Vietnam, país densamente poblado y vecino de China, no cuenta con un sistema de salud muy robusto y carece de dinero para combatir el coronavirus. Sin embargo, la tasa de infección en Vietnam es muy baja. ¿Por qué?
En Vietnam, que comparte una frontera de más de 1.100 kilómetros con China, solo hay 268 personas infectadas y no se han registrado muertos, según información oficial (hasta el 23 de abril de 2020).
Aunque estos datos deben interpretarse con precaución, está claro que Vietnam está haciendo un buen trabajo en la lucha contra el coronavirus. El país logró frenar la expansion del virus en la fase I.
Ya a finales de enero, el primer ministro vietnamita, Nguyen Xuan Phuc, advirtió que no pasaría mucho tiempo antes de que el virus llegara a Vietnam. Sus palabras fueron entonces “combatir la epidemia significa luchar contra el enemigo”.
Movilización en todos los frentes
Pero, ¿cómo se lucha contra la pandemia cuando se carece de presupuesto y de un sistema de salud sólido? En Vietnam es imposible actuar como en Corea, donde se realizan cientos de miles de tests. La atención médica también es limitada. Nguyen Thanh Phong, el alcalde de la ciudad Ho Chi Minh, de ocho millones, dijo que con solo 900 camas para atención médica intensiva, es imposible hacer frente a una pandemia.
Esta es la razón por la que Vietnam apostó por un confinamiento riguroso y una precisa identificación de los contactos de las personas contagiadas. Lo hizo mucho antes que China. En Vietnam, un municipio entero con más de 10.000 habitantes, cerca de Hanoi, fue puesto en cuarentena durante tres semanas el 13 de febrero. En ese momento, solo había diez casos confirmados en el país. Además, las personas que viajaban al país debía estar quince días en cuarentena. Esta medida se implementó muy pronto. Las escuelas y universidades no tienen clases desde principio de febrero.
Vietnam, control total
En lugar de la medicina de alta tecnología, Vietnam se centró en la prevención y el control a través de los órganos de seguridad, militares bien equipados y un aparato ampliamente ramificado para monitorear a la población. Los órganos de seguridad del Partido Comunista están presentes en casi todas las calles, en cada barrio y en cada pueblo. Esta estrecha vigilancia evita, en gran medida, que las personas se escapen de la red o evadan la acción del gobierno.
La otra cara de la moneda es que las personas enfermas con coronavirus son ridiculizadas en su vecindario y en las redes sociales.
Retórica belicista
La propaganda gubernamental se basa en la retórica belicista: “¡Cada negocio, cada ciudadano, cada barrio tiene que ser una fortaleza para detener la epidemia!”. Con este tipo de expresiones conecta con la población vietnamita, que está orgullosa de su capacidad de mantenerse unida en crisis y de enfrentar grandes dificultades. Todos los habitantes del país recibieron mensajes de texto del Ministerio de Salud, advirtiéndoles sobre la enfermedad e informándoles sobre las normas de conducta, como evitar el contacto y las medidas higiénicas.
Gran aceptación por parte de los vietnamitas
De los comentarios de las redes sociales se puede percibir la gran satisfacción de los vietnamitas hacia su gobierno. El vice primer ministro Vu Duc Dam es un “héroe nacional” en Facebook. A muy pocos les molesta que estos éxitos corran a cuenta de un solo partido estatal que viola la libertad y los derechos civiles. También aceptan el hecho de que haya un control más estricto de lo habitual de los medios de comunicación.
Según cifras del gobierno, 3.000 empresas tuvieron que cerrar en los primeros dos meses del año. El gobierno quiere aportar 1.100 millones de dólares a la economía. Sin embargo, las autoridades fiscales cuentan con que los ingresos fiscales colapsarán debido a la crisis. Por lo tanto, este llama a la población a hacer donaciones voluntarias en los medios de comunicación y por SMS. Y los vietnamitas lo hacen, porque creen en el gobierno y en la lucha contra el coronavirus.