El sistema registra un récord histórico de bajas de pensiones en 2020, en su mayoría de jubilados y viudas, donde se concentran los beneficiarios de mayor edad y, por tanto, más expuestos al coronavirus.
El año 2020 se salda con un triste récord: España ha perdido medio millón de pensionistas. Nunca antes la Seguridad Social había registrado tantas bajas definitivas en un solo ejercicio. Una oleada de cancelaciones de prestaciones, sin precedentes, que deriva particularmente de dos tipos de pensiones, las de jubilación y las de viudedad, precisamente donde se concentran los beneficiarios de mayor edad y, por tanto, los más expuestos a la enfermedad de la Covid-19. De este modo, los miles de fallecimientos de ancianos provocados por la pandemia ya se dejan sentir en las estadísticas oficiales del sistema público de las pensiones, aunque conviene analizarlas con cautela, según advierten desde el Ministerio de Inclusión.
El balance es demoledor: con los datos acumulados hasta noviembre, se han registrado 478.434 bajas de pensiones, una cifra que ya supera, sin sumar el mes de diciembre, a cualquier año desde que existen estadísticas de la Seguridad Social. Todo apunta a que a cierre de 2020 se habrán producido más de 500.000 bajas, un nivel jamás alcanzado. De hecho, para encontrar el dato más alto de la serie histórica hay que remontarse al año 2015, cuando se produjeron 468.128 bajas. Hay que tener en cuenta, en cualquier caso, que el recorte en el número de pensiones, aunque se aproxima, no coincide exactamente con el número de pensionistas, porque se pueden cobrar varias prestaciones del sistema al mismo tiempo.
El sistema de las pensiones no es estático. Al contrario, cada mes registra decenas de miles de altas y bajas en los distintos tipos de prestaciones que gestiona la Seguridad Social. Las oscilaciones son habituales, si bien el pasado mes de mayo saltaron todas las alarmas al constatarse el primer descenso de la nómina mensual de toda la serie histórica. Detrás de la caída del gasto se encuentran dos razones: por un lado, la merma del número de beneficiarios por haber causado muerte, pero por otro lado, y no menos importante, hay que matizar que el cierre de las oficinas de atención al público por el confinamiento también retuvo las nuevas altas.
De hecho, en lo que va de año, con datos hasta noviembre (son los últimos disponibles) la Seguridad Social ha registrado 490.928 altas de pensiones, un dato que compensa por poco las bajas, pero que está muy lejos de los niveles de los últimos años, incluso teniendo en cuenta que falta por sumar el mes de diciembre. Por ejemplo, en 2019 se acumularon 560.000 altas y en 2018 fueron más de 586.000, de acuerdo con la serie histórica que elabora el departamento que dirige José Luis Escrivá. De este modo, mientras las nuevas altas se van a quedar muy por debajo de los registros de los años recientes, las bajas definitivas van a batir todos los récords.
En términos generales, el sistema va a cerrar el año con más de medio millón de bajas, especialmente por la supresión de 286.755 pensiones de jubilación, con datos hasta noviembre. Incluso sin tener en cuenta las bajas de jubilados en el último mes del año, ya se superan todos los registros disponibles, al menos, de los últimos 15 años. Y en el caso de las pensiones de viudedad, sucede lo mismo: hasta el penúltimo mes se dieron de baja 140.450 prestaciones, un dato que desborda ya de lejos el máximo alcanzado en 2015, cuando se produjeron algo más de 134.000 bajas de viudas (en su mayoría, las beneficiarias son mujeres).
En términos porcentuales, las bajas definitivas del conjunto de las pensiones públicas acumulan un incremento interanual cercano al 15% hasta noviembre. En concreto, se han registrado un 14,6% más que en el mismo periodo de 2019. Destacan especialmente los repuntes de las bajas en pensiones de viudedad, del 18% en relación con las acumuladas en los once primeros meses del año anterior, y de jubilación, que crecen un 16,3%. Mientras, las altas caen un 6,4% en el total del sistema, con un descenso de las nueva pensiones de jubilación del 7%, al tiempo que las de viudedad, esencialmente relacionadas con la mortalidad, se elevan un 5,3%.
Confinamiento y mortandad
Desde el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones insisten en que estos datos “son consecuencia del cierre de oficinas, que dejaron de prestar atención presencial, y de la situación de confinamiento, que hizo que muchos ciudadanos postergasen sus gestiones con la Seguridad Social”. Sin embargo, no ocultan que “también hay que tener en cuenta cómo ha influido la pandemia en términos de mortandad sobre el conjunto de la población y, en mayor medida, sobre el colectivo de las personas de mayor edad“. Con todo, esperan que a lo largo de los próximos meses se recuperen los niveles previos a la pandemia, aunque muestran cautela y esperan a constatar la evolución futura del sistema para entrar en valoraciones más específicas.
De cualquier manera, el impacto de este vaivén en el sistema público será mínimo en el déficit de la Seguridad Social, ya que el gasto en prestaciones continúa creciendo en términos interanuales debido a la revalorización generalizada aprobada por el Gobierno y a que las nuevas pensiones son cada vez más altas. Además, a este desembolso hay que sumarle el coste de las medidas puestas en marcha para paliar los efectos de la crisis sanitaria, como el Ingreso Mínimo Vital o la cobertura de las bajas por incapacidad temporal. Asimismo, hay que tener en cuenta las exenciones de cotizaciones sociales en los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) y las ayudas aprobadas para los trabajadores autónomos.