque una época, que refleje no sólo el deseo de ambos países de proteger su propia seguridad, sino también la de muchos estados vecinos”. El Instituto subraya que, de hecho, Pekín ha ofrecido a Moscú la conclusión de “una alianza militar oficial”.
Para los participantes en la “Ruta de la Seda” sería una garantía de desarrollo de la cooperación económica y cultural en la que todos saldrían ganando, sin guerras encubiertas o abiertas, sin intentos de subversión y desestabilización.
RusStrat subraya que esta oferta de alianza no es una iniciativa repentina por parte de Pekín. Frente a las numerosas reservas y declaraciones de altos funcionarios de ambas partes, esta cuestión se había debatido principalmente a puerta cerrada desde 2016, y el año pasado se hizo visible un creciente consenso.
En Novo-Ogaryovo Putin dijo el 22 de octubre del año pasado que estaba totalmente de acuerdo con una alianza militar entre los dos países, aunque no la necesitaran. La parte china reaccionó inmediatamente “calurosamente” a esta declaración del Presidente ruso (2).
Dado que ambos países “persiguen objetivos muy similares y estrategias a largo plazo”, el acercamiento entre Rusia y China es “un proceso natural e inevitable”. Esto no cambiará en un futuro previsible, lo que significa que, durante al menos medio siglo, sino más, no debería haber conflictos serios entre nuestros países que pudieran llevar a una confrontación armada”, concluye RusStrat.
Según RusStrat, China tiene “un triple interés en esta alianza”. En primer lugar, quiere ponerse debajo del paraguas nuclear estratégico de Rusia. Después de todo, dejada a sus propias capacidades, China podría ser víctima de un ataque nuclear limitado por parte de Estados Unidos, realizado, por ejemplo, desde ojivas nucleares tácticas. Aunque parece muy teórico, eso todavía es posible. “Pero en una alianza militar con la Federación Rusa, definitivamente ya no lo es”, señala el Instituto.
En segundo lugar, una vez obtenida la garantía de dicho respaldo nuclear, Pekín puede concentrar su ejército en un sector “oriental”, más bien estrecho, para cubrir un posible frente, garantizando así una superioridad decisiva de fuerzas y medios para hacerlo.
En tercer lugar, la existencia de dicho tratado “no solo mantendría las manos libres de China en la cuestión de Taiwán, sino que también significaría que Rusia concede extraoficialmente a China el derecho a resolver la cuestión como considere oportuno”.
En cuanto a los intereses de Rusia en dicha alianza, RusStrat enumera los siguientes:
En primer lugar, “la firma de dicho acuerdo obligará automáticamente a China a adoptar una posición más activa y sin ambigüedades a favor de Rusia en muchas cuestiones internacionales que son importantes para nosotros”, los rusos. Esto se aplicaría al apoyo en relación con Crimea y contra las sanciones occidentales (como contra Nord Stream 2), así como la cooperación china en ámbitos como la economía, las finanzas y las tecnologías rusas.
En segundo lugar, dicha alianza proporcionaría una excelente base “para una clara delimitación de los intereses de ambos países en Asia Central y el resto del espacio postsoviético, donde todavía hay demasiada incertidumbre”. Tales problemas podrían ser remediados por la alianza, “si, por un lado, en Asia Central y Turkmenistán es posible un acuerdo muy amplio de intereses comunes [ruso-chinos], entonces, con respecto a los países de las fronteras occidentales de Rusia, Pekín también podría apoyar sólo formulaciones según las cuales estos territorios están en la zona de los intereses estratégicos de Rusia, al igual que Taiwán está en la zona de los intereses estratégicos de Pekín”.
En tercer lugar, “lo principal es que al final exista la posibilidad de sincronizar las posiciones mutuas sobre la conveniencia de preservar el proyecto de integración europea”. Por sí sola, Rusia sigue teniendo pocas opciones para ello. Pero con el apoyo de la potencia económica de la República Popular China, será mucho más fácil para Rusia resolver este problema de lo que sería por sí actuara sola.
Además de las ventajas de una posible alianza militar entre ambos países, RusStrat también evalúa posibles cuestiones controvertidas. Algunos de ellos, dice, son incluso “bastante significativos”. A este respecto, señala, en primer lugar, que “dada la diferencia de peso económico y la magnitud de los problemas de política exterior, así como una cierta discrepancia ideológica, la firma de un tratado de este tipo hace que Moscú dependa en cierta medida de la política exterior e interior de Pekín”.
Sin embargo, también China está entrando en el mismo tipo de dependencia, y si se llegara a aprobar el tratado, significaría que “la élite dirigente del país también aceptaría la dependencia mutua”. Por lo tanto, concluye RusStrat, no se puede descartar que “una alianza militar oficial entre Rusia y China pueda concluirse ya este año o, a más tardar, en 2022”.
(1) Военный союз России и Китая: основания, перспективы и последствия
(2) RusStrat: China bietet Russland offizielles Militärbündnis an