Según el CNE, entre marzo y diciembre ha habido 70.500 fallecimientos de más. El país supera los 1,8 millones de contagios con el miedo a una tercera ola.
Casi 1,8 millones de contagios, más de 48.000 fallecidos según las cifras del Ministerio de Sanidad, tres estados de alarma, dos oleadas, un gran confinamiento domiciliario, desescaladas, cierres perimetrales por doquier, toques de queda nocturnos y un sinfín de reales decretos en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Así podría resumirse a golpe de telégrafo la crisis sanitaria vivida en España cuando apenas faltan tres meses para que se cumpla un año desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) elevase a la categoría de pandemia, el 11 de marzo, el brote de Covid-19 surgido en China, y para que el Gobierno decretase el segundo estado de alarma de la democracia a fin de contener el avance del virus, tres días después.
Las consecuencias económicas de la crisis merecen un capítulo aparte. En lo relativo al balance sanitario, España cierra 2020 como el año con mayor exceso de mortalidad de la historia reciente según los datos ya no solo de Sanidad, con cifras que reflejan únicamente los decesos con Covid-19 confirmados, sino de otros organismos como el Instituto Nacional de Estadística (INE) o el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria del Centro Nacional de Epidemiología (CNE), conocido popularmente como el MoMo.
Estos dos métodos utilizan criterios y cálculos diferentes para sus cálculos, pero ambos coinciden en un repunte de fallecimientos principalmente durante la primera oleada y el primer estado de alarma, entre el 14 de marzo y el 21 de junio. Entre finales de marzo y principios de abril, de hecho, se llegaron a registrar más de 900 decesos al día, siguiendo los números de Sanidad.
Según los datos del MoMo, entre el 10 de marzo y el 9 de mayo se contabilizaron un total de 111.253 decesos, de los que 66.654 serían esperados, una cifra que arroja un saldo de 44.599 muertos de más. Entre el 20 de julio y el 15 de diciembre, últimos datos disponibles, el total fue de 177.667 y la sobremortalidad de 25.879 personas. En conjunto, unas 70.500 muertes de más.
El INE, por su parte, constata que entre enero y mayo se produjeron 231.014 defunciones, 43.537 más que en el mismo periodo del año anterior (un 23,2% más). La variación presentó distinta tendencia en los meses de enero y febrero y en los posteriores. Así, mientras que el número descendió un 4,3% en los dos primeros meses del año, en los tres siguientes incrementó un 44,8% (con 47.105 más), recalca Estadística.
Todo empezó a comienzos de marzo, cuando los contagios acumulados no llegaban al millar y la cifra de fallecidos no superaba la veintena. Entonces, Madrid, La Rioja y Álava, las tres provincias españolas con mayor incidencia, comenzaron a tomar las primeras medidas de contención cerrando los centros escolares durante dos semanas o suspendiendo los eventos de más de 1.000 personas. A los pocos días se unió Cataluña con los primeros confinamientos perimetrales y el 14 de marzo, cuando los contagios superaban los 6.000 y los fallecidos rondaban los 200, el Gobierno decretó el estado de alarma en una histórica comparecencia del presidente, Pedro Sánchez.
Estado de alarma
Bajo la dirección de la presidencia del Gobierno, el Consejo de Ministros extraordinario delegó como autoridad competente a Defensa, Interior, Transportes y Sanidad durante un periodo previsto inicial de 15 días, siguiendo con la normativa constitucional que atañe a este mecanismo, que finalmente se prolongó durante semanas hasta el 21 de junio.
El estado de alarma implicó un gran confinamiento nacional durante más de 40 días en los que solo se pudo abandonar el domicilio para actividades esenciales como acudir al trabajo, comprar alimentos o productos de higiene o cuidar a dependientes. Todos los centros no esenciales, desde colegios hasta estadios de fútbol o museos, fueron cerrados al público, y a los dos días Interior decretó el cierre de fronteras dando paso únicamente a ciudadanos españoles, residentes y trabajadores transfronterizos. También en estos días comenzó a rescatarse la figura del ERTE y a dar forma a las primeras ayudas económicas.
El 31 de marzo, España registró el mayor número de contagios en un solo día, hasta los 9.222, mientras que los decesos superaron los 900 a las 48 horas. Fue en estas jornadas cuando se medicalizaron hoteles y espacios feriales como Ifema, se improvisaron morgues y se llamó a filas a los licenciados en medicina pendientes de hacer el MIR ante la amenaza del colapso sanitario. El día 29, el Ejecutivo suspendió dos semanas la actividad no esencial, construcción e industria a grandes rasgos, dando paso a la fase de hibernación de la economía.
Desescalada
El 28 de abril, tras dos prórrogas concedidas por el Congreso a la figura del estado de alarma, comenzó el periodo de desescalada tras las primeras medidas de alivio decretadas unos días antes. El Gobierno diseñó un plan basado en cuatro fases a aplicar entre el 4 de mayo y el 8 de junio en cada región en función de la situación sanitaria, en las que se ampliaron los horarios y distancias de los paseos o los aforos comerciales, entre otros puntos. La desescalada comenzó antes en las zonas menos afectadas, como Canarias, y fue más lenta en las más castigadas, como Madrid, dando pie, a su vez, a fuertes roces entre el Ejecutivo central y algunos gobiernos autonómicos, principalmente el madrileño.
La fricción entre las dos administraciones llegó al máximo exponente tras un verano de relativa calma sumido en la nueva normalidad, cuando el repunte de contagios tras el periodo estival llevó al Gobierno central a decretar la alarma sobre Madrid para poder aplicar diferentes medidas de contención social en nueve municipios, incluyendo la capital, ante el avance del virus y la falta de medidas por parte del gobierno regional.
Entonces, estos nueve municipios cumplían con los criterios fijados por mayoría cualificada en el Sistema Interterritorial de Salud, que requerían el confinamiento de las localidades de más de 100.00 habitantes si la incidencia acumulada superaba los 500 casos por 100.00 habitantes en 14 días, entre otros requisitos. También se necesitaban más del 10% de positivos sobre los tests hechos en las dos semanas previas, una ocupación de más del 35% en las camas de cuidados intensivos por Covid en cada región y la citada incidencia.
Pese a las medidas tomadas en la Interterritorial de Salud, el avance de la pandemia en el resto del país siguió al alza con la segunda ola, y el Gobierno se vio obligado a declarar un nuevo estado de alarma el 25 de octubre para conseguir una prórroga hasta el 9 de mayo de 2021. La nueva alarma fijó un toque de queda nocturno entre las 23 y 6 horas (con cierto margen autonómico) y la facultad de cerrar perimetralmente regiones y municipios.
Hoy, pese al inicio de la campaña de vacunación el próximo día 27, España encara el periodo navideño con nuevas restricciones y con el miedo a que la relajación de las medidas de paso a una tercera oleada. Tras una lenta pero constante bajada en las últimas semanas, la incidencia acumulada vuelve a superar los 253,7 casos por cada 100.000 habitantes, muy lejos del máximo de 25 que recomienda la OMS y que España ha tomado como objetivo.