En España, la educación ha sido una historia de éxito, pero hoy tiene carencias estructurales profundas, con bajas calificaciones.
Quizás el enunciado del informe ‘España 2050’ distraiga más de la cuenta, porque trazar líneas de acción a largo plazo resulta difícil de comprender para una época en que tres años ya nos parecen un mundo. Y despista doblemente porque se trata de un informe plenamente centrado en los problemas españoles actuales y en los objetivos y líneas de acción que podrían seguirse para que encuentren resolución en el medio plazo. No es, como ocurre en otros análisis de prospectiva, una investigación sobre las grandes tendencias globales, sino que analiza cómo pueden afectar a nuestro país y recomienda posibles vías de solución. En realidad, podría titularse ‘España 2030’ sin demasiadas complicaciones.
Sin embargo, la elección de fecha responde también a una visión del mundo. Diego Rubio, el director de la Oficina de Prospectiva y Estrategia, la encargada de realizar y coordinar un informe en el que han participado un centenar de expertos, cree que las transformaciones importantes siempre requieren décadas y, por tanto, que las promesas de cambio en un plazo relativamente breve son siempre falsas, dada su imposibilidad.
El informe, que ha sido presentado el jueves 20 de mayo en un acto público por Pedro Sánchez, y cuyo propósito es orientativo, cuenta con una introducción y nueve capítulos temáticos en los que se abordan aspectos relevantes para el futuro, como la economía, la educación, la desigualdad, la cohesión territorial, el mercado laboral, las pensiones o el cambio climático.
Cada uno de los capítulos incluye un análisis pormenorizado de la evolución española en el tema abordado, una definición del momento actual a través de la utilización de diferentes indicadores, una descripción de las áreas en que habría que actuar para solucionar los problemas analizados y medidas orientativas que cabría poner en marcha.
Se ha entregado a la prensa uno de los capítulos, el dedicado a la educación. Como asegura Rubio, “en España, la educación ha sido una historia de éxito, ya que ha crecido muchísimo en los últimos 30 años, en un nivel solo comparable con Corea del Sur, pero tiene hoy carencias estructurales profundas, ya que aparece una alta tasa de abandonos, repetición y bajas calificaciones. Esto es algo que tenemos que resolver”.
1. Los problemas españoles
Según el documento, los problemas educativos nacionales se resumen en seis aspectos. El primero de ellos es la alta tasa de repetición escolar: el 29% de nuestros estudiantes de 15 años ha repetido curso al menos una vez, frente al 11% de la UE. Esta situación, afirma el texto, no se explica por las capacidades de los estudiantes, sino por las normas y formas de evaluación de nuestro sistema. Asimismo, es muy relevante el abandono escolar temprano, el más elevado de Europa, y que afecta al desarrollo de nuestra economía y condiciona las oportunidades laborales y vitales de miles de jóvenes.
Destaca también negativamente el acceso insuficiente a estudios posobligatorios: en 2019, el porcentaje de la población de entre 25 y 34 años que había finalizado la ESO y seguía formándose en España fue del 70%, frente al 85% de la UE y la OCDE. Otra asignatura pendiente tiene que ver con los niveles de aprendizaje: “A pesar de que la cantidad de recursos que los Estados y los hogares europeos dedican a la formación de sus hijos e hijas ha aumentado significativamente, el aprendizaje parece haberse estancado o incluso ha caído en lo que se refiere a competencias básicas”.
Los españoles empiezan su escolarización con uno de los niveles de ‘gusto por la escuela’ más altos de Europa, pero lo pierden rápidamente
La quinta asignatura pendiente del sistema educativo español son los avances en la igualdad de oportunidades y la reducción de la segregación escolar, ya que si bien el nivel socioeconómico de origen condiciona menos el aprendizaje de los estudiantes que en países como Francia, Italia o Reino Unido, incide fuertemente en los fenómenos de repetición y abandono. El resultado es que muchos jóvenes de entornos vulnerables no alcanzan titulaciones medias y superiores que les permitan optar a un empleo de calidad, y que la movilidad educativa termina por ser reducida.
Por último, está el problema de la desmotivación del alumnado, ya que “España es uno de los países con mejor clima escolar, menor acoso y mayor sentimiento de pertenencia al centro entre el alumnado. Los españoles empiezan su escolarización con uno de los niveles de ‘gusto por la escuela’ más altos de Europa. Sin embargo, este sentimiento va perdiéndose rápidamente y acaban la Secundaria con unos niveles de satisfacción inferiores a los de la media de la UE”.
