Detecta, comparando los estudios PISA y PIAAC, que los nacidos en 1984 no mejoraron sus competencias entre los 15 y los 27 años. Lo atribuye al alto porcentaje de ‘ninis’.
España es uno de los tres únicos países de la OCDE, junto a Grecia e Irlanda, en que los indicadores sobre las capacidades lectoras de los jóvenes de 27 años son peores que las que tenían a los 15, en contra de la tendencia general.
Esa evolución, intuitivamente contradictoria, aparece en el informe anual sobre la formación a lo largo de la vida publicado este martes por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que considera que del documento no se pueden sacar demasiadas conclusiones porque las muestras eran poco representativas.
Esas estadísticas derivan en primer lugar de los resultados de las pruebas PISA que se hicieron a la generación nacida en 1984/85, en las que los adolescentes de 15 años españoles obtuvieron una nota media de 263 en comprensión lectora, por debajo de los 268 de media en la OCDE.
En los test PIAAC a los que se sometieron doce años después jóvenes de esa misma generación, el resultado fue prácticamente el mismo (en la práctica 0,6 puntos menos), cuando en ese mismo tiempo, la media de la OCDE como conjunto había aumentado en 13,5 puntos, hasta 282.
Los incrementos en capacidades lectoras a lo largo de esos años de juventud llegaron a ser de hasta 32,6 puntos en Japón (hasta 310 puntos, la nota más alta de los miembros de la organización), de 25,2 años en Alemania (hasta 284), de 24,6 puntos en Polonia (hasta 281) y de 24,3 puntos en Bélgica (hasta 294).
Más allá de señalar las dificultades a la hora de interpretar los datos españoles por los problemas de representatividad de la muestra, los autores del estudio reconocen que la mejora en esas habilidades lectoras es menor en los países donde, como España, la proporción de jóvenes que ni estudian, ni trabajan ni están en formación es alta, los llamados “ninis”.
También destaca que quienes tenían padres con formación universitaria mejoraban su comprensión lectora entre los 15 y los 26-28 años.
En términos generales, son las pocas oportunidades de aprendizaje (formal o en el trabajo) las que explican por qué ciertos grupos sociales no avanzan en el desarrollo de sus habilidades.
A su parecer, la cuestión fundamental es conseguir que una vez terminada la escolaridad obligatoria las personas tengan oportunidades para seguir aprendiendo, sea en estudios superiores, con prácticas o en el mismo trabajo. De ahí también la importancia de evitar que los jóvenes no pasen a engrosar las filas de los “ninis”.
En términos globales, solo un 35% de los adultos en España participan en formaciones formales o en prácticas laborales, un porcentaje bien inferior a países como Nueva Zelanda, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Noruega y Estados Unidos, donde se supera el 50%.
La media de la OCDE es de casi el 41% y la de la Unión Europea está por encima del 38%.
En la cola de los miembros del conocido como el “club de los países desarrollados” están Grecia, Italia, México y Turquía, que no llegan siquiera al 25%.
Los responsables del informe muestran su preocupación por los efectos que han tenido y pueden tener en el futuro las interrupciones en la formación de los jóvenes adultos durante la crisis del coronavirus, cuando muchas actividades educativas quedaron suspendidas o alteradas.
Estiman que las oportunidades de formación no formal han disminuido de media un 18% y las de carácter informal un 25%.
La OCDE está igualmente inquieta por el impacto de los cierres de escuelas por los confinamientos, ya que teme que a corto plazo y como consecuencia de una pérdida de motivación, puede aumentar el abandono escolar temprano.
A medio y largo plazo, podría conducir a que la actual generación tenga una actitud menos positiva hacia la formación, y eso precisamente cuando los cambios estructurales que se avecinan necesitarán que los individuos adapten sus conocimientos durante toda su vida.
Precisamente, una de las principales recomendaciones recogidas en el informe es establecer una mayor conexión entre el sistema escolar y el mercado laboral tanto para disminuir el porcentaje de “ninis” como para que los jóvenes entiendan cómo cambian las necesidades en el trabajo.
Se da la circunstancia de la cohorte analizada por la OCDE es la que estudió con la Logse, aprobada por el PSOE en 1990. Esta ley, cuyos principales postulados se van a reproducir ahora con la Lomloe de Isabel Celaá, apostó por la memorización de menos contenidos e impulsó el llamado “aprender a aprender”. Muchos sitúan en esta ley el comienzo de una bajada de nivel.
