Decenas de miles de españoles se quedaron sin su puesto de trabajo en marzo cuando comenzó la crisis de la Covid y han terminado el año 2020 sin una nueva posibilidad de regreso. Tampoco la esperan en 2021.
“Antes del 13 de marzo trabajaba de ‘kely’ (camarera de hotel) en un local de Tenerife, pero desde ese día estoy en el paro. Llevaba seis años trabajando en hoteles, a través de ETTs, y quienes estamos en ETTs no tenemos derecho al ERTE. El hotel no ha vuelto a abrir. Ahora sigo cobrando el paro, pero apenas son 540 euros y tengo dos hijos. Suerte que vivo en una casa familiar, pero… No le veo futuro a esta situación. No hay trabajo para mí”. Ana, 25 años, responde perfectamente al perfil de los parados que ha traído la crisis provocada por la pandemia de la Covid-19. Según todas las estadísticas: joven, mujer, sin estudios y empleada antes de la pandemia en el sector servicios, principalmente en la hostelería y el turismo.
Según los últimos datos publicados por la Seguridad Social, 2020 es el año más catastrófico para el empleo desde la anterior crisis, la del 2009, a causa de la pandemia de la Covid. El paro subió en 724.532 personas en 2020 y a estas personas hay que sumar las que se encuentran en un ERTE, que son 755.000 trabajadores. Y es que este 2020 ha roto con siete años consecutivos de descensos del paro registrado.
Así, el volumen total de parados alcanzó al finalizar el ejercicio la cifra de 3.888.137 desempleados. Dato que no incluye a los trabajadores que se encuentran en suspensión de empleo o reducción horaria como consecuencia de un ERTE, ya que la definición de paro registrado no los contabiliza como desempleados. Entre abril y noviembre de 2020, la factura de los ERTE alcanzó los 14.173 millones de euros. Un total de 8.078.758 personas percibieron prestaciones por desempleo en algún momento de 2020, situándose el máximo mensual en mayo, con casi 6 millones de beneficiarios de alguna prestación del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE).
Buceando un poco en estas grandes cifras, se concluye que el perfil medio del parado en España lo componen mujeres, menores de 25 años, con estudios primarios y trabajos temporales en el sector servicios. Este es el trabajador que ha perdido su empleo por la Covid-19. Y el desempleo afecta especialmente a los menores de 25 años, con una tasa de desempleo del 40,5%, mientras, que por ejemplo, el paro entre los mayores de 45 años se sitúa en el 14,5%.
Así se ha quedado, por ejemplo, Antonio (59 años), soltero y sin hijos. Hasta marzo regentaba un bar cercano a la plaza de toros de Las Ventas en Madrid, pero las circunstancias le han hecho que no vuelva a abrir su establecimiento. “Cerré el 13 de marzo y vista la situación reabrir en julio fue imposible. Me di de baja de autónomo y me apunté al paro. He estado trabajando por cuenta ajena, de camarero, desde que tenía 19 años sin estar un solo día parado y hace diez decidí montar este pequeño bar e íbamos tirando hasta que llegó esta ‘peste’ del coronavirus. Como no había gastado el paro estoy cobrando, 850 euros, pero eso se acabará algún día y, a mi edad, ¿dónde voy yo?”, cuenta resignado. “Posiblemente ya no vuelva a trabajar hasta que llegue mi edad de jubilación y eso repercutirá en la cuantía de mi pensión. Es una ruina”.
Pero las mujeres siguen siendo las más castigas por el desempleo. Según la EPA, la tasa de paro femenina fue del 18,39% en el tercer trimestre de 2020 (15,92 % un año antes) y la masculina quedó en el 14,39% (12,17% en el tercer trimestre de 2019).
María, barcelonesa de 47 años, caprichos del destino, trabajaba en una empresa de inserción laboral. Con la pandemia se quedó en la calle. Teóricamente “no se podía despedir por el tema de la Covid, pero a mí me ha tocado y ya no tengo trabajo. Ahora me tengo que asesorar a mí misma a encontrar empleo”, dice con sorna; “pero la cosa está muy complicada”, añade más seria. Mientras, percibe el Ingreso Mínimo Vital desde el mes de septiembre “y por lo menos puedo comer”.
El dato de la formación que apunta María es importante porque entre las personas sin ella el desempleo se acerca al 40%. Continuando con el perfil del parado que ha traído la Covid-19, por sectores de actividad, los que más empleo han perdido son las Actividades Artísticas (43.637 parados más que hace un año), Industria Manufacturera (45.813), Comercio (94.287) y, sobre todo, Hostelería, con 247.926 desempleados más que en diciembre de 2019.
Pedro es de Madrid y tiene 43 años, no es artista, pero trabajaba “en el mundillo”. “Montaba el sonido en conciertos de pequeñas salas, eventos… Pero en marzo se acabó todo. Ni un sólo ‘bolo’ desde entonces. Soy uno de los que ha engordado las listas del paro. ¿El futuro? No sé, espero que con la vacuna se empiece a ver un poco la luz y se retome la actividad de conciertos, galas, eventos, etc, pero… Era autónomo y ya se sabe que los autónomos ahora estamos dejados de la mano de Dios… Y nunca mejor dicho porque actualmente me mantengo de la ayuda que recibo de Cáritas”.
En Castilla y León la tasa de paro, 12,5%, es menor que la media nacional, 16,4%, pero también hasta allí ha llegado la desesperanza del desempleo. Luis vivió el “descalabro de Vestas y después de trabajar allí 10 años, tengo 36, me quedé en la calle. Había conseguido un trabajo en el sector servicios en enero, aunque era temporal, pero llegó la pandemia y aquí estoy, en la cola del paro. He tenido que volver a casa de mis padres. Suerte que estoy soltero y no tengo familia que alimentar. Soy electricista, tengo formación, y creo que conseguiré algo pronto, pero la incertidumbre, con esto de la pandemia, es total”, sentencia.
Y un último dato que nos ayuda a dibujar el perfil del parado que ha traído la pandemia. El desempleo es mucho mayor entre la población extranjera. Según la EPA del tercer trimestre, la tasa de paro entre la población española es del 14,77%, mientras que la de los extranjeros residentes en nuestro país es 25,65%. Mariela (nombre ficticio porque quiere proteger su intimidad), 52 años, es dominicana y desde hacía 18 años trabajaba como empleada de hogar en una familia del norte de Madrid, cobraba el salario mínimo, “pero mis jefes sí me habían dado de alta en la Seguridad Social. En marzo me mandaron para casa, me dijeron que era para unos días, y no me han vuelto a llamar. Cobro el paro, pero se acabará algún día. Creo que con lo poco que he podido ahorrar estos años me voy a volver a mi país. Allí al menos está mi familia y no me faltará de comer“.