El barril de pólvora de la deuda pública

Deuda

Cuando en apenas un año termine el ‘bazuca’ del BCE y los fondos UE, España estará endeudada en más de 120% del PIB y vigilará cada día la senda de tipos, porque una mínima subida será un descalabro económico.

El recurso a la deuda pública avalada por las compras del Banco Central Europeo (BCE) se ha convertido en el salvavidas de la economía española para no ahogarse en los datos de la Covid, por el momento, pero amenaza con convertirse en un tsunami de gastos financieros cuando se acabe el auxilio del BCE, dentro de un año, y nos encontremos con que España debe más de un 120% de la riqueza que es capaz de generar cada año. La mecha que puede hacer explotar el barril de pólvora en que se sustentan las finanzas del país se puede encender en el momento en que los tipos de interés de ese macropréstamo, ahora en negativo, empiecen a moverse. Todos los analistas y los centros de predicción no auguran una subida significativa de tipos hasta dentro de un lustro, pero eso no quiere decir que no haya pequeños movimientos al alza mucho antes, que pueden ser muy dañinos para los gastos financieros del Estado cuando se debe tanto dinero.

El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, revelaba este mismo mes que España había recibido en el año de la pandemia unos 120.000 millones de euros de deuda pública, una cantidad casi equivalente a la emisión neta de sus bonos y obligaciones en el año y muy cercana al dinero que va a recibir con ayudas en forma de préstamos y subvenciones del fondo Next Generation de la UE. En diciembre de este año debe estar adjudicado el 70% de ese dinero y en 2022 el restante 30%. Ahí estará la base de la recuperación, y ahí estará también el inicio de un periplo más duro en el que el espejismo presupuestario actual, dopado por las ayudas y el BCE, deberá volver a la ortodoxia de pagar lo que se debe antes de volver a gastar a lo grande.

No es de extrañar que salgan movimientos como la petición de cien economistas europeos, al que se han añadido algunos miembros de UP y del PSOE en España, pidiendo al BCE que perdone un tercio de lo que le deben los países de la UE por soportar sus cuentas, para convertirlo en inversión a futuro. Algo que ya ha sido rechazado de plano por el propio Guindos “por se ilegal”, carecer de sentido económico y atentar contra la reputación de la entidad. “Pero es más -recuerda el profesor Alfredo Arahuetes de Comillas-ICADE- es que aunque se aplicara una quita, España seguiría debiendo casi una vez su PIB, y eso es insostenible como suban los tipos”.

“Lo fundamental ahora es vigilar la carga de la deuda -recuerda un analista del Banco de España-, porque ahora no es alta, pero va a depender todo de la senda de los tipos de interés”. A medida que se vaya recuperando el crecimiento de la economía mejorará el ratio entre deuda y PIB, pero nadie sabe lo que ocurrirá si la recesión continua tras el efecto de las ayudas europeas o los tipos se mueven al alza. Los precursores de ese aumento de los tipos de referencia son los bonos a diez años. El de la Reserva Federal de EEUU ya esta en el entorno del 1%, medio punto más que hace un año, avalado por las buenas expectativas de la vacuna contra la Covid. En España sigue bajo mínimos hasta el punto de que en diciembre se subastaba con rentabilidades negativas, pero una recuperación de la economía tras el virus y con las ayudas puede levantarlo.

Aunque ahora todo este tranquilo con los tipos, hay que recordar que cuando Rajoy llegó al Gobierno con la anterior crisis financiera, en 2012, el primer gasto del Estado eran los intereses de la deuda, con lo que no tuvo más remedio que saltarse su propio programa, subir impuestos y aplicar una austeridad en el gasto como la única vía para sobrevivir. “El problema es que el desafío viene después de 2021, y nadie está pensando ahora en implantar un modelo de crecimiento a futuro, sino en aplicar medidas aisladas en temas como pensiones, reforma laboral, etc… Es cierto que no se hace lo contrario a lo recomendable, pero tampoco se hace lo correcto”, recuerda el profesor Arahuetes.

La dependencia del exterior

Con la incógnita del 2022 sobre la espalda, la explosión de la deuda pública se vería agravada en gran medida por el hándicap paralelo de la deuda privada de las familias y las empresas, a la que también nos ha llevado el parón económico de la pandemia. Una de las claves de la recuperación de la gran crisis anterior fue el fomento de la exportación y el recorte del endeudamiento de las empresas. “Con un sector privado sin deuda se pueden hacer muchas cosas para fomentar el crecimiento y el empleo que nosotros no pudimos hacer hace ocho años”, reconocía el exministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.

Pero esa situación ha vuelto. La senda esperada de recuperación en uve asimétrica está olvidada y, tras el parón de octubre que acabó con la desescalada y la virulencia con la que ha llegado la tercera ola en forma de muertos y contagios, los analistas del Banco de España y el resto de las instituciones han certificado ya el segundo parón fuerte de enero y, lo que es peor, un año de pandemia a base de créditos ICO, moratorias y aplazamiento de impuestos que ha generado un ejército de empresas ‘zombi’, insolventes y endeudadas al máximo.

El profesor Arahuetes añade a esos riesgos, además, que España parte de una economía muy dependiente del exterior y con un sector industrial débil. La posición financiera neta internacional española (la diferencia entre todos los activos que un país tiene fuera frente a los pasivos que soporta dentro de su territorio) está en máximos negativos del 95% del PIB, lo que demuestra que dependemos de la financiación exterior (sobre todo del turismo y la inversión directa) y, “ante un periodo de poco crecimiento o regresión, nos será más difícil salir adelante que otros países como Italia, que a pesar de la inestabilidad política, tiene un dato del 5% de dependencia exterior”.

Frente a lo que se pueda pensar en el entorno europeo, las posibles tensiones de precios y un ligero repunte de la inflación, causada por un despegue puntual del consumo doméstico y la inversión, no se ve como un riesgo tan alto para la senda de tipos de interés. Al contrario, con un escenario de tipos de interés todavía bajos para este año y los siguientes, un repunte de precios supone más ingresos para las empresas y una opción de recortar deuda privada. “Lo que hay que hacer -resumen Arahuetes- es procurar que tanto las ayudas del Estado como el gasto de la gente se destine a cosas que supongan un retorno de ese dinero a las arcas públicas vía impuestos o rentas, pero que no se gaste en subir sueldos públicos o aliviar gastos del Estado para los que no están pensados”.

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