“La Logse se promulgó con el objetivo de modernizar la educación y de permitir la descentralización del modelo educativo. Los teóricos del modelo, Álvaro Marchesi y César Coll, plantearon un modelo constructivista, donde el alumno es quien ordena su aprendizaje y el profesor es el que tiene que dotar el medio para que el estudiante avance a su ritmo”, expresa Jorge Sainz, catedrático de Economía de la Universidad Rey Juan Carlos y ex secretario general de Universidades durante el Gobierno del PP.
En su opinión, “los datos de PISA han dejado en evidencia los malos resultados del modelo, que, aun así, ha seguido siendo la base de reformas posteriores, como la LOE y la Lomloe, curiosamente también inspirada por César Coll”. “Los datos de la OCDE”, recalca, “muestran que la ley, que tenía entre sus objetivos la ‘adquisición de hábitos intelectuales’, ha sido poco efectiva y no ha conseguido tampoco favorecer a aquellos estudiantes de entornos más desfavorecidos económica o culturalmente”.
La OCDE no quiere entrar a valorar si el estancamiento se produce por culpa de la Logse y lo asocia más bien al abandono temprano y al alto porcentaje de ninis. “Tenemos que estudiar más en profundidad el caso, pero de nuestros análisis se desprende que el incremento en el desempeño es más bajo en países donde el número de jóvenes que no estudian ni trabajan es alto, como España”, señala Borgonovi, que apunta que los hijos de los padres que han ido a la universidad obtienen mejores resultados de comprensión lectora a los 27 años que a los 15.
Desigualdad
Eso está evidenciando un problema de desigualdad porque, al mismo tiempo, los hijos de padres sin estudios pierden competencias entre los 15 a los 27 años. Algo parecido ocurre con el nivel formativo de esos alumnos: mientras los más brillantes mejoran sus habilidades en ese tiempo, los más rezagados no es que estén estancados, es que empeoran.
Ismael Sanz, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos y ex chair del Strategic Development Group de PISA de la OCDE, explica que lo que dicen los datos, en términos prácticos, es que “los alumnos que en 2000, cuando tenían 15 años, no entendieron El Quijote o no supieron leer una factura de la luz o comprender el prospecto de una medicina retrocedieron en 2012, cuando tenían 27 años”.
En su opinión, “el problema no sólo viene de la Secundaria, sino que en la Universidad tampoco se mejora mucho”. Cita otros datos de PIAAC que evidencian que el nivel de un alumno español de educación superior es el mismo que el de un estudiante de Bachillerato en Holanda o en Japón.
“Los niños trofeo”
“Llevo notando desde hace años que entra gente en la Universidad con buenas notas pero que no sabe leer críticamente”, advierte Benito Arruñada, catedrático de Organización de Empresas de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. “Mi percepción es que cada vez leen menos y peor. Tenemos una mayoría bajo mínimos y una minoría muy motivada. Los exámenes son cada vez más cortos y entra menos materia. Cuando hablas con las empresas te dicen que contratan a alumnos con muy buenas notas pero que, en la entrevista de trabajo, lo primero que hacen es preguntar por la conciliación”, añade.
Arruñada sostiene que esta generación es la de los “niños trofeo”. “Les han dado medallas aunque perdieran. Los mejores estudiantes han ganado todo tipo de premios y no han recibido una crítica en su vida. Cuando les corriges alguna presentación en clase en seguida se enfadan. Y luego, en el trabajo, cuando les cae alguna bronca, en seguida se van a llorar al baño o se quejan al jefe de que les tienen manía. No pueden asumir que lo han hecho mal”.
“Es crucial que esto no ocurra otra vez”
El informe también señala que España presentaba “altos niveles” de participación en formación formal e informal antes del Covid, pero, comparado con otros países, ha tenido la suerte de tener los colegios cerrados menos días y la pérdida de aprendizaje ha sido menor. Sin embargo, durante la crisis económica de 2009, “el porcentaje de jóvenes que no estudian ni trabaja se incrementó”. “Es crucial que no ocurra otra vez”, advierte Francesca Borgonovi. España tiene un 17% de ninis, pero en los años más duros de la crisis ha llegado a alcanzar el 25%.