Residir en Madrid y Barcelona es hasta un 31% más caro que hacerlo en Puertollano o Elda-Petrer, las conurbaciones más baratas del país.
Vivir en Madrid y Barcelona es, de media, un 20% más caro que hacerlo en el resto de áreas urbanas españolas. Son las dos conurbaciones con el coste de vida más elevado del país, según un estudio del Banco de España publicado este lunes. Los autores, Víctor Forte-Campos, Enrique Moral-Benito y Javier Quintana, han elaborado un índice a partir de los precios del alquiler y los de otros bienes y servicios como transporte, enseñanza, ocio y cultura, alimentación, sanidad y hostelería.
Del índice se extrae la siguiente clasificación. La lidera Madrid, con un 1: a partir de ahí, todo es más barato. La conurbación de Elda-Petrer, en la provincia de Alicante, es la más barata de España: vivir allí cuesta un 31% menos que en Madrid. La información pertenece al período 2004-2020 y falta la de País Vasco y Navarra debido a la ausencia de datos sobre sus precios del alquiler.
Las áreas urbanas son, según la definición del INE, ciudades con municipios cercanos que forman su entorno de influencia laboral. Se entiende que una localidad pertenece al área de influencia de una ciudad si más del 15% de su población ocupada se desplaza a ella a trabajar. Las áreas urbanas seleccionadas en el estudio, que suponen el 68% de la población española, son las definidas en 2008 por el antiguo Ministerio de Vivienda, hoy Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA).
Los autores explican que, ya que en las comparativas internacionales se ajustan los niveles de renta por el poder adquisitivo de ésta, es aconsejable hacer lo mismo entre las distintas regiones de un país. “Ello permite hacer una valoración más precisa acerca de las diferencias territoriales en los niveles de bienestar que se derivan de los diferenciales de renta”, sostienen. Por otro lado, resulta útil para evaluar políticas públicas “que fijan importes uniformes de determinadas rentas para el conjunto nacional”.
Por ejemplo: no es lo mismo un ingreso mínimo vital de 469 euros en Girona, la tercera ciudad más cara de España, que en Alcoi (Alicante), la tercera más barata. Tampoco el salario mínimo de 900 euros da lo mismo en el área urbana de Aranjuez (que no pertenece a la conurbación de Madrid, según el MITMA, sino que es independiente) que en la propia capital. En la práctica, hemos visto diferencias de cuantía en ciertas ayudas públicas como las del anterior plan estatal de vivienda, cuyo programa de ayuda al alquiler fijaba un tope general de 600 euros ampliable a 900 euros en determinados ámbitos.
El alquiler, culpable
El gasto en alquileres es el principal causante de estas vastas diferencias. Por dos motivos: uno, es la partida con mayor peso sobre el coste total de la vida (de media, un 25%). Y dos, es la partida en la que se observa mayor disparidad. Según los autores, el coste del alquiler en Madrid y Barcelona fue en 2020 un 82% mayor que en la media del resto de las áreas urbanas.
También hay diferencias en los precios de algunos servicios, como los de hostelería o sanidad. “La prestación de estos incluye un componente muy importante de mano de obra y, por tanto, sus costes están influenciados por el coste de vida al que se enfrentan los trabajadores de esas ramas”, describe el informe. Es decir: a diferencia de la alimentación, el vestido o el calzado, que no tienen por qué haberse producido en el área urbana en la que se consumen, el precio de los servicios sí está condicionado por el coste de la vida en ese lugar.
El coste del nivel de vida está íntimamente ligado a los salarios, que tienden a ser superiores en las zonas más caras. Además, tal y como indican los autores, los salarios ajustados por su poder de compra (esto es, lo que da de sí un sueldo según donde vivas) son un factor fundamental para entender las migraciones. La gente tiene en cuenta eso, la tasa de empleo y el coste de la vivienda para decidir dónde mudarse.
Así, aunque los salarios de las áreas urbanas de Madrid y Barcelona fueron en 2018 casi un 45% más altos que la media del resto de áreas urbanas, lo caras que son estas dos ciudades y sus áreas metropolitanas supone que, en términos reales y ajustados al coste de vida, “solo” sean un 21% más altos. De acuerdo con este índice, un aumento del 10% en el salario nominal (el dinero que llega a la cuenta del trabajador a fin de mes, sin tener en cuenta otros factores) supone un aumento del 1,9% del coste de vida.