Mientras el PIB crece un 4% en cinco años y el PIB per cápita lo hace un 0,6%, los impuestos suben un 28,5%
Tenía ganas de montar un cuadro económico con las principales variables que pueden mostrar la evolución real de mi país. El objetivo es muy claro, demostrar a los lectores que votar socialismo es votar subida de impuestos, subida de gasto inútil, subida de deuda del país y disminución de la riqueza por el parón económico.
Hoy voy a establecer el modelo para, semana a semana, comparar España con un país de la Unión Europea, de tal manera que los ciudadanos comprendan que votar a Pedro Sánchez, si hubiese elecciones generales en enero, es votar la ruina de nuestro país.
Si alguien quiere saber si esto es una idea mía, diré que es una idea de muchas personas que me escriben y que me han pedido que haga algo parecido a esto y que espero que les sirva para repartir entre sus amigos, vecinos o familiares que todavía piensan que votar socialismo es votar «progresismo».
Votar socialista quizás sea votar progre, pero es la antítesis del progreso. El progreso es que los ciudadanos de un país en su conjunto vivan mejor, no que viva mejor la clase política, que es lo que está sucediendo en estos momentos.
¿Se imaginan ustedes a Irene Montero teniendo que volver a ser cajera de un supermercado?
Pues eso, progresismo no es que viva bien la Sra. Calviño, que ha hecho todo lo posible por colocar a su marido y no lo consiguió, pero a cambio colocó a su hijo en el Banco Europeo de Desarrollo Regional, con sede en Londres, al que envió 214 millones de euros de subvenciones (20 millones más que Alemania). Esto es ser progre.
El progreso lo iremos viendo cuando nos comparemos con Irlanda, con los Países Bajos, con Polonia, con Chequia o Eslovaquia y veamos como se están desarrollando estos países en el mismo período de tiempo que vamos a analizar aquí.
Para ello, voy a utilizar las siguientes variables: el PIB real, ya ajustado por el INE de Manzanera, para no ser acusado de no utilizar datos oficiales, aunque me duelan, el PIB per cápita, los impuestos oficialmente recaudados por todo el Estado español, los Gastos Públicos consolidados, el déficit y la deuda.
Así que, sin más tardar, veamos como le dejaron la economía al actual presidente español y del Consejo de Europa.
Desde que llegó Pedro Sánchez a la Moncloa, a mitad del 2018, nuestra economía en medidas reales creció un 2,3 % en el año que tomó el poder. En 2019 no pudo sostener ese crecimiento y se quedó en un 2,0 %, la pandemia le llevó a ser el peor país de la UE con un decrecimiento del 11,2 % y con los arreglos y ajustes del INE, puede decir que en el 2022 ha repetido la cifra del 2019, aunque realmente se ha quedado 294 millones de euros por debajo.
Por lo tanto, si comparamos su gestión con respecto al cierre del último año de Rajoy, podemos decir que en cinco años este presidente ha conseguido crecer un 4 % la riqueza de este país. Un crecimiento muy pobre para una estrella del firmamento.
Claro que, si esto lo miramos por habitante, es cuando nos damos cuenta de que después de cinco años nuestra capacidad media por habitante ha crecido un 0,6 %.
Pero lo que realmente le gusta subir al socialismo, no la riqueza, sino los impuestos y eso si que se le da francamente bien. Mientras el PIB crece un 4 % en cinco años y el PIB per cápita lo hace un 0,6 %, los impuestos crecen un 28,5 %.
Así podemos ver que Rajoy deja, en su último ejercicio completo, unos ingresos que los progres del momento consideraban abusivos del 39,0 % del PIB y haciendo rascarse los bolsillos a trabajadores, hogares y empresarios por 440.037 millones de euros. Esta cifra desde que llega Sánchez no para de crecer y así se lleva un 40,6 % del PIB en 2018, sube a un 41,2 % en el 2019, no para ni con la pandemia y les quita a los españoles un 44,4 % de la riqueza, para en 2021 que la tasa impositiva se vaya al 47,1 % y en 2022 al 48,1 %.
Todo ello supone llegar a recaudar 570.521 millones, que son 126.484 millones de euros más de lo que el odiado Rajoy nos rascaba de los bolsillos a los españoles, pero claro, si los quita la derecha es que nos roba, pero si los quita la izquierda es «progre».
Pero no contento con esto empieza el despilfarro. Rajoy se gastaba el 42,2 % del PIB en el 2017 produciendo un déficit del 3,2 %. Desde que el socialista tomó la batuta del gasto nos lleva a tener un Gasto Público, en el 2022, que supone el 53,5 % del total del PIB, lo cual nos lleva a un déficit sobre el PIB real de un 5,4 %. Ahora vendrán a decirme algo que ya sé, que el déficit se mide sobre el PIB corriente, pero como yo voy a usar esto para comparar esto mismo con otros países, voy a comparar peras con peras.
En cualquier caso, la verdad es que, mientras los ingresos por impuestos crecen un 28,5 %, los gastos se disparan un 32,1 % y el socialismo necesita, para pagar todas sus fiestas, 154.032 millones de euros más que los que necesitaba Rajoy.
Todo ello nos lleva a que en 2017 nuestro país estaba endeudado en 1,183 billones de euros. Esta deuda ha ido creciendo todos los años, sin parar, hasta llegar a los 1,502 billones de euros a cierre del 2022, que ha hecho incrementarse nuestra deuda en 319.131 millones. Esto supone que nos hemos endeudado un 27,0 % más que cuando lo dejó el PP.
Y aquí viene la gran paradoja de todo. Para hacer crecer el PIB de nuestro país en 48.765 millones de euros, Pedro Sánchez ha tenido que gastar 154.032 millones más y pedir prestados 319.131 millones.
Por reducción al absurdo, no tiene ningún sentido crecer si para ello nos vamos a gastar 3 veces más del dinero de lo que crecemos y pasamos a deber 6,5 veces más de lo que crecemos.
No creo que, a nadie en su sano juicio, le puede gustar este tipo de soluciones. Votar a Pedro Sánchez ha significado que para hacer crecer una economía un 1, hay que gastarse 3,2 y pasar a deber 6,5.
José Ramón Riera, El Debate