La Gran Recesión y la covid-19 provocarán la caída del sueldo de quienes se incorporen al mercado laboral, incluso aunque la economía se recupere.
Entrar al mercado de trabajo en plena crisis reduce drásticamente las posibilidades de encontrar empleo, así como el salario que se percibe; y en menos de una década ha habido dos. La Gran Recesión de 2008-2012 y la crisis derivada de la pandemia han dejado un mercado laboral intransitable para los menores de 30 años, mucho más expuestos por su corta experiencia laboral y por la elevada tasa de contratos temporales en este tramo de edad. “Es esperable que esta crisis deje cicatrices, especialmente a la generación milenial, ya que esta es la segunda recesión muy profunda que les afecta antes de cumplir los 30″, explica Marcel Jensen, investigador de Fedea y coautor del informe Perdidos en la recesión: el empleo y los ingresos de los jóvenes en España, presentado este lunes.
“¿En qué medida esto condiciona el resto de su carrera?”, se pregunta el también profesor de la Universidad Autónoma. El estudio concluye que quien empieza a trabajar por primera vez en mitad de una crisis verá mermados su salario durante los primeros 15 años de carrera. Según sus estimaciones, un trabajador que entrase en el mercado laboral al final de la Gran Recesión en 2013 tendría un salario diario un 7,2% inferior al de uno similar que entrase en 2007.
Pero no solo ellos, sino posiblemente también los que vengan detrás. “Lo que nos sorprendió del estudio de las crisis anteriores es que los jóvenes que entran después, cuando las economías se están recuperando, lo hacen en condiciones peores que antes de la crisis”, ha resumido el experto. “No podemos olvidar que los jóvenes estaban todavía en una situación muy delicada antes de la crisis de 2020, con tasas de desempleo que prácticamente duplicaban las de 2008″, ha añadido.
Esta entrada al mercado laboral en mitad de una crisis es el llamado “efecto cicatriz de las recesiones”, que aunque no ha sido materia de estudio en el informe de Fedea, el documento adelanta que podría deberse a “la introducción de reformas laborales durante las recesiones que flexibilizan la contratación”. “La reforma laboral de 2012 incluyó reformas para reducir la dualidad, pero también se precarizó el empleo joven” ha matizado Jensen.
Este efecto cicatriz es claro en el ecosistema laboral de España. En 2019, la mediana del salario mensual real de los jóvenes entre 18 y 35 años era menor que en 1980, con caídas que van desde el 26% para aquellos con edades entre 30 y 34 años hasta el 50% para los de 18 a 20 años. Según Fedea, estas caídas se deben principalmente a una reducción “muy acusada” de la duración de sus empleos y a un aumento del peso del empleo a tiempo parcial. El impacto conjunto supone caídas de la media de los días de trabajo equivalentes a tiempo completo del 73% al 22%.
En España, esta situación es mucho más grave que en la Unión Europea, como explica la fundación de estudios financieros Fedea, que resume así la situación laboral de los jóvenes españoles: “Sufren en todos los frentes: tienen tasas de empleo muy bajas, tasas de temporalidad muy elevadas con una enorme rotación de empleo, y salarios bajos”.
Entre 1983 y 2019, el desempleo de los españoles de entre 20 y 24 años se situó en el 32,7% y en el 22,3% para aquellos de entre 25 y 29 años. En paralelo, en la UE la media fue del 17,8% y del 11,5%, respectivamente. Estas diferencias se acentuaron de forma extrema en los periodos de crisis, con un pico de desempleo para los españoles de entre 20 y 24 años que superó 50% en 2013, mientras que en la Unión ese pico no alcanzó el 25%.
El informe ―elaborado por Samuel Bentolila, Florentino Felgueroso, Marcel Jansen y Juan F. Jimeno– entiende que estas diferencias radican en el elevado número de contratos temporales “involuntarios” que tienen los jóvenes españoles frente a los de los socios europeos. “Cuando llega una recesión, los primeros contratos que se rescinden son los temporales”, explica al teléfono Jansen.
Los investigadores añaden también los desequilibrios de la educación como otro problema a resolver para corregir las dificultades laborales. Mientras la tasa de abandono escolar cayó 45 puntos en las últimas cuatro décadas, la proporción de titulados universitarios si quintuplicó en el caso de las mujeres y se triplicó en el de los hombres. “Esto redujo aún más las tasas de empleo de los trabajadores más jóvenes”, lo que ha provocado que “la mayoría de los que se incorporan al mercado laboral no tienen experiencia previa en el mismo”, concreta el experto de la Autónoma.
Por último, al crítico ecosistema laboral español, se añade que tanto la Gran Recesión, como la crisis de la covid-19 castigaron dos sectores clave para los menores de 30 años. El estudio recuerda que la burbuja inmobiliaria lapidó el sector de la construcción, “donde trabajaban muchos jóvenes que habían abandonado los estudios”; mientras que los servicios, donde los jóvenes estaban “sobrerrepresentados”, ha sido el sector que más ha sufrido la pandemia. “El sistema laboral español favorece que sectores como la hostelería y la construcción utilicen los contratos temporales”, matiza Jansen.