Señala a España como el gran país de la UE y una de las economías desarrolladas que menos alivió la carga fiscal sobre los salarios durante la pandemia.
España fue uno de los países desarrollados que menos esfuerzos realizó por rebajar la carga fiscal sobre los salarios durante la crisis de la Covid. Así la refleja la última versión del informe ‘Taxing Wages‘ (‘Gravando los salarios’) que ha publicado este jueves la OCDE y que año tras año viene midiendo la evolución de la carga fiscal que soportan los salarios en las principales economías desarrolladas. El pasado año 2020, en un contexto singular marcado por el azote de la pandemia, el informe muestra como las principales economía desarrolladas optaron por rebajar los impuestos sobre los salarios en un intento por estimular sus economías, rebajando la imposición agregada sobre los mismos en cerca de 0,4 puntos hasta suponer el 34,6% del salario bruto. En España, sin embargo, esa reducción fue de apenas 0,12 puntos y la carga total se situó en el 39,3%, sumando el IRPF y las cotizaciones sociales y detrayendo las transferencias estatales.
Lo que sucedió durante el año pasado se observa con más claridad cuando se restringe la ecuación a las tendencias observadas en los países más cercanos a España. La levedad de las medidas de alivio fiscal dispuestas por el Gobierno de España contrastan con las adoptadas por otros países de Europa, como Italia, donde la carga fiscal sobre los salarios se redujo en cerca de dos puntos; Francia, donde ese ajuste fue de 0,56 puntos; o incluso Alemania, que recortó la presión fiscal sobre las rentas de sus trabajadores en 0,35 puntos, si bien retocó al alza muy levemente las cuotas sociales que pagan los trabajadores y las empresas.
España se sigue situándose no obstante muy por debajo de esos países en cuanto a la presión fiscal que ejerce sobre los salarios de los trabajadores. Mientras Alemania se queda con el 49% de las retribuciones totales, entre impuestos sobre los ingresos y cotizaciones sociales, siempre según la metodología de la OCDE, Francia dispone del 46,6% e Italia del 46%, en España esa carga fiscal afecta únicamente al 39,3%, siendo la media de la OCDE el 34,6%. El reverso de esta situación es que mientras Alemania, Francia o Italia compensan esa mayor presión fiscal con transferencias directas a trabajadores y familias, en España ese canal de reequilibrio apenas sí funciona, lo que cierra de forma significativa esa brecha cuando se analiza en términos netas, descontando las transferencias a familias.
A la contra de la tendencia de los países desarrollados
El informe de la OCDE muestra también que mientras en los últimos 20 años la tendencia en los países desarrollados ha sido a reducir las cargas fiscales directas sobre los salarios, en España la tendencia ha sido la opuesta. Entre 2000 y 2020, el porcentaje de las retribuciones brutas de los trabajadores que se paga en impuestos y cotizaciones sociales se ha reducido en la OCDE desde el 36,4% al 34,6%, cerca de dos puntos; en España por el contrario esa carga fiscal ha repuntado desde el 38,6% al 39,3%. La brecha fiscal con la media de los países desarrollados que se cerró con la reforma del IRPF de 2015 de Montoro se ha ido reabriendo desde entonces hasta suponer 4,7 puntos.
El estudio también pone de manifiesto que la carga fiscal sobre los salarios en España es comparativamente mucho más gravosa sobre las parejas con hijos en las que trabajan los dos, que sobre las parejas en que solo uno de sus miembros trabaja o sobre los trabajadores solteros. La carga fiscal objetiva es más alta para estos últimos, pero en comparación con las principales economías desarrolladas el trato fiscal a los salarios en España es mucho más duro para las parejas con hijos, principalmente por la fragilidad de las ayudas directas a las familias en el esquema español.