Los jubilados han elevado sus ahorros gracias a la estabilidad de las pensiones en la mayoría de los países de Europa; por el contrario, los jóvenes han ‘desahorrado’ por el descenso de sus ingresos.
Una vez más, la crisis económica ha vuelto a mostrar la desigualdad que se genera en las recesiones. El estado de bienestar centra su protección en los mayores, quienes salen con su situación financiera reforzada, y deja al margen a los más jóvenes, que vuelven a ser los perdedores. Un estudio elaborado por la Comisión Europea a partir de los datos de las encuestas a los hogares muestra cómo ha aumentado la desigualdad por franjas de edad, ampliando las diferencias existentes antes de la pandemia en favor de los ya jubilados.
“Los consumidores más afectados por la crisis son los jóvenes [de 16 a 29 años] (…) mientras que los mayores [más de 65 años] parecen ser los menos afectados”, señala la Comisión Europea en un informe publicado a partir de las encuestas de confianza que realiza mensualmente. Lo que hace la Comisión es seguir en detalle la situación económica de los hogares y las empresas, y la información se desagrega en muchos indicadores. Entre los que ha analizado en este informe, se encuentran dos que son clave para comprender cómo ha afectado la crisis del coronavirus a la economía de los hogares: la evolución de sus finanzas en los 12 meses de la crisis y la de la variación del ahorro acumulado.
En ambos indicadores, se aprecia una tendencia creciente en función de las franjas de edad: mientras que los mayores, los jubilados, han superado la crisis con una situación favorable, los jóvenes han sufrido una fuerte caída de rentas que los ha llevado a ‘desahorrar’ para soportar sus gastos. Esto es, o bien han consumido ahorro previo o se han endeudado para mantener sus gastos corrientes.
El único grupo que ha reportado que su situación ha mejorado es el de más de 65 años
“El único grupo que ha reportado que su situación financiera ha mejorado y que ha conseguido elevar sus ahorros es el de más de 65 años en la gran mayoría de los países”, concluye el estudio de la Comisión Europea. La mejor forma de comprobar sus resultados es con este gráfico:
Lo que se representa es la combinación de los dos indicadores antes mencionados y cada punto representa un país de la eurozona y una franja de edad. En el eje horizontal, se muestra cómo ha variado la situación financiera de las familias, y en el vertical, su nivel de ahorro. El dato que se muestra es el balance entre ciudadanos que mejoran su situación menos los que han empeorado.
En el cuadrante superior derecha, aparecen los ciudadanos que han mejorado su situación financiera durante la crisis y han elevado su ahorro, y todos ellos están coloreados de rojo porque se trata de personas de 65 años o más.
Por el contrario, a medida que se avanza hacia la izquierda y abajo en el gráfico, aparecen más puntos verdes, los del grupo de edad de 30 a 49 años, y, sobre todo, azules. Esto es, los más jóvenes, del grupo entre 16 y 29 años. En el gráfico, destaca que los ingresos han caído más que el ahorro, que en muchos casos ha subido. Esta situación es consecuencia de las restricciones a la movilidad, que han imposibilitado el consumo de ciertos bienes y servicios durante muchos meses del año, lo que provoca que con menos ingresos, muchos hogares hayan podido ahorrar.
Estos datos están en línea con el impacto de la destrucción de empleo por franjas de edad. Los jóvenes son los que más han sufrido, especialmente en los países en los que existen mayores tasas de temporalidad, ya que estos trabajadores son despedidos con gran facilidad. Es el caso de España, pero no es el único, esta situación se repite en Portugal, Grecia, Eslovaquia o Estonia. De hecho, el deterioro de la situación económica que han sufrido los jóvenes de estos países, entre los que se encuentra España, ha sido muy superior al del centro y norte del continente, lo que muestra los problemas de protección social que todavía existen. De hecho, en el conjunto de la eurozona, los jóvenes no han sufrido este ‘desahorro’, ya que sus ingresos han caído en menor medida.
Al efecto desigualdad producido por la pérdida del empleo en las franjas más jóvenes se suma otro factor: la concentración de rentas públicas en los grupos de más edad. En España es especialmente evidente esta situación, por dos motivos. El primero es que las prestaciones sociales se centran en las pensiones de jubilación, descuidando la protección al desempleo o las ayudas a las familias con hijos. El segundo es que el grueso de trabajadores públicos, que son los que tienen su renta garantizada pese a las crisis, son ya veteranos, puesto que la gran incorporación de funcionarios se produjo en los años ochenta y noventa.
Ambos grupos sociales, pensionistas y trabajadores públicos, ganaron poder adquisitivo a lo largo del año 2020, ya que el Gobierno subió sus ingresos un 0,9%, pero la inflación finalmente cayó un 0,3%. Esto significa una ganancia neta de poder adquisitivo de 1,2 puntos porcentuales. Por el contrario, muchos trabajadores del sector privado fueron despedidos, en especial los jóvenes, o fueron enviados al ERTE, con la consiguiente pérdida de ingresos.
En España, la encuesta de la Comisión Europea muestra que en el grupo de edad de 16 a 29 años el deterioro de la situación económica ha sido generalizado. Más de una cuarta parte de la población señala que sus finanzas se han deteriorado, uno de los peores datos de toda la eurozona. Al mismo tiempo, hay casi un 10% más de personas que han tenido que tirar de ahorros para sufragar sus gastos por la caída de los ingresos. Por el contrario, entre los de 65 años y más, la situación financiera es prácticamente igual de lo que era antes de la crisis y hay casi un 20% que ha podido elevar su nivel de ahorro. Esta desigualdad de rentas se ha convertido en estructural y se sostiene acumulando deuda pública para financiar las pensiones que en algún momento tendrá que abordarse.
En el caso de las edades intermedias, sus ingresos se han visto claramente afectados por la crisis. El saldo de ciudadanos que ha empeorado sus ingresos por la crisis es del 13% en la franja de edad de 50 a 64 años, y este porcentaje asciende al 23% en el de los ciudadanos de 30 a 49 años. Sin embargo, su nivel de ahorro ha crecido levemente en estos meses como consecuencia de las restricciones a la movilidad, que han impedido una buena parte de su consumo. Este dato muestra cómo los trabajadores séniores han superado mejor la crisis, en buena medida por su presencia en las plantillas públicas, y el deterioro ha sido mayor entre los más jóvenes.