¿Qué fue la perestroika y por qué precipitó la caída de la Unión Soviética?

Reagan Gorbachov

La perestroika fue una reforma para liberalizar la economía llevada a cabo en los últimos años de la Unión Soviética.

Mijaíl Gorbachov llegó al poder en 1985 y puso en marcha un ambicioso plan de políticas aperturistas para potenciar el desarrollo económico del país y su democratización al estilo occidental. Además de la perestroika (‘reestructuración’ en ruso), enmarcada en las políticas de uskoréniye (‘aceleración’), Gorbachov implantó la glasnost (‘apertura’ o ‘transparencia’), dedicada a reformas políticas.

Después de la muerte de Brézhnev en 1982 y de los breves mandatos de sus sucesores, Andropov y Chernenko, que no lograron sacar a la URSS del estancamiento social y económico, Gorbachov empezó a cuestionar con estas reformas los errores soviéticos cometidos desde tiempos de Stalin. Aunque no renegaba por completo del socialismo, sí dio los primeros pasos hacia la economía capitalista que hoy domina el mundo, incluyendo la Federación Rusa, sucesora legal de la URSS.

“Perestroika” y “glasnost” fueron primero conceptos ambiguos, que se transformaron según los gobernantes cambiaban de estrategia. La “reestructuración” pasó de significar una vuelta a los antiguos valores socialistas a referirse al cambio de modelo hacia una economía de mercado. La reforma era prometedora y necesaria para actualizar las políticas de la URSS, pero la gestión política, en apariencia carente de rumbo, dio lugar a un declive económico.

Entre las medidas económicas que anunció Gorbachov destacaron la normalización del mercado de consumo, la descentralización del sistema, la lucha contra la corrupción, la modernización industrial y la liberalización económica. Estas se tradujeron en una liberalización de los precios, el fin de la estricta regulación de los salarios y la desestatización y privatización de las empresas.

Una gran reforma que precipitó el colapso

Con la perestroika y la glasnost, Gorbachov ganó simpatías dentro y fuera del país. Sin embargo, el líder soviético había puesto en marcha estas medidas en medio de duras presiones. Por un lado, intelectuales, políticos y sectores más prooccidentales exigían una transformación más radical hacia el sistema capitalista y elecciones libres. Por otro, los comunistas sabían que estas reformas serían el fin del poder absoluto del Partido, y tampoco fueron bien acogidas por la KGB y amplios grupos sociales defensores del sistema socialista.

Para formar una opinión pública favorable a la perestroika, el Kremlin lanzó una campaña mediática liderada por un aliado de Gorbachov, el jefe de propaganda del Comité Central del Partido y llamado “arquitecto” de la misma, Alexander Yakovlev. El objetivo era dar voz a personas hostiles hacia el Partido, y así la prensa y la televisión empezaron a incluir posturas contrarias al proyecto socialista.

Pero, aunque la liberalización económica y política pretendían adaptar al país a la realidad internacional, no liquidar la URSS, el Estado soviético tenía los días contados. La inestabilidad social y económica en Europa del Este y el descontento se hicieron manifiestos en la caída del Muro de Berlín y el resto de revoluciones anticomunistas de 1989, a las que se sumaron las declaraciones de independencia de varias repúblicas soviéticas como Lituania o Azerbaiyán ya en 1990.

Además, la legitimidad del Gobierno de Gorbachov se vio minada en agosto de 1991 por un intento de golpe de Estado de la línea dura del Partido y el KGB para evitar el colapso del sistema soviético. Todo ello provocó ese año la desintegración de la URSS y del Pacto de Varsovia, poniendo fin a la Guerra Fría. Pese a que se suele apuntar a las reformas de Gorbachov, el exlíder soviético opinó en 2006 que el accidente nuclear en Chernóbil de 1986 había sido “tal vez —más que la perestroika— la verdadera causa del colapso de la Unión Soviética”.

Gorbachov Stalin popularidad

Gorbachov sigue siendo impopular en Rusia

En su último discurso como presidente, Gorbachov aseguró que la perestroika permitió al país obtener libertad y contribuyó a la cooperación y la paz mundial, y ahora afirma no arrepentirse de haberla puesto en marcha. Con todo, sondeos recientes en el espacio postsoviético muestran que la ciudadanía recuerda las reformas de Gorbachov como un error histórico, y en torno al 65% de la sociedad rusa todavía las rechaza. Preguntados por qué lamentaban la perestroika, los ciudadanos rusos respondieron en una encuesta de 2020 que antes de 1991 eran un “país fuerte y unido”, en el que “había orden”, las relaciones sociales “eran mejores” y las personas “tenían confianza en el mañana”.

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