Díaz Giménez: “Los rescates permiten hacer cambios fundamentales”

Javier Díaz Giménez

Reflexiona sobre la necesidad de dejar quebrar a muchas empresas y de la importancia que tendría recibir ayuda externa.

Javier Díaz-Giménez (Madrid, 1960) es un economista con un discurso diferente. Profesor del IESE Business School e investigador en el campo de la macroeconomía, es crítico con la organización territorial del Estado español, que califica en esta entrevista de “disparate”.

Gran conocedor del sistema de pensiones y estudioso de las reformas de la política fiscal, fue asesor del Ministerio de Industria y tuvo un paso muy fugaz como asesor de la Oficina Económica de La Moncloa en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero no se adscribe a las siglas de ningún partido.

¿Cómo se debería plantear el plan de reconstrucción de la economía española?

No sé si ha habido una destrucción porque no se ha roto nada, simplemente se ha parado la actividad. La palabra reconstrucción plantea un problema, parece como que haya que arreglar un puente, cambiar una estatua de sitio o invertir en más kilómetros de AVE y no hay que hacer nada de esto. Al hablar de reconstrucción parece que todo va a tener que ver con rescatar el pasado. No tiene mucho sentido incurrir en una locura de gasto injustificado e inasumible por el Estado, lo que tiene sentido es justo lo que no tenemos y no cuesta dinero. Lo que podría hacer el Gobierno es una hoja de ruta cuidadosamente planificada con toda la anticipación que sea posible. Si el ciudadano no sabe todavía si podrá ir a su destino de vacaciones en julio, imaginemos las empresas que no saben cuándo podrán volver sus trabajadores, si tendrán que hacer test… Cuando un empresario me llama para preguntarme cuándo creo que podrá reanudar la actividad, le digo que en estas circunstancias, los más prudente es pensar que va a empezar en septiembre.

No tiene sentido incurrir en una locura de gasto, lo que tiene sentido es lo que no tenemos y no cuesta dinero: una hoja de ruta planificada

¿El plan de desescalada anunciado por el Gobierno es mejorable?

El presidente del Gobierno tendría que haber dicho cuáles son los indicadores que van a emplear para decidir las fases de la desescalada. Si todavía no los sabe, ¿cómo puede haber hecho ese plan? Y si los sabe, ¿por qué no los comunica? ¿Tiene miedo de que todo el mundo los discuta? La reconstrucción que nos hace falta es un buen plan de desescalada. En su intervención del 28 de abril, el presidente del Gobierno dijo: “si eso, ya vamos viendo…” ¿Es ese el plan? ¿Cómo se hace una reconstrucción? Pensando cuidadosamente la normativa y ayudando a las personas y a las empresas a planificarse y a organizarse. Justo lo que no está haciendo el Gobierno.

Medidas como las líneas de avales del ICO, ¿son acertadas?

Con respecto a los créditos a empresas, cuando se termine el confinamiento, habrá tres clases: unas a las que les ha ido muy bien con la crisis del Covid19, y que van a ganar mucho más dinero de lo que habrían ganado; otras que no van a abrir por más ayudas que reciban -por ejemplo los bares que solo tienen una barra, o la hostelería de locales pequeños-; y otras que si las aguantas un poco y les das liquidez van a poder salir adelante.  Saber a qué clase pertenece cada una no es fácil. El ICO tendría que ayudar sólo a las del tercer grupo: a aquellas que solo van a sobrevivir con ayudas.

En cambio, a las empresas del segundo grupo, las que no pueden subsistir en la nueva economía que nos espera, no hay que ayudarlas, a las personas afectadas por los despidos y las quiebras sí, pero a las empresas, no. La decisión de cerrar una empresa se explica en todos los libros de microeconomía básica. Y va a haber muchas PYMES que van a quebrar como consecuencia de esta crisis.

El ICO tendría que ayudar sólo a las empresas que solo van a sobrevivir con ayudas

En el largo plazo, una empresa tiene que cerrar si pierde dinero. Pero en el corto plazo, puede seguir abierta siempre que sus ingresos variables sean mayores que sus costes variables. Si esto no es así, tendrá que cerrar. Con esa premisa se puede seguir pensando en qué hacer con esas empresas.

Algunas tendrán un problema con sus ingresos variables.  Por lo tanto, tendrán que reducir sus costes variables y tendrán que financiarse durante el periodo de ajuste hasta que sus ingresos variables aumenten. Durante ese periodo, tendrán que seguir pagando sus nóminas y sus facturas que van desde la luz hasta los impuestos. Esas compañías son las que deberían recibir ayudas. Las que no cumplan esa condición, no son rescatables. Desgraciadamente, deberían quebrar y los recursos del Estado deberían dedicarse a ayudar a las personas afectadas por esas quiebras.

¿Debería buscar el Gobierno ayuda en una figura externa, como pueda ser un Vittorio Colao?

A mi me gustaría que la presidenta de nuestro gobierno fuera Angela Merkel y si está demasiado ocupada, otra solución simpática, que yo vería con buenos ojos, sería que nos adoptaran los portugueses. Me gustaría que el próximo confinamiento me pillara en cualquier otro sitio del mundo que no fuera España.

Me gustaría que la presidenta de nuestro gobierno fuera Angela Merkel y si está demasiado ocupada, que nos adoptaran los portugueses

¿Qué medidas se pueden adoptar para paliar el daño que está sufriendo la economía?

Después de esto, lo que va a pasar es que muchos van a arrimar el ascua a su sardina. Por ejemplo, los partidarios de la renta básica, van a decir que éste es el momento de aprobarla. Pero no lo es. Es el momento de una renta de emergencia. Tampoco es el momento de poner en marcha un gran plan de infraestructuras verdes si lo que te gusta es una política ‘verde’. Ahora lo que tenemos que hacer es poner la economía a andar. Y ¿cómo se pone a andar? Con planificación, con información y con comunicación. El Gobierno debe entender esto.

