Los tentáculos del narcotráfico se afianza en Países Bajos y llegan hasta Marruecos, pasando por Marbella, donde las luchas territoriales entre bandas rivales ya se han cobrado varias víctimas.
Un contenedor marítimo convertido en una sala de tortura. Otros seis con aislamiento de sonido e imagen montados como prisiones clandestinas. Una escuela de equitación que acoge el mayor laboratorio de cocaína jamás descubierto en Países Bajos. Tiroteos contra la mafia enemiga en Ámsterdam, pero también en Marbella, por las mismas bandas holandesa del crimen organizado, con líderes huidos a Dubái o Medellín. El narcotráfico usa el territorio holandés como puerta de acceso a Europa, pero también como lugar perfecto para el procesamiento de las drogas de moda en la región.
Países Bajos desempeña un papel de líder en el tráfico de drogas en Europa, según un informe elaborado por la agencia de coordinación policial Europol y el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT). Países Bajos se menciona al menos 247 veces, lo que supone el doble que Bélgica y España, donde están los otros puertos de tránsito más importantes para el transporte de la droga desde fuera de Europa. Las diferentes organizaciones criminales utilizan los puertos holandeses para introducir cannabis, cocaína y heroína, entre otras drogas. Gracias al papel holandés como país de tránsito, el precio de la venta de cocaína en 2019 fue el más bajo de toda Europa.
Uno de los últimos descubrimientos fue una cámara de tortura y seis prisiones instaladas en contenedores de transporte marítimo en un cobertizo en Wouwse Plantage, en Brabante, con vistas a Bélgica. Llamaban a la instalación principal ‘sala de tratamiento’ o EBI (siglas en neerlandés de la prisión de alta seguridad de Vught, temida por los criminales más peligrosos de Países Bajos). Estaba prácticamente lista para recibir a los primeros “huéspedes”, como los llamaban los propios criminales en los chats interceptados por la policía holandesa. Los contenedores tenían un ‘carcelero permanente’: estaban vigilados las 24 horas.
En las fotos compartidas aparece un sillón de dentista, de color azul y blanco, con unas correas instaladas en los reposabrazos y reposapiés. El aislamiento de sonido era triple: por mucho que la policía se acercara al contenedor, jamás habría sido capaz de escuchar los gritos de las víctimas. En el techo, unas esposas bien atadas para tener sujeto a la persona secuestrada. A un lado, un inodoro químico y en una esquina, cámaras de videovigilancia. “Amigo, tarde o temprano les llegará su turno. ¿Cuánto tiempo podrían esconderse?”, escribió uno de los involucrados, tras perder el rastro de una de las personas que iban a estrenar esta sala de tortura.
No sabía que la policía había estado leyendo en directo todos sus mensajes, tras descifrar y acceder al sistema de comunicación EncroChat, utilizado por miles de delincuentes para enviarse mensajes cifrados. Los investigadores oficiales habían instalado cámaras en los cobertizos, logrando filmar durante semanas cómo iban instalando los paneles con material aislante dentro de los contenedores marítimos. Incluso empapelaron las paredes con cinta aislante térmica, lo cual evita que el contenido humano sea visible desde fuera con una cámara termográfica. Para las operaciones de secuestro y tortura, los criminales habían acumulado ropa de policía, herramientas de jardinería, bisturíes, alicates, 27 esposas, un soplete de gas y un gran congelador.
Durante otras redadas relacionadas, en Róterdam y Utrecht, se encontraron tres camionetas robadas, armas de fuego, una gran cantidad de municiones, chalecos antibalas y 10 cajas con esposas. El pasado jueves, comenzó el juicio contra seis de los sospechosos detenidos por el caso, con la principal pregunta. ¿Hasta dónde quería llegar esta organización? Se hacían llamar De Alliantie (La Alianza) y sus tentáculos habían alcanzado Amberes, la Costa del Sol y hasta la ciudad turística marroquí de Marrakech.
De Holanda a España, pasando por Marruecos
A finales de 2015 fracasa un ataque contra un miembro de esta banda, Mustafa F., en Marrakech. Dos holandeses de Ámsterdam mataron a tiros al hijo de un juez marroquí por un error de identificación. Mustafa, objetivo del ataque, también fue detenido entonces por las autoridades marroquíes y condenado a 15 años de prisión por tráfico internacional de drogas y blanqueo de capitales. Todo esto lo había ordenado Riduan Taghi, el hombre más temido de Países Bajos, detenido a finales del año pasado en Dubái, tras años huido de la Justicia holandesa por ordenar varios asesinatos.
