Mientras que la crisis del coronavirus ha provocado el cierre de miles de empleos y ha dejado en desempleo o en la inactividad a centenares de miles de personas en pocos meses, la Agencia Tributaria ha seguido cobrando religiosamente «intereses de demora» a los contribuyentes españoles, que han visto como a los problemas para mantener sus negocios o sus puestos de trabajos han tenido que sumar los quebraderos de cabeza para pagar impuestos.
En una línea perdida de la página 20 del informe que desglosa el déficit del Estado en términos de Contabilidad Nacional, el Gobierno reconoce que se ha producido «el aumento en un 24,3% de los ingresos por intereses de demora de la AEAT, hasta 230 millones de euros». ¿Esto qué significa? Según los fiscalistas consultados, que los contribuyentes han pedido aplazamientos de los pagos y que, a cambio, Hacienda ha cobrado sustanciosos intereses de demora en vez de perdonarlos como sí se ha hecho en otros países.
España, aunque concedió el perdón de los intereses de demora durante 4 meses en algunos casos de empresas pequeñas asfixiadas por la crisis, sigue teniendo fijado unos intereses de demora del 3,75%, mucho más elevado que los intereses que cobran los bancos. Los fiscalistas advierten de que este porcentaje es muy excesivo, pero también explican que, en realidad, juegan en contra pero también a favor de los contribuyentes, ya que si Hacienda te devuelve más tarde de lo que te corresponde una liquidación también está obligada a pagar intereses.
Hasta hace poco Hacienda, cuando devolvía dinero a un contribuyente con intereses de demora, obligaba a tributar en el IRPF por esa compensación. Sin embargo, el Tribunal Supremo dictó a finales del año pasado que el contribuyente no debía tributar por intereses de demora que le paga Hacienda, lo que abría la puerta a miles de reclamaciones.