Lo que tenemos que hacer es poner la economía a andar. Y ¿cómo? Con planificación, con información, con comunicación

El Gobierno, en realidad, no tiene que hacer nada porque el parón de la economía viene de una prohibición, que probablemente esté justificada por la pandemia. En 2020 la economía española iba a crecer un 1,6% sin la ayuda del Gobierno. Si ha dejado de crecer ha sido por la pandemia y por su gestión, o sea, por la pandemia y por el imperativo legal del Estado de Alarma, probablemente justificado.

¿Hay que acelerar la desescalada?

Lo que no puede ser es entrar en una dinámica en la que como se cerró muy tarde y con una brocha muy gorda, ahora, para compensar, se abra también tarde y con una brocha muy cuestionable. No es con prudencia como se soluciona este problema. La reconstrucción podría empieza hoy, ayer, o en cualquier momento y no hay que esperar a una inyección de billones de euros del Estado.

No es el momento de una renta básica. Es el momento de una renta de emergencia. Tampoco lo es de poner en marcha un plan ‘verde’

Mi propuesta es que ayudemos a las personas que lo necesitan. Lo que deben hacer los gobiernos, incluso los menos intervencionistas, en las catástrofes naturales es ayudar a los ciudadanos. La epidemia del Covid19 es una catástrofe natural. El coronavirus se parece a un terremoto, o a una inundación, pero con el agravante de que afecta a todo el mundo al mismo tiempo, lo que encarece de una forma extravagante las ayudas de emergencia. El Gobierno tiene que pensar que en una catástrofe, como criterio general, lo que tiene que hacer es ayudar a las personas que lo necesiten, y no a las empresas.

Pero otros países europeos sí han rescatado empresas…

Me da igual. ¿Tenemos que rescatar a Iberia? ¿Es Iberia una empresa española? ¿Necesita el Estado español una aerolínea de bandera? ¿Debería participar en su accionariado? Si Iberia quiebra, habrá quién pregunte entonces, ¿qué pasa con sus parados? De esos sí que tendremos que hablar. Como ya he dicho, no se trata de ayudar a las empresas, sino de ayudar a los trabajadores. Una parte del dinero que se entrega a una compañía, termina en los bolsillos de sus accionistas, muchos de los cuales no son españoles. Así que yo hablaría de ayudar a los trabajadores.

Mi propuesta es ayudemos a las personas que lo necesitan. Lo que deben hacer los gobiernos es ayudar a los ciudadanos

Habrá quién recordará entonces que en 2008 se rescató el sector financiero, ¿por qué no hacer ahora lo mismo con otras empresas?

Es cierto. Hay dos clases de economistas: los que pensamos que la quiebra de Lehman Brothers fue lo mejor que pasó en 2008 y los que piensan que fue el mayor error. ¿Tendrían que haber permitido que quebrara todo lo demás? ¿Qué habría pasado con el sector financiero? Pues algo parecido a lo que ha terminado ocurriendo en diferido durante esta última década, pero con miles de millones del dinero del contribuyente en los bolsillos equivocados.

También estamos viendo que empresas, como Inditex, están saliendo a ayudar a la sociedad…

Eso sí que es meritorio y digno de aplauso. Hay que valorar muy bien las decisiones de Inditex. Amancio Ortega está poniendo dinero para que salvar a su empresa de esta crisis y para ayudar a los demás. Alguno dirá que la ayuda es para salvar el corto plazo y ganar dinero en el largo plazo. En cualquier caso, muchas de las decisiones de Inditex que se han hecho públicas son ejemplares.

Y hablando de rescatar, ¿sería bueno que la Unión Europea rescatara ahora a España con los mecanismos que tiene?

Siempre he sido un nostálgico del rescate. Los principales problemas de la economía española son los incentivos perversos que crean muchos de los artículos del Estatuto de los Trabajadores y un sistema de pensiones que debería preservar los derechos adquiridos por los pensionistas, pero que no es viable en el medio plazo, porque la demografía española hace que el contrato intergeneracional actualmente vigente sea insostenible. El sistema de pensiones actual hace una promesa que no se puede cumplir, pero no a los mayores, sino especialmente a los jóvenes. Un rescate europeo a la economía española permitiría hacer cambios fundamentales en las relaciones laborales y en las pensiones, que son muy difíciles políticamente sin un rescate.

El principal problema de la economía española es el Estatuto de los Trabajadores y un sistema de pensiones que no es viable

Y, ya que estamos hablando del sector público, es evidente que España no es como Francia. Aquí no se puede fijar una serie de fechas para la desescalada porque las autonomías se negarían. Pero tampoco se nos dice: vamos a prescindir de los ministros y vamos a poner en el Gobierno de Emergencia de España a los 17 presidentes autonómicos. Si lo hiciéramos, probablemente empezaríamos a pensar si 17 es un buen número o si no sería mejor 10 o 12, porque los presidentes de las autonomías grandes dirían que por qué ellos tienen el mismo poder que los de las pequeñas.

Los nuevos Pactos de la Moncloa deberían ser con las autonomías. Claro que a continuación, probablemente se plantearía que por qué no meter también en el Consejo de Ministros a los más de 8.000 alcaldes españoles -ya sé que muchos no cobran del presupuesto, pero todos mandan- y, ya puestos, a los presidentes de las diputaciones. La organización territorial del Estado español es un disparate, desincentiva la corresponsabilidad y dificulta la toma de decisiones coordinadas en momentos como este, que es cuando más se necesitan.

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