España es uno de los países que peor evolución económica va a tener en el próximo año y el único grande al que el FMI no ha mejorado su previsión. Además, la situación de sus cuentas públicas es desastrosa, con un Ejecutivo que no va a emprender planes serios de recorte de los gastos.
España es uno de los países que peor evolución económica va a tener en el próximo año y el único grande al que el FMI no ha mejorado su previsión. Además, la situación de sus cuentas públicas es desastrosa, con un Ejecutivo que no va a emprender planes serios de recorte de los gastos. Y además, el Gobierno de PSOE y Podemos ha emprendido un camino para controlar la justicia, lo que daña a la seguridad jurídica del país. Con todas esta crisis económica y política, soprende la paradoja de que la prima de riesgo esté en niveles históricamente bajos y la rentabilidad del bono español también así como la prima de riesgo. Y esto solo tiene una explicación: el BCE.
En su último informe, publicado esta semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) describe a España como la economía avanzada que peor lo va a hacer tras la epidemia de coronavirus, con un descenso previsto del producto interior bruto (PIB) del 12,8% en el presente ejercicio.
Además, el FMI considera que la economía española no recuperará los niveles previos a la pandemia hasta 2023. Como consecuencia de la crisis, el organismo internacional prevé que el déficit publico llegue este año al 14,1% del PIB.
Según el FMI, la brecha entre los ingresos y los gastos del Estado elevarán la deuda pública hasta el 123% del PIB en 2020. El porcentaje no bajará del 120% hasta 2023.
Coloca la deuda bien
A pesar de esta situación, que en otros momentos habría disparado las alarmas entre los inversores, España sigue colocando sus emisiones de deuda a tipos históricamente bajos y con una elevada demanda.
El pasado jueves, el Tesoro Público colocó 2.325 millones de euros en bonos a cinco años a un interés marginal del -0,325%, el más bajo de la historia. La demanda de los inversores ascendió a 5.200 millones.
Dos días antes, el martes, el Tesoro vendió letras a tres y nueve meses a los tipos más reducidos de su historia.
En el mercado secundario, donde cotiza la deuda ya emitida, la situación es similar. La rentabilidad del bono español a diez años, el de referencia, ha tocado esta semana su nivel más bajo desde hace más de un año, cerca ya de su mínimo histórico.
La prima de riesgo, la diferencia de rentabilidad con el bono alemán, considerado el más seguro, también está bajo control, en torno a los 75 puntos básicos.
A diferencia de lo que ocurrió durante la crisis financiera, cuando las dudas sobre la salud económica de un país se traducía en inmediatas subidas de los intereses exigidos a su deuda, los inversores mantienen la calma.
«Sólo por el BCE»
«La explicación solo tiene un nombre y es el BCE», subraya José Lizán, gestor de Magnum Sicav Solventis. «Es la única explicación porque la macroeconomía no lo soporta».
Según Lizán, el programa de compra de activos puesto en marcha por el BCE para hacer frente a la crisis generada por la pandemia «está permitiendo a los estados financiarse barato».
El programa preveía inicialmente acometer compras por un importe de 750.000 millones de euros hasta final de año. Sin embargo, en junio, el volumen se amplió en 600.000 millones, hasta 1,35 billones, y el plazo se prolongó al menos hasta finales de junio de 2021.
«Cuando arrancó la pandemia el bono español empezó a tensarse y, una vez más, los fantasmas de la crisis del euro volvieron a estar sobre la mesa, pero esta vez el BCE actuó de forma muy contundente», explica Lizón.
Desincentiva reformas
Joaquín Robles, analista de XTB, también atribuye la calma de los inversores en los mercados de deuda a la política «ultraexpansiva» del BCE.
«Desde el mes de marzo, cuando estalló la crisis sanitaria, el BCE ha desplegado todos sus esfuerzos para ayudar a las principales economías europeas a financiarse al menor coste posible», destaca.
En su opinión, la evolución de los tipos a los que se coloca la deuda española «no reflejan el riesgo de la economía española».
La parte mala del apoyo del BCE a las economías periféricas es que desincentiva hacer las reformas económicas necesarias para tener unas cuentas públicas más sostenibles
La parte mala de este apoyo del BCE a las economías periféricas es, sin embargo, que desincentiva hacer las reformas económicas que son necesarias para tener una economía más productiva y unas cuentas públicas más sostenibles
Robles recuerda, además, que la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha dicho que el BCE está dispuesto a alargar los plazos del programa y el importe de las compras.