Después de aquel ataque fallido, la vida de Robin van O., que en ese momento dirigía un gimnasio en Utrecht, también dio un giro. Una bomba estalló en su local apenas tres semanas después, lo que le obligó a cerrar el negocio. Su nombre había pasado a estar en la lista negra del capo de la droga, Taghi, por lo que se suma a De Alliantie. Esta organización se dedicaba a traficar con cocaína, pero pasó a aglutinar a aquellos que se decían “hartos de la violencia” ejercida por la organización liderada por Taghi y decidieron plantarle cara.
En noviembre de 2018, la policía española comunicó a la holandesa que había encontrado una bomba cerca de la casa de Robin en el sur de España. Un buen amigo suyo, Hamza Ziani, de 34 años, había sido asesinado a tiros un mes antes en Torremolinos. Hamza estaba preparando una bomba con dinamita industrial para atacar a la banda enemiga, la misma que se le adelantó matándolo. De regentar un gimnasio en Utrecht, Robin ha pasado a estar detenido como sospechoso de ser uno de los que gestionaban la construcción de la sala de torturas. Uno de los que intercambiaban los escalofriantes mensajes en el chat encriptado.
El eje Países Bajos-Costa de Sol-Marruecos parece bien engrasado. La semana pasada, un holandés —cómplice de otro conocido narcotraficante activo en Francia y Holanda, llamado Said C., en busca y captura por Marruecos, donde está acusado de financiar las protestas en la región del Rif, en el norte del país— fue secuestrado en el aparcamiento del club Kah de Marbella, según confirmaron las autoridades españolas. Unos ocho hombres armados salieron de varios coches y obligaron a la víctima a subirse al vehículo.
El narco secuestra Países Bajos
Esta misma semana, una operación internacional, tras cuatro años de investigaciones y la movilización de 1.000 agentes en varios países, se saldó con la detención de 17 personas de entre 25 y 68 años. Una decena fueron detenidos en Países Bajos, seis en España y uno en Bélgica, y se llevaron a cabo redadas también en Hungría y Eslovaquia. Además de los narcóticos, localizaron armas de fuego, dinero en efectivo y decenas de coches de lujo en diferentes almacenes y casas. Dieron con ellos también gracias a mensajes intercambiados en EncroChat. Según la policía, se trata de una red criminal internacional dedicada a comercializar con droga dura a gran escala, por lo que están acusados de narcotráfico, blanqueo de capitales y posesión ilegal de armas. España y Bélgica extraditarán a los sospechosos detenidos.
Era un caso más. En agosto pasado, la policía localizó el mayor laboratorio de cocaína descubierto hasta la fecha. Estaba en un establo de una escuela de equitación, que acogía los dormitorios y las zonas de recreación de los 16 narcotraficantes —en su mayoría colombianos— arrestados. La granja de caballos está en la aldea de Nijeveen, en la provincia de Drente. Fue una gran sorpresa: se trata del típico pueblo holandés donde todos se conocen y se saludan prácticamente a diario, lo saben todo de todos los vecinos. Por la cantidad de personas que trabajaban allí, las instalaciones, el tamaño, el mobiliario y los equipos, el inspector jefe del equipo de desmantelamiento (LFO), André van Rijn, estimó la capacidad de producción “en 150 a 200 kilos de cocaína al día, lo que tiene un valor en la calle de entre cuatro, cinco y seis millones” de euros.
Los distribuidores holandeses de droga envían aproximadamente 9.000 paquetes cada mes que contienen cocaína, speed, éxtasis y metanfetamina. La mayoría van al extranjero, burlando las aduanas de Países Bajos, Alemania, Francia, Estados Unidos, Australia y varios países de Asia. Desde allí, los investigadores se quejan de que están “inundados” con paquetes de drogas procedentes de Holanda, según la fiscal holandesa Neeltje Keeris, que se ocupa de las drogas sintéticas. Entre 2019 y ahora, la policía holandesa recibió 120 solicitudes del extranjero para proporcionar información sobre estos paquetes. En Estados Unidos, los envíos con remitente neerlandés ya se miran con lupa, lo que provoca un retraso en el envío de correos.
Los envíos varían en tamaño: desde sobres con unos gramos de cocaína hasta tarros de caramelos de 25 kilos llenos de pastillas de éxtasis. Son las drogas más habituales, si bien, según Keeris, la metanfetamina está ganando terreno.
Líder en Europa
En total, el tráfico de drogas en Europa supuso unos 30.000 millones de euros en 2017, el último dato total ofrecido. De esos, 11.600 millones se gastaron en el comercio de cannabis, la categoría más grande de la lista. Países Bajos desempeña un papel de apoyo clave en ese tráfico. La mayoría de la marihuana o el hachís llega a través de España, pero la distribución a través de los Países Bajos del resto de las drogas juega un papel igualmente importante. Si se incauta un lote de cannabis en un país de la UE, el paquete generalmente proviene de España o Países Bajos.
