En España, a partir de la década de los ochenta del siglo pasado, se inició una progresiva flexibilización del mercado de trabajo. Con la reforma laboral iniciada en el 2012 se consolidó un modelo de empleo juvenil precario, que sitúa actualmente a las personas jóvenes en peores condiciones que las que afrontaron generaciones anteriores.
Los jóvenes de hoy en día perciben, en general, salarios más bajos que los de sus antecesores y la duración de sus contratos laborales suele ser también menor. En conjunto, el estudio sobre el que se basa este artículo muestra el deterioro de las condiciones laborales de los jóvenes en España en la última década y pone de relieve la heterogeneidad del colectivo juvenil, en el que coexisten distintas realidades. Esta situación conlleva que los jóvenes se sitúen en un punto de partida de mayor vulnerabilidad ante el contexto de crisis derivado de la covid-19.
- Durante la última década, el empleo juvenil ha experimentado un aumento de la temporalidad, la parcialidad involuntaria y los bajos salarios. Para el 50% de los jóvenes menores de 30 años sus salarios no alcanzan, en cómputo anual, el salario mínimo interprofesional.
- La formación superior es uno de los elementos clave que permite a los jóvenes mejorar su situación profesional e incrementar sus retribuciones. Sin embargo, en el 2018, los salarios del 50% de los titulados universitarios con empleo no llegaban a ser ni de mileurista.
Los jóvenes menores de 30 años tienen desde el 2008 trabajos más precarios
A partir de la crisis iniciada en el año 2008, las condiciones laborales de los jóvenes menores de 30 años han empeorado respecto a las de generaciones anteriores cuando tenían su misma edad, especialmente desde la reforma laboral del 2012. Los salarios de los jóvenes de hoy en día se han reducido en mayor medida que los de sus antecesores, así como también ha disminuido su presencia en el mercado laboral, lo que ha originado un grave problema en la estabilidad de sus proyectos de vida. Concretamente, en el 2019, el porcentaje de personas menores de 30 años afiliadas al Régimen General de la Seguridad Social sobre el total de afiliados se había reducido, respecto al año 2008, del 18,6% al 12,5%. Asimismo, el número de contratos por afiliado de los jóvenes menores de 30 años se vio incrementado, entre el 2008 y el 2019, de 2 a 3,3 contratos.
Mayor temporalidad, menor duración en los contratos y una tasa de paro preocupante
Desde el 2008, la tasa de paro entre la población menor de 30 años fue incrementándose, para alcanzar su valor máximo, el 42,4%, en el 2013. A partir de entonces, esta tasa se fue reduciendo hasta llegar al 23,8% del 2019, aunque este valor se sitúa todavía por encima de la cifra del 2008. Especialmente preocupante es la tasa de paro de los jóvenes con un nivel de estudios inferior al de la educación secundaria obligatoria, ya que en el 2019 se situó en el 34,3%. Otro elemento que caracteriza la precariedad juvenil es la elevada tasa de temporalidad de los contratos, que en el 2019 alcanzó el 56%, una cifra que sigue siendo más elevada que cuando se inició la anterior crisis, en el 2008. Es preocupante, además, el aumento del porcentaje de contratos con una jornada de trabajo a tiempo parcial involuntaria, que en el 2019 se situó en el 53,4%.