2. Áreas de acción
El informe recomienda una serie de objetivos para que en el futuro tales problemas disminuyan o desaparezcan. Los terrenos en los que actuar son cinco, y el currículo es el primero de ellos, ya que en España se prioriza la reproducción de contenidos antes que el desarrollo de competencias: se trataría de enfocar el aprendizaje no hacia lo que los alumnos son capaces de hacer sino hacia lo que deben saber. Reforzar la carrera docente debería ser otro de los objetivos, ya que la calidad de los profesores es uno de los factores que más impacto tienen en el aprendizaje.
Deben mejorarse los sistemas de evaluación, tanto del alumnado como de la práctica docente y de las mismas administraciones
Un área de actuación debería ser también la gobernanza educativa, ya que la toma de decisiones recae en un sistema burocratizado, que concede más atención a la promulgación de leyes que a la mejora de los resultados. Una mejor coordinación entre el Gobierno y las CCAA es indispensable, así como una mayor autonomía de los centros educativos.
El cuarto aspecto que debería mejorarse son los sistemas de evaluación, tanto del alumnado, que no debería centrarse en la memorización de contenidos, como de la práctica docente y de las mismas administraciones. Como último y obvio aspecto, se subraya el necesario aumento del gasto público en educación para que podamos competir en la economía global del conocimiento, en especial, frente a países que gastan más que nosotros.
3. Las propuestas
En todos estos ámbitos, se recomiendan medidas que contribuyan a su solución, lo que conforma una batería de propuestas, no vinculantes para el Gobierno, pero que ayudarían, según los firmantes del documento, a mejorar los diferentes déficits educativos. Entre ellas, aparecen la introducción de un modelo de certificación competencial del aprendizaje al final de la ESO en sustitución del actual sistema de titulación; el establecimiento de reglas y mecanismos de control de admisión que aseguren una escolarización equilibrada (sin segregación, gratuita y que favorezca la corresponsabilidad de la red pública y concertada); el impulso a la formación continua en toda la carrera de un docente, así como el fomento de la presencia masculina en la misma; la creación de una institución independiente que conecte la evidencia científica con las políticas y las prácticas educativas; la fijación de un suelo de inversión por alumno para todas las comunidades autónomas, de modo que nunca sea inferior al 90% de la media nacional; el aseguramiento, sobre todo en el mundo rural, de la disponibilidad de transporte y servicio de comedor, para facilitar la escolarización temprana, o el desarrollo de un sistema abierto y plurimodal que proporcione un itinerario formativo personalizado a cada estudiante y que conduzca a la titulación posobligatoria del grueso del alumnado.
España tendrá unos 800.000 estudiantes menos de entre tres y 15 años de edad, lo que equivaldrá a cerrar unas 33.000 aulas
Sin embargo, el elemento más significativo del informe reside en la introducción de la variable de los cambios demográficos y tecnológicos y en las consecuencias que se prevén. En 30 años, se afirma, España tendrá unos 800.000 estudiantes menos de entre tres y 15 años de edad, lo que equivaldrá a contar con unas 33.000 aulas de 24 alumnos menos que en 2019. Se cerrarán muchos colegios, sobre todo en la España rural, y se reducirá el tamaño de muchos otros. Pero esta desaparición impulsada por el declive demográfico permitirá, según el informe, abrir la puerta a mejoras profundas en el sistema. Incluso con el mismo nivel de gasto general, se podría duplicar el volumen destinado a Infantil, Primaria y ESO, pasando de los 4.880 euros actuales a unos 9.640 en 2050 (el nivel actual de Dinamarca).
Como consecuencia de esta transformación, se podrán instalar en el sistema prácticas como la codocencia, es decir, la posibilidad de que cada aula cuente con dos docentes en lugar de uno, el aumento de las tutorías de apoyo a los estudiantes rezagados, el aprovechamiento de las instalaciones o el impulso definitivo de la digitalización. Esta, según se subraya, modificará sustancialmente la forma en que se aprende, enseña, evalúa y tutela a los alumnos en nuestras escuelas. La inteligencia artificial, además, “nos permitirá impulsar un aprendizaje más personalizado y profundo, adaptado al ritmo y a las particularidades de cada estudiante. Tendremos que aprender a lidiar con los posibles efectos negativos que el uso de los dispositivos digitales puedan tener sobre la concentración, el aprendizaje y el bienestar de los alumnos”.
El informe concluye que “se debe apostar drásticamente por la educación como una de las principales vías para garantizar el bienestar y la prosperidad de las generaciones futuras”, muy en la línea de las convicciones de nuestra época, que ve en la formación el camino principal de mejora de las sociedades. Si se entrega a ella, “España puede conquistar la vanguardia educativa antes de 2050”.