Un efecto estadístico permite a Calviño ‘vender’ en 2022 parte del crecimiento del 2021. La economía superó las expectativas en 2022 con un repunte del 5,5%. Sin embargo, por el efecto arrastre del 2021, el PIB habría crecido un 3,6% aunque la actividad no hubiera avanzado nada durante el año.
El crecimiento económico del 5,5% en 2022 avanzado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) fue celebrado este viernes en el Ministerio de Asuntos Económicos como muestra de la “solidez” de la economía en un año marcado por la incertidumbre, la guerra y la inflación. “Esta cifra es incluso mayor a la que teníamos antes de que estallara la guerra, a las previsiones incluidas en los Presupuestos y a la de los principales organismos nacionales e internacionales”, destacó el equipo de Nadia Calviño.
Sin embargo, este dato tiene matices. En realidad, la mayor parte del crecimiento se generó un año antes y el Producto Interior Bruto (PIB) habría subido un 3,6% en el conjunto del 2022 aunque la actividad hubiese registrado crecimientos cero todos los trimestres; es decir, aunque se hubiese quedado todo el año igual que estaba a cierre de 2021. Esto se debe al efecto arrastre del 2021, un año que fue de menos a más por la expansión económica del periodo postcovid, con un crecimiento más moderado al inicio del año que al final.
“Del 5,5% que ha crecido la economía, solo 1,9 puntos se deben a la dinámica de crecimiento propia del año. Los otros 3,6 puntos son resultado del efecto arrastre (carry-over), derivado de un crecimiento más intenso al final que al principio de 2021, de tal forma que el PIB en el último trimestre era mucho más elevado que la media del conjunto del año”, explica Mª Jesús Fernández, economista senior de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
Este efecto implica que “aunque la economía no hubiera crecido nada en ninguno de los cuatro trimestres del año, el PIB anual habría crecido un 3,6% sobre el año pasado”, añade. En este sentido, la economista considera que este efecto “exagera un poco la dinámica real de crecimiento que ha habido en el año“, con un único repunte significativo, el del segundo trimestre (2,2%). A partir del verano, la economía se estancó por el impacto de la inflación y el aumento de los tipos de interés.
Lo mismo opina Gregorio Izquierdo, director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE) y expresidente del INE: “El 5,5% en la práctica es un crecimiento que se explica más por lo que sucedió en el pasado, a finales de 2021, que por lo que está sucediendo ahora, ya que si nos limitamos al momento actual, el ritmo de crecimiento es del 0,2%, que en términos anualizados (es decir, al elevar ese crecimiento al conjunto del año) sería del 0,9%”, apunta.
Como referencia del crecimiento en 2022, los economistas considera más “indicativo” observar la tasa interanual del cuarto trimestre del año. Según los datos del INE, el crecimiento entre el cuarto trimestre de 2022 y el mismo trimestre de 2021 fue del 2,7%. Además, aclaran que si bien el efecto arrastre en la tasa media anual existe siempre con un impacto del orden de un punto porcentual en los periodos de crecimiento, en esta ocasión ha sido extraordinariamente elevado, superior a los tres puntos, por la fuerte recuperación que se vivió a finales de 2021.
Finalmente, también ha alertado de este asunto la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE): “El PIB habría aumentado un 5,5% en términos reales en el conjunto de 2022. Este crecimiento podría parecer elevado, hay que verlo con cierta reticencia, ya que está muy condicionado por un significativo efecto carry-over“, destacan en su análisis de la Contabilidad Nacional.
De cara a 2023, no se espera que este efecto arrastre tenga tanto impacto en la media anual. En este sentido, el consenso de analistas está proyectando un crecimiento de alrededor del 1,5% y el Gobierno, del 2,1%. Este dato, frente al 5,5% de 2022, podría llevar a pensar que la economía sufrirá un fuerte frenazo en 2023. Sin embargo, se da la paradoja el ritmo de crecimiento trimestral sería algo mayor que el evidenciado en el cuarto trimestre de 2022. En este sentido, los economistas instan a observar todas las tasas para analizar la evolución de la economía.
Impulso ‘clave’ del sector público
En cuanto a la evolución más inmediata de la economía, los últimos datos trimestrales del PIB reflejan un crecimiento muy moderado, del 0,2%, en la última parte de 2022 impulsado fundamentalmente por la caída de las importaciones (mayor que la de las exportaciones) y el repunte del gasto público. Éste último creció un 1,9% en el cuarto trimestre, con un impacto en el crecimiento de 4 décimas, según cálculos del Instituto de Estudios Económicos. Esto implica que de no ser por la parte pública, la economía habría sufrido una contracción.
No obstante, hay que remarcar que estos resultados pueden sufrir modificaciones importantes en posteriores estimaciones. De hecho, el INE ha señalado que, por cuestiones de calendario, la información disponible en el momento de la elaboración de este avance era menor que en ocasiones anteriores, de modo que las cifras pueden ser objeto de revisiones ulteriores de mayor magnitud de lo habitual.
En términos de empleo la situación ha sido muy parecida. La Encuesta de Población Activa (EPA) del INE arrojó un crecimiento muy moderado del empleo en el tercer trimestre (77.700 frente a los 200.000 habituales) y una destrucción de puestos de trabajo en el cuarto, con 81.900 menos. Este estancamiento del empleo, con una variación entre el segundo y el primer semestre próxima a cero (se destruyeron 4.000 empleos), fue así y no peor gracias al ‘tirón’ del sector público, que creó 72.300 puestos de trabajo entre julio y diciembre.
El sector privado, sin embargo, registró sus peores datos en una década en ambos trimestres, con la creación de 25.400 empleos en verano (el menor crecimiento desde el tercer trimestre de 2012 y la mitad que el sector público) y la destrucción de 102.000 en el cuarto (la mayor caída en este trimestre desde 2012 frente al incremento del público). De esta forma, entre julio y diciembre el sector privado destruyó 76.600 empleos respecto al primer semestre.
Es decir, que sin el ’empuje’ del empleo público, el mercado laboral habría pasado de mantenerse estable en la segunda parte del año (20,463 millones de ocupados totales a cierre de año, muy similares a los 20,468 millones del segundo trimestre), a destruir un número notable de puestos de trabajo respecto al primer semestre. El comportamiento del empleo público entre julio y diciembre no fue extraordinario (la cifra fue similar a la de los años precovid), pero sirvió para compensar la fuerte e inusual caída del sector privado.