A día de hoy, más de un tercio de todos los residentes suecos tienen algún tipo de origen extranjero y su proporción sigue creciendo debido a las continuas tendencias migratorias y demográficas que incluyen diferencias en las tasas de fecundidad.
Si el nivel actual de inmigración persiste, los suecos se convertirán en minoría en su propio país dentro de 45 años, según un investigador finlandés, Kyösti Tarvainen, profesor asociado emérito de análisis de sistemas en la Universidad Aalto en Helsinki.
Utilizando el método demográfico estándar, el llamado método de componentes de cohorte, Tarvainen concluyó que, si la inmigración no cambia, los suecos étnicos serán superados en número para el año 2065.
El cambio demográfico provocará también grandes cambios sociales. Según el modelo de Tarvainen, habrá tantos musulmanes como suecos étnicos en 2100.
“El parlamento sueco decidió por unanimidad en 1975 que Suecia es un país multicultural. En ese momento, más del 40 por ciento de los inmigrantes eran mis compatriotas, los finlandeses. La situación ha cambiado: en 2019, el 88 por ciento de los inmigrantes netos eran no occidentales y el 52 por ciento eran musulmanes. Así, se ha producido un gran cambio cultural en la población inmigrante, ya que su grupo más numeroso ha pasado de ser finlandeses a ser musulmanes”, escribió Tarvainen en su artículo de opinión en el diario Folkbladet.
Según Tarvainen, la marcada diferencia es que los inmigrantes finlandeses se asimilaron rápidamente a la sociedad sueca. Hoy, argumentó, las condiciones son diferentes, ya que una gran proporción de inmigrantes no se asimilan ni se integran con éxito en la sociedad.
En cambio, forman sus propias áreas, comúnmente conocidas como áreas de exclusión, áreas vulnerables o zonas prohibidas, que son sociedades en gran parte paralelas con una mentalidad y una forma de vida diferentes. Esto, según Tarvainen, se traduce en una reducción de la confianza y la cohesión social.
Cuando los suecos étnicos se conviertan en minoría, el ritmo del cambio demográfico probablemente aumentará aún más porque una mayoría de personas de origen extranjero facilitará la inmigración para su propio grupo étnico, reflexionó Tarvainen.
“Destacados ingenieros y empresarios suecos se asegurarán de que la economía sueca no colapse. Pero la sociedad y la cultura suecas perderán su posición de liderazgo. Este desarrollo demográfico se puede detener, pero requerirá cambios radicales en la política de inmigración. Estamos en una situación históricamente única y los norteños debemos comenzar a discutir la inmigración y la preservación de nuestros estados-nación”, concluyó Tarvainen.
En cuestión de varias décadas desde que adoptó la inmigración masiva en la década de 1980, Suecia ha pasado de ser una de las naciones más homogéneas de Europa a una de las más étnicamente diversas. En combinación con las tendencias demográficas, como las diferencias en las tasas de fecundidad, la proporción de la población de origen extranjero ha aumentado de manera constante.
Según Tobias Hübinette, investigador de raza y multiculturalismo en la Universidad de Karlstad, que se describe a sí mismo como un activista antirracista, el 33,5 por ciento de todos los residentes tienen algún tipo de origen extranjero. Además, los residentes de origen extranjero representaron el 99 por ciento del aumento de la población en 2020 y entre el 38 y el 40 por ciento de todos los residentes que tienen entre 0 y 34 años tienen algún tipo de origen extranjero.
En aras de la comparación, en el año 2000, la proporción de extranjeros rondaba el 15 por ciento, lo que implica más del doble en dos décadas.
En los últimos años, la inmigración se ha convertido en otro tema decisivo en la política sueca, con partidos de centro a favor de las limitaciones.