El mes de septiembre dejó un aumento de la afiliación de 84.000 trabajadores, el mejor dato nunca registrado en este mes. Un dato muy positivo que el Gobierno ha celebrado en las últimas horas. Sin embargo, un análisis en detalle refleja la debilidad del empleo cuando se cumple ya medio año de pandemia. El empleo público, los ERTE y el final del verano han jugado un papel clave en este mes de septiembre, ocultando la realidad del mercado laboral bajo los datos agregados. Si se analizan los datos del empleo restando estos tres factores, el resultado es que la recuperación ha llegado a septiembre con poco impulso como consecuencia de los rebrotes del virus.
Vamos por partes
Los sectores que impulsaron el crecimiento del empleo son los que están directamente relacionados con el empleo público: sanidad, educación y administraciones públicas. Estos tres sectores juntos aportaron 53.000 empleos, 18.200 empleos más que el promedio de septiembre de los tres últimos años. En el caso de la enseñanza, las distintas autonomías aumentaron la contratación de profesores con el objetivo de reducir los alumnos por aula ante el riesgo del coronavirus.
También se han reforzado los hospitales públicos ante los rebrotes del virus, y las administraciones públicas han realizado contrataciones para apuntalar los servicios a los ciudadanos. Estas contrataciones del sector público explican en torno a una cuarta parte del empleo extra creado en el mes de septiembre.
El segundo de los factores que explican la diferencia está en el final de la campaña de verano. Tradicionalmente, en agosto se destruye mucho empleo en la hostelería, el comercio y las actividades de ocio por el fin de la temporada turística: unos 86.000 puestos de trabajo entre los tres sectores. Este año la cifra ha sido mucho mejor, ya que apenas se han perdido 78.000 empleos. La diferencia está en que la campaña de verano se hizo a medio gas, de modo que se produjeron menos contratos al inicio de la temporada alta y en septiembre también se han destruido menos.
Lo que ocurrió en septiembre es que el mercado laboral se movió mucho menos de lo que es habitual. El número de altas diarias a la Seguridad Social fue de 2,45 millones y las bajas fueron de 2,14 millones. Ambas cifras son inferiores a las de septiembre de 2019, pero mientras las altas cayeron un 22%, las bajas se hundieron un 31%. La cifra de altas y bajas totales del mes arroja un dato similar: se incorporaron 91.000 cotizantes y se dieron de baja 81.000, esto es, un 29% y un 38% menos, respectivamente. Esto significa que el mercado laboral estuvo mucho más parado este mes de septiembre pero, en conjunto, hubo menos bajas, ya que no se han producido las bajas habituales del turismo.
Los sectores clave
Algunos de los sectores de actividad importantes con un empleo más estable mostraron una debilidad inesperada en septiembre. Es el caso, por ejemplo, de la industria manufacturera, que está siendo el motor de la recuperación en Europa. En España, el sector creó 13.000 empleos, en línea con la creación de empleo en los últimos años. Esto significa que no se reduce el empleo destruido en las fábricas, que tiene todavía casi 50.000 asalariados menos que hace un año.
La construcción también dejó malos datos en septiembre. Aunque se crearon casi 4.500 empleos, esta cifra está lejos de los 6.500 que se vienen creando en los meses de septiembre de los últimos años. Esta es una señal inconfundible de la caída de la inversión en España, ya que los hogares y las empresas están reduciendo sus gastos al mínimo.
Además, en septiembre hubo otro sector que tuvo una aportación extraordinaria al empleo: el de actividades administrativas y servicios auxiliares, que incorporó a 40.000 trabajadores, más del doble de lo habitual. Tal diferencia se explica por la vuelta al empleo presencial en muchas empresas. En este sector se engloban los trabajadores de la limpieza, mantenimiento, jardinería y recepción, empleados necesarios para reabrir las oficinas. Este incremento extraordinario explica en torno a un cuarto de la creación de empleo en septiembre, pero ahora hay un elevado riesgo de que vuelva a destruirse como consecuencia de los rebrotes y la vuelta al teletrabajo.
Por último, los ERTE han vuelto a tener una relevancia clave. Pero si hasta agosto las noticias eran siempre positivas, en septiembre ha cambiado el panorama. A lo largo del mes se reincorporaron 83.500 trabajadores al empleo, esto es menos de un tercio de los que volvieron en agosto y casi nueve veces menos que en julio. La reincorporación de trabajadores se ha frenado cuando todavía queda una bolsa de más de 700.000 empleados afectados por un expediente temporal.
El grueso de estos trabajadores está vinculado al sector turístico. Si se suman las actividades de hostelería, comercio, transporte y ocio-entretenimiento, acumulan nada menos que el 63% de los trabajadores en ERTE. Si en plena temporada alta no han conseguido volver al empleo, difícilmente lo harán en los próximos meses. Esto significa que España tiene en torno a medio millón de trabajadores que difícilmente volverán a su empleo antes de la próxima Semana Santa, y eso en el mejor de los casos, si se descubre pronto una vacuna.
Solo el sector de la hostelería tiene todavía a 253.000 trabajadores en ERTE y en el mes de septiembre apenas se reincorporaron 479 personas. Los ERTE alteran de forma decisiva la imagen del mercado laboral, tanto que aunque en septiembre se creara mucho empleo, el parón de los ERTE evidencia una gran ralentización del mercado laboral con el fin del verano y los rebrotes del virus.
Si se suman los empleos destruidos desde el inicio de la pandemia y los ERTE se observa la situación dramática que viven algunas regiones de España. La peor parte se la llevan las islas, donde la destrucción de empleo es de doble dígito. En Baleares se ha perdido nada menos que el 24% del empleo respecto al año anterior, esto es, uno de cada cuatro puestos de trabajo, en Las Palmas, un 16% y en Tenerife, un 14%.
Los datos también son dramáticos en la costa catalana: Barcelona ha perdido un 8% del empleo y Girona y Tarragona, un 7%. Málaga y Alicante, otras dos provincias con una gran dependencia del turismo, han perdido un 9% y un 6% del empleo respecto al mismo mes del año anterior.
La situación también es dramática en Madrid, donde el turismo sigue sin levantar cabeza. Las grandes ciudades se han convertido en un lugar a evitar para los viajeros por el miedo al virus, lo que hace que Madrid y Barcelona se sitúen entre las peores provincias de España. En Madrid, la caída del empleo alcanza el 7%.
Las provincias que mejor están atravesando esta situación del virus son las del centro del país, que se caracterizan por ser territorios ampliamente despoblados y envejecidos donde el peso del empleo público es mayor y apenas hay turismo internacional. En Cuenca, por ejemplo, el número de afiliados apenas se ha reducido un 1,4%, en Toledo un 1,6% y en Ciudad Real, un 1,9%. Y si se descuentan los ERTE, estas provincias ya han recuperado todo el empleo perdido, eso sí, gracias al sector público.