El maquillaje estadístico de Sánchez reduce la tasa de paro oficial del 22% al 16%

Cola de parados en el INEM

Las cifras del mercado laboral son desastrosas una vez se descuenta el “maquillaje estadístico” del gobierno, como revela un estudio de Fedea.

El think tank Fedea ha repasado la evolución de los principales indicadores de actividad del mercado de trabajo. Según el boletín de seguimiento, que toma como referencia los datos oficiales que comunican los ministerios de Trabajo y Seguridad Social, “entre septiembre de 2020 y febrero de 2021, el paro ha aumentado en 230.000 personas, la suma de los ERTE y ceses de actividad en 410.000 y la afiliación ha descendido en 150.000 personas”.

A nadie escapa que los primeros efectos de los confinamientos decretados por el gobierno para combatir la propagación del covid-19 fueron dramáticos para el empleo: “En marzo se produjo un aumento del paro registrado de más de 300.000 personas y una caída de la afiliación de más de 800.000 efectivos. En abril, el paro siguió creciendo al mismo ritmo, pero la afiliación a la Seguridad Social comenzó a estabilizarse. Por otra parte, la relativa estabilidad de esta variable en ese momento podría dar una idea un tanto engañosa de la evolución del empleo pues en ella se incluye a los trabajadores afectados por ERTE, que no están trabajando o lo hacen solo una parte de la jornada. El número de afectados por estos expedientes se disparó en abril hasta niveles nunca vistos, en torno a los 3,4 millones. A este grupo hay que sumar también los trabajadores por cuenta propia cubiertos por prestaciones extraordinarias por cese de actividad, que vendría a ser el equivalente a los ERTE para los autónomos. Este colectivo superó el millón de personas en los meses del inicio de la pandemia”.

En cambio, desde mayo hasta septiembre u octubre, Fedea encuentra que “la situación se estabilizó y comenzó a mejorar posteriormente. La afiliación giró claramente al alza en estos meses, aunque con ciertos altibajos, y el paro registrado se estabilizó e incluso descendió ligeramente. Por otra parte, se redujo muy apreciablemente el número de afectados por ERTE, que pasaron de 3,4 millones a finales de abril a 1,1 millones en julio y 0,6 en octubre. Más difícil de interpretar es la evolución de los ceses de actividad, pues el fuerte descenso de julio se debe a la extinción de la prestación extraordinaria por este concepto, que fue sustituida por una ayuda más restrictiva que inicialmente solo cobraban unos 150.000 trabajadores. Posteriormente se han recuperado o puesto en marcha nuevas prestaciones del mismo tipo y el número de beneficiarios ha ido aumentando otra vez, aunque manteniéndose muy lejos de los niveles de la primavera pasada”.

Pero lo más preocupante de todo es que, “desde septiembre u octubre hasta febrero, hemos entrado en un período de estancamiento o leve retroceso de todos los indicadores de empleo (…). Entre septiembre de 2020 y febrero de 2021, el paro ha aumentado en 230.000 personas, la suma de los ERTE y ceses de actividad en 410 mil y la afiliación ha descendido en 150.000 personas”. Fedea apunta que los datos de marzo fueron mejores, pero no tiene claro que supongan un punto de inflexión definitivo.

El paro real llega al 22,4%

El estudio recalca que, “aunque una parte importante de los retrocesos del paro y la afiliación tienen carácter estacional, lo cierto es que la vigorosa recuperación del empleo que se produjo en torno al verano desapareció en la parte final del año. Esto se aprecia también con claridad en la evolución de la tasa de desempleo efectivo (calculada como el cociente entre el paro efectivo y la población activa de la última EPA), que sube más de 2,5 puntos entre septiembre y febrero, para reducirse cuatro décimas en marzo, hasta situarse ahora en el 22,4%”. Esto significa que la tasa de paro real es ocho puntos mayor que el 16% comunicado oficialmente por el gobierno.

A esta cifra contribuye el enquistamiento de los ERTE, que puede comprobarse perfectamente en el siguiente gráfico:

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Otro de los problemas clave es el fuerte retroceso observado en las altas y las bajas y en los contratos mensuales, reflejado en los gráficos siguientes:

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Otro fenómeno evaluado por Fedea es el paro de larga duración: “La incidencia del desempleo entre los demandantes que buscan trabajo desde hace al menos 12 meses ha crecido de forma ininterrumpida, mes a mes, desde el inicio de la pandemia, incluso en aquellos meses en los que se produjo una caída del paro total. A partir de agosto el paro de larga duración (mayor de 12 meses) ha superado el paro de menor duración (6 meses o menos), y en la actualidad prácticamente lo dobla. Este aumento del paro de larga duración no ha sido neutral, aumentó sustancialmente más entre las mujeres y los demandantes de mayor edad. De las 854 mil personas paradas de larga duración desde el inicio de la crisis, un 60,5% son mujeres y un 35,4% son demandantes de 50 o más años”.

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