Desde que se puso en marcha el programa, el BCE ha destinado más de 61.000 millones de euros a la compra de deuda española, 22.392 millones entre marzo y mayo, 23.719 millones en junio y julio, y 14.918 millones entre agosto y septiembre.
Las compras del BCE ahorrarán 200.000 millones a España en los próximos 10 años
Nadie como el Banco Central Europeo (BCE) va a ayudar a España y los países periféricos del euro. La acción decidida y temprana de la entidad, para atajar el avance de las primas de riesgo a través de compras masivas de bonos soberanos, es lo que está permitiendo al Tesoro Público financiarse a unos tipos de interés bajísimos.
Esta misma semana, en plena tormenta económica, el Tesoro Público ha emitido un bono sindicado (colocado entre inversores institucionales) con vencimiento a 10 años por el que recibió una demanda de casi 100.000 millones de euros. Una cuantía superior, por ejemplo, a más de medio año de pago de pensiones en España. Estos datos serían sencillamente impensables sin el respaldo del BCE.
De hecho, las dudas iniciales de la presidenta de la entidad, Christine Lagarde, provocaron un fuerte tensionamiento en las primas de riesgo periféricas. La española, por ejemplo, tardó apenas tres semanas en duplicarse, pasando de 65 a superar los 140 puntos básicos. La gravedad de la situación llevó al BCE a dar marcha atrás y lanzar un ambicioso programa de estímulos, que incluye el programa temporal de compras de emergencia en caso de pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), que asciende a 750.000 millones de euros, más de la mitad del PIB español. Este es el gran salvavidas para España y el resto de países periféricos en medio de la crisis del coronavirus.
Un informe de Bank of America estima en unos 15 puntos del PIB el ahorro que conseguirá España en la próxima década gracias al programa de compras del Banco Central Europeo. Una cuantía que, con el PIB a precios de 2019 sería de unos 190.000 millones de euros. Es de esperar que la cifra final sea superior, ya que el PIB crecerá en la próxima década.
Los analistas de Bank of America creen que este paquete de estímulos del BCE no será tan temporal como señala su nombre, sino que se prolongará durante varios años. El motivo es precisamente la elevada deuda pública de los países periféricos, que podrían tener graves problemas sin el apoyo del eurobanco. “El BCE es el pegamento que mantiene todo unido”, señala el banco estadounidense. Según sus estimaciones, el programa tendrá que ampliarse, al menos, hasta mediados de 2021 y alcanzará el doble de su tamaño actual. Esto es, superará, en montante, el PIB español previo a la crisis.
Este ahorro no será inmediato, sino que se irá acumulando a medida que pasen los años, a medida que España tenga que pagar los intereses correspondientes. Y además será creciente en el tiempo, ya que cada vez que España refinancie la deuda que venza, logrará un gran descuento gracias a la acción del BCE.
En lo que resta de año y 2021, España tendrá que refinanciar más de 150.000 millones de euros de deuda de mercado, a lo que habrá que añadir las letras que vencerán en varias ocasiones, así como la financiación de todo el déficit que se acumulará en estos dos años, y que superará los 100.000 millones de euros. Esto significa que el Tesoro tendrá que acudir con frecuencia a los mercados durante los próximos dos años para pedir dinero a los inversores. Cada vez que lo haga, el BCE estará inyectando fondos, de forma indirecta, en el presupuesto público a través del ahorro de los intereses de la deuda.
Sin la ayuda del BCE, sería imposible que España lograse rebajar su nivel de deuda a medio y largo plazo. En el año 2019 la carga de intereses se situó en el entorno de los 28.000 millones de euros gracias al BCE. A futuro, esa cuantía es previsible que aumente, por la simple razón de que España tendrá más deuda en circulación.
Solo un punto de rebaja completo en los intereses (100 puntos básicos), para una emisión de deuda de 200.000 millones de euros, supone un ahorro de 2.000 millones de euros solo en un año. Este ahorro es acumulativo, de modo que a lo largo de una década, marcará la diferencia entre una senda descendente de la deuda y una constante. Bank of America proyecta que el endeudamiento de las administraciones públicas se mantendría en el entorno del 115% del PIB durante la próxima década sin el programa de compras del BCE.
La carga creciente de intereses, como consecuencia de la acumulación de deuda, dificultaría gravemente el ajuste. España necesitaría un abultado superávit primario para contrarrestar la factura de los bonos o un importante crecimiento del PIB con inflación. Dos escenarios que, ahora mismo, parecen muy lejanos. De ahí que el auxilio del BCE vaya a ser fundamental para mantener la deuda a raya. Eso sí, Bank of America estima que no volverá a bajar del 100% del PIB en la próxima década.