La cocaína es la droga número dos: en 2017 ascendió a 119 toneladas, una fortuna de 9.100 millones de euros. La mayor parte llega a través de puertos de Bélgica, Países Bajos o España. Para una parte es solo una escala en la ruta hacia Australia, Rusia y Nueva Zelanda. Si bien los narcos colombianos e italianos han jugado tradicionalmente un papel central en el transporte y venta de cocaína, las mafias británicas, holandesas, francesas, irlandesas, marroquíes y serbias, entre otras, también exigen ahora un pedazo del pastel, según el informe de Europol.
Lo ilustrativo del papel holandés es que el precio al por mayor de 1 kilo de cocaína en Países Bajos es de 25.000 euros, el más bajo de los países europeos estudiados. Es decir, 25 euros el gramo, mientras que el precio de venta al público de 1 gramo de cocaína en Países Bajos suele rondar los 50 euros y en Ámsterdam llega hasta los 60. En España, el kilo ya cuesta alrededor de 35.500 euros mientras que, en Polonia y Eslovaquia, los países más caros, el precio alcanza los 50.000 y 70.000 euros respectivamente.
Las mafias holandesas también están activas en el comercio de heroína (por valor de 7.400 millones de euros), aunque quienes controlan este sector son los narcos turcos, dicen los investigadores. En cantidades, el comercio de MDMA (500 millones) y anfetamina (mil millones) no se puede comparar con las otras drogas, pero la mayor parte de la producción tiene lugar en los Países Bajos, un país que también se utiliza como centro logístico para el comercio a través de la web oscura, la parte oculta de Internet.
“Empecé en un garaje”
Muchos negocios empezaron en un garaje. Muchos narcos también. Fáciles de alquilar, anónimos, seguros, disponibles en todo el país, los garajes son un recurso habitual en Holanda para quienes se va de viaje y optan por guardar sus pertenencias de forma temporal, o para quienes no tengan espacio en casa. Pero a veces, en lugar de muebles contienen armas automáticas pesadas, ropa ilegal o materias primas para la producción de drogas. Algunos son incluso laboratorios de droga al completo, en medio de una zona residencial.
La agencia de investigación Bureau Beke, que elaboró el informe ‘Black Box’, analizó el perfil de usuarios y dueños de estas ‘cajas fuertes’: al menos una cuarta parte de quienes regentan garajes son delincuentes conocidos por la policía holandesa, con una media de seis delitos en sus antecedentes penales por diferentes crímenes, en especial el narcotráfico. Los investigadores hicieron una lista de 25 empresas en la región de Brabante que sospechaban que podían tener a los criminales entre sus clientes: de ellos, 22 resultaron tener inquilinos acusados de participar en el crimen organizado.
En el caso de un laboratorio de drogas existe un gran riesgo de explosión, por lo que tenerlo en plena zona residencial es “una especie de bomba de tiempo con patas”, reconoció Paul Depla, el alcalde de Breda, donde la policía localizó uno de estos locales.
Relojes blanqueadores
La compra de relojes caros, de marcas como Rolex y Audemars Piguet, es ahora la operación de blanqueo de dinero preferida entre los delincuentes. Cuentan con la cooperación de comerciantes legales de estas piezas exclusivas para ayudarles a invertir grandes cantidades obtenidas del crimen organizado. Los relojes pueden costar entre decenas y cientos de miles de euros. Se utilizan bien como objetivo de inversión, bien como obsequio, pago o recompensa por servicios criminales prestados a las mafias, según una investigación del diario holandés ‘De Telegraaf’.
El negocio relojero se ha multiplicado. “Hay cientos de comerciantes donde solía haber decenas”, subraya un hombre de negocios involucrado en esta red semilegal de venta de relojes. Asegura que compra un reloj por 10.000 euros y lo vende por 11.000, una ganancia suficiente como para mantenerse en el negocio e ignorar de dónde sacan el dinero sus clientes. Las piezas se adquieren a vendedores totalmente legales, que registran el nombre del comprador como harían con cualquier otro… sin mirar el detalle de que se trata de una operación de lavado de dinero.
Otros emplean una factura extranjera para fingir haber exportado sus relojes, aunque la pieza luego se queda en Países Bajos, en manos de los criminales que pagaron por ellas. Aunque no siempre pagan: también se han multiplicado los robos, tanto a comerciantes como a particulares. El año pasado se registraron 80 hurtos callejeros de relojes Rolex. Dos comerciantes involucrados en el mundo criminal y dedicados a este negocio fueron asesinados en 2020. Por otra parte, es precisamente gracias a los datos de los vendedores de relojes que la policía ha conseguido capturar a algunos delincuentes. No porque un reloj sea más caro impide que a su portador le llegue la hora.