La obligación de bajar la persiana a bares y restaurantes, sumada a la caída del turismo, ha provocado el cierre de un número de negocios muy superior al que se llevó la gran crisis.
Los hosteleros llevan meses poniendo el grito en el cielo, organizando protestas, reclamando atención y ayudas para sus negocios. Insisten en que el sector se encuentra ante un hundimiento histórico, sin precedente reciente. Lo cierto es que, con las cifras en la mano, el desplome de los negocios hosteleros durante la crisis del coronavirus no puede compararse siquiera con la crisis económica de 2008.
Según los datos facilitados por la patronal Hostelería de España a Vozpópuli, en 2007 había 308.947 negocios hosteleros en España, un concepto que incluye tanto bares y restaurantes como hoteles y otros alojamientos turísticos (casas rurales, campings, etc.).
Si atendemos al histórico hasta ahora, el peor dato se encuentra en 2014, cuando en el país había 303.438 negocios de este tipo. Es decir, que entre 2007 y 2014 bajaron su persiana 5.509. Hoy, según las cifras que maneja la patronal, la pandemia ha arrasado ya con 65.000 negocios de los 315.940 con los que se cerró 2019, lo que dejaría la cifra de este 2020 en un total 250.940.
Así las cosas, en España hay hoy 52.498 bares, restaurantes y alojamientos turísticos menos que en el peor momento de la crisis económica. No obstante, los datos podrían ser peores si se cumplen las previsiones de los empresarios, que señalan que el cierre de negocios podría alcanzar la cifra de 100.000, por lo que dejaría a fin de año 215.940 negocios y superaría en 87.498 la marca de 2014.
Unas cifras que desde el sector achacan, por un lado, a las fuertes restricciones sobre bares y restaurantes, que tuvieron que mantener bajada la persiana durante todo el estado de alarma pero que continúan sometidos a limitaciones de aforo y horario e, incluso, han vuelto a tener que cerrar recientemente en comunidades como Cataluña, Castilla y León o Navarra, por citar algunas. Por otro, apuntan a la testimonial llegada de turistas extranjeros, que ha hecho que en sector de los hoteles tampoco pueda desarrollar su negocio.
A la espera del plan de ayudas
Con todo, y aunque ya dan por perdidos miles de negocios, los empresarios hosteleros continúan demandando al Gobierno el paquete de ayudas que anunció a finales de octubre y que, según señalan desde el Ejecutivo, podría llevarse al Consejo de Ministros esta semana, última oportunidad de hacerlo antes de que acabe el año.
“El plan de ayudas lo necesitamos para ayer, y nos gustaría que se pareciera al de otros países. Hemos pedido 8.500 millones de euros, tiene que ver mucho con el nivel de empleo que hemos generado. Confiamos que llegue pronto y que se parezca a lo que hemos demandado”, explicaba este martes el secretario general de Hostelería de España, Emilio Gallego, durante la presentación del anuario del sector.
La actividad, reseñan, tardará en recuperarse. La cifra de negocios de la hostelería hasta septiembre había caído un 50,3% respecto al mismo período del año anterior.
El túnel no tiene salida hasta 2021
La pandemia ha dejado imágenes insólitas. De un día para otro, las persianas de cientos de miles de comercios de todo tamaño y bares, restaurantes y cafeterías echaban el cierre obligados por el estado de alarma decretado en marzo. Semanas de cierre forzoso y calles desiertas, pero con la esperanza de que se tratara de una situación coyuntural.
Se acabó el confinamiento pero no las dificultades para estos sectores, que desde su reapertura [si decidieron reabrir] se han enfrentado a restricciones de todo tipo con el fin de parar la expansión del virus. La crisis económica subyacente, el crecimiento del teletrabajo, el toque de queda o la práctica desaparición del turismo extranjero e incluso interno, con los cierres perimetrales, han sido elementos añadidos que han puesto la puntilla a un año terrible.
El sector hostelero prevé que se destruyan hasta 400.000 empleos y se cierren cerca de 80.000 establecimientos. Las estimaciones de la Confederación Española del Comercio hablan de un peligro serio de cierre de 120.000 pequeños negocios, el 30% del total, tras arrastrar caídas de ventas que llegan al 50%. Según datos aportados por la patronal de la gran distribución, Anged, el empleo en el comercio caía hasta noviembre un 2,8%, reduciendo el número de afiliados en 54.000, mientras que de los ocupados, 63.000 seguían en ERTE.
“Los principales servicios de estudios prevén una caída del consumo privado en torno al 14% en 2020. Es previsible que no percibamos una recuperación hasta mediados de 2021”, explica el director general de Anged, Javier Millán-Astray.
Esta asociación, que incluye a empresas como El Corte Inglés, Carrefour o Ikea, estimaba en 25.000 millones la caída de las ventas para este año. “España ha perdido más de 50 millones de turistas en 2020. La recuperación de este sector marcará el ritmo de despegue de la actividad comercial durante el año que viene”, analiza Millán-Astray.
Comercios, como hostelería, han estado sujetos a continuas restricciones una vez finalizó el confinamiento estricto. Las últimas en noviembre, debido al crecimiento de la segunda ola de la pandemia. “Más de un tercio del comercio en España se ha visto obligado a parar de nuevo un mes a causa de las restricciones”, lamenta el director general de Anged, que añade que la dispersión de medidas entre autonomías “añaden más inseguridad”. Anged cifra en un 0,8% los contagios asociados a la actividad comercial, mientras que la hostelería los calcula en un 3%.
