Miles de familias de Bogotá padecen hambre al no poder salir de sus hogares para trabajar: “Antes pagaba cada día una habitación con mi papá, pero ya no podemos. Dormimos en la calle y vivimos de lo que nos da la gente”.
Mientras el Gobierno de Iván Duque se encuentra en un tira y afloja con la Alcaldía de Bogotá sobre cómo reactivar la economía de la capital, en los barrios más pobres se libra otra batalla contra el hambre. El pasado 25 de marzo Colombia entró en cuarentena con el propósito de evitar la propagación del coronavirus. La emergencia sanitaria se decretó con 306 casos reportados y tres fallecidos en todo el territorio nacional. Sin embargo, en un país que cerró el año 2019 con una tasa del 47 % de empleo informal, quedarse en casa implica que muchas familias que viven al día carezcan de recursos económicos para alimentarse.
En condiciones normales, cada mañana cientos de miles de bogotanos salen a la calle para vender arepas, café, cigarrillos, fruta y todo un arsenal de productos que les permite llevar un plato a la mesa. Además de vendedores ambulantes, encontramos talleres mecánicos, improvisadas peluquerías o recicladores que recorren la ciudad buscando en las basuras material para vender. Según las últimas cifras presentadas por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en Bogotá el 41,7 % del empleo es informal. Es decir, casi la mitad de la población trabaja sin contrato.
Éste es el caso de Esaúl López, quien antes de la cuarentena trabajaba descargando bultos de madrugada en los grandes mercados o como reciclador. Ambos trabajos le permitían vivir al día. “Antes pagaba cada día una habitación con mi papá, pero ya no podemos. Dormimos en la calle y vivimos de lo que nos da la gente”, cuenta López a Público.
Para Isaac Navía Moreno, también reciclador, el trabajo ha sido muy pesado desde que empezó la cuarentena. “Se han desvalorizado los precios. También se han reducido los horarios de ventas y ha aumentado la dificultad para poder vender los materiales”, explica Navía. Antes, el horario de trabajo empezaba a las cinco de la tarde y vendía lo que recogía esa misma noche. Ahora le toca guardarlo para venderlo al día siguiente. Para ello tiene que alquilar un zorrito (carreta de dos ruedas) que sirve para poder llevar el reciclaje. “Esto me genera menos ganancia”, lamenta.
El informe sobre seguridad alimentaria presentado en 2019 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura reveló que el 4,8 % de la población colombiana -cerca de 2,4 millones de personas- padeció hambre entre 2016 y 2018. Además, más de la mitad de los hogares del país -un 54,2 %- tiene dificultades para conseguir alimentos, según la última Encuesta Nacional de Situación Nutricional de Colombia, presentada en 2015.
“Familias en acción” o “Bogotá solidaria en casa” son algunos de los programas gubernamentales para repartir alimentos a los más necesitados. Sin embargo, tras un mes de cuarentena muchas personas aún no han recibido nada. Para llamar la atención de las autoridades muchas familias han colgado trapos rojos en sus ventanas como señal de que necesitan ayuda.
No obstante, la desesperación de muchas familias bogotanas las ha llevado a saltarse la cuarentena y protestar por la falta de ayudas del Gobierno. Las manifestaciones y bloqueos se han convertido en algo diario en la capital. El hecho más crítico se presentó este jueves en el barrio El Recuerdo de Ciudad Bolivar, uno de los más humildes de Bogotá. Un joven de 23 años que protestaba por no haber obtenido la ayuda prometida recibió dos disparos de la Policía Nacional.
Para aliviar esta situación la Alcaldía de Bogotá ha repartido mercados con productos de primera necesidad a las familias más desfavorecidas. “La idea es cubrir a todas las familias, para lo que se hizo un censo la semana pasada, y se entregará un mercado en cada hogar”, explica un funcionario del ayuntamiento que reparte comida en el barrio Bosque Calderón Tejada de Bogotá.
Brandon Cuán, uno de los vecinos del sector, recibió esta semana productos como papel higiénico, Clorox, arroz, aceite y granos. “En la comunidad estamos muy contentos y agradecidos de que por fin se acordaran de nosotros en los Cerros Orientales”, declara. Estos alimentos los tendrá que compartir con sus tres hermanos y sus padres. Su madre, explica el joven de 20 años, es una de las tantas vendedoras ambulantes que por el momento no puede salir a trabajar.
Desde la estación de policía de la localidad de Chapinero, en la que se encuentra el barrio Bosque Calderón Tejada, el Teniente Coronel Edgar Ávila coordina el reparto de mercados. La localidad es una de las más pudientes de la ciudad. Sin embargo, aclara el coronel, en la zona alta de los cerros viven cerca de 30.000 personas en situación de vulnerabilidad. El miércoles pasado la alcaldía repartió 1.000 mercados en zona; y la policía, junto al Consejo Local, alcanzó a donar otros 800. “Mañana serán 1.500 más de la Alcaldía y desde la policía queremos impactar a 500 nuevas familias”, apunta el coronel.
“Hemos mirando cómo copar los diferentes espacios para que nadie se quede sin mercado. Quizás no hemos llegado a algunos sectores, pero la idea es que al final de un mes podamos lograr la solidaridad de todos y podamos entregarle un mercado a cada uno de ellos”, cuenta Ávila a Público. La policía en cada localidad de la ciudad tiene su propia estrategia. “Dar alimento a las familias que lo necesitan es la nuestra”, concluye.
Desde la comisaría explican que llegan directamente a las casas y que en la calle no entregan nada. Por esta razón son muchos los habitantes de calle como Esaúl cuya única opción es que la cuarentena acabe pronto. Así se lo dice a su padre mientras piden comida en la salida de un supermercado: “Cuando acabe esto, comenzamos de nuevo a resistir”.