“La hostelería ha sido castigada por el turismo, los cierres, incluso por el teletrabajo. Y no hay una causalidad en cuanto al origen de los contagios. No se entiende el trato que se le ha dado al sector a través de las medidas que se han ido aprobando”, analiza el director general de Aecoc, José María Bonmatí. A su juicio, este es el sector que más claramente necesita “un plan de apoyo”. “No solo son los 1,7 millones de empleos que tiene, sino todo lo que hay alrededor. El dinero que se destine a un plan de ayudas es el que nos ahorraremos después en prestaciones”, añade Bonmatí.
Plan de rescate
Ese esperado plan de rescate llegó esta semana, con la aprobación por parte del Gobierno de un real decreto con medidas de apoyo para hostelería, comercio y turismo, centradas sobre todo en la reducción de los costes fijos de unas pymes y autónomos que han visto reducir de forma notable sus ingresos.
Rebajas en los alquileres, aplazamientos de impuestos o en los pagos de las cotizaciones a la Seguridad Social, más líneas ICO… Un paquete valorado por el Gobierno en 4.220 millones de euros pero que los sectores empresariales consideran insuficiente. “Teniendo el contexto y las previsiones a medio plazo el plan resulta insuficiente y llega tarde. Debería contemplar ayudas directas, que sí han llevado a cabo países de nuestro entorno. Es una medida imprescindible para garantizar la continuidad de las pymes, micropymes y autónomos del sector”, valoró el secretario general de la CEC, Julián Ruiz.
“Tenemos que elegir si queremos prestaciones o que las empresas mantengan la actividad y el empleo. Pensamos que si los recursos se ponen en garantizar su viabilidad, van a ser mas productivos, sin olvidar que también serán necesarias las prestaciones”, insiste Bonmatí.
A juicio del director general de Aecoc, de estas medidas que se aprueben durante estos días dependerá el futuro de estos sectores. El lunes 28, la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, abordará con las comunidades autónomas posibles ayudas directas.
Al igual que el director general de Anged, su homólogo de Aecoc ve dos partes de 2021 claramente diferenciadas, aunque también recuerda que esta pandemia ha echado por tierra cualquier previsión a medio y largo plazo. “Estos sectores van de la mano de la confianza del consumidor, el poder adquisitivo… Eso lo vemos más favorable para el segundo semestre”, dice Bonmatí, aunque no anticipa una recuperación como tal hasta 2023. “Va a depender mucho del deterioro que provoque esta crisis en el tejido empresarial, por eso son tan importantes las medidas que se aprueben ahora. Estamos confiando todo a los fondos europeos, que son una excelente noticia, pero también son una gran responsabilidad”.
Pero si hay dos actividades que han podido esquivar de mejor manera la crisis son el gran consumo y la distribución alimentaria. En el caso de esta última, 2021 no será un año de recuperación sino de readaptación a la actividad anterior a la pandemia, si esta por fin da tregua. “Cuando el funcionamiento de la hostelería se normalice, la compra de alimentación en los hogares se reequilibrará”, valora Ignacio García Magarzo, director general de Asedas, la patronal del sector de los supermercados que aglutina a Mercadona o Dia. Sin embargo, las empresas de este sector también han sufrido. “El año pasado llegaron 85 millones de turistas que este año no han venido. Hemos tenido mucho impacto en determinadas zonas, cientos de supermercados que viven del turismo y que han estado muy afectados”.
Y otro aspecto a tener en cuenta será el consumidor que deje la pandemia. “Si viene una crisis económica, con independencia de cuándo se recupere la normalidad, habrá que ver el comportamiento del consumidor. Es donde habrá que estar atentos. La normalidad no sabemos cómo va a ser”, dice Magarzo. Aspectos que ponen más incertidumbre de cara a un 2021 que deje atrás la pesadilla vivida en este 2020.
Los supermercados se han adaptado a toda velocidad
El caos se desató en la segunda semana de marzo. El virus, definitivamente, estaba en España, y aunque aún no se había decretado el estado de alarma, la suspensión de las clases y las primeras recomendaciones para no salir de casa dejaron imágenes de miedo. Supermercados atestados, carros llenos y lineales que se vaciaban en horas. El miedo al virus desató el acaparamiento y puso a prueba a toda la cadena alimentaria.
Pero esta respondió. No sin esfuerzo, pero esas imágenes dejaron de repetirse con el paso de los días. “Hemos podido demostrar el gran modelo de distribución alimentaria que tiene nuestro país ante el mayor reto que hemos tenido nunca, sobre todo en las primeras semanas del confinamiento de marzo”, describe el director general de Asedas, Ignacio García Magarzo. “Hicimos ver que la alimentación no iba a ser un problema añadido. Para mi es un hito y ha sido gracias al esfuerzo de trabajadores y empresarios”, añade.
Los datos así lo dicen. Según los que maneja Aecoc en base a estudios de Nielsen, los supermercados españoles fueron los que menores rupturas de stock sufrieron durante aquel mes de marzo respecto al resto de países europeos. Solo escaseó el 7,2% de los productos, cuando en Francia se llegó al 20%. “Esto gracias a una estructura de distribución tremendamente compensada de pequeño comercio, gran superficie y proximidad”, dice el director general de Aecoc, José María Bonmatí.
Aquella respuesta exigió a los operadores unos mayores costes, sobre todo logísticos, pero también de personal y, de forma añadida, de adaptación al canal online, cuya demanda se disparó. De ser un canal que apenas llegaba al 2%, la pandemia lo ha elevado al 4%, un porcentaje para el que se requerían años en una situación normal.
“Ha habido un gran esfuerzo de las empresas para adaptarse a esta nueva demanda. Antes era de nicho y ahora, por las limitaciones de movilidad, la gente que prefiere no ir a las tiendas, ha habido un aumento. Ha sido una oportunidad pero ha implicado un esfuerzo grande, pero siguen pendientes los retos que conlleva: de sostenibilidad económica, social y medioambiental”, añade García Magarzo.