El país prevé un crecimiento en 2021 no visto desde 1983, cuando se estrenó ‘El retorno del Jedi’ y Reagan era presidente.
EEUU aumentó su productividad +5% en los 12 meses de pandemia (marzo 2020-marzo 2021), gracias a la inversión empresarial en tecnologías de la información que aumentó 7%: +17% en ordenadores/hardware; +6% en software, +1% en I+D. El aumento de productividad empresarial gracias al uso de las TIC, este año, confirma la validez de las teorías de Robert Solow, Michael Spence y Paul Romer, entre otros premios Nobel de economía, cuyos modelos muestran estadísticamente esa realidad.
El aumento de productividad empresarial se ha producido en circunstancias excepcionales: pandemia, confinamiento, cierre de negocios y los conocidos teletrabajo y aumento del comercio electrónico. La teoría económica convencional dice que, si a esos aumentos de productividad se sumasen más trabajadores, crecería la inflación, de lo que se nos advierte, aunque aún no ha sucedido y, si hemos de creer a Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (FED) en su entrevista en CBS el pasado domingo, “estamos en un punto de inflexión de la economía: prevemos fuerte creación de empleo, más consumo y crecimiento del PIB sin movimientos en la inflación”, lo que derivaría en mantenimiento de bajos tipos de interés. La FED seguirá comprando bonos del Tesoro e hipotecarios: 120.000 millones cada mes.
Jerome Powell prevé fuerte crecimiento económico en 2021 (+6,4 en PIB, no visto desde 1983, cuando se estrenó El retorno del Jedi, tercera entrega de StarWars y Reagan era presidente) y más trabajo. En marzo, hubo 916.000 nuevos empleos. La tasa de paro bajó al 6%. Y, aunque 8,4 millones de americanos no tienen trabajo –según el censo, 4,2 millones están en paro porque no buscan empleo “por miedo a contraer el virus”– entre marzo y mayo de 2020, 22 millones de personas fueron despedidas. En marzo, se aprobó el paquete de estímulo económico de Trump de dos billones de dólares (Care Act) y, entre junio y octubre se recuperaron 7,5 millones de empleos. El segundo paquete de estímulo de Trump, de diciembre de 2020 y por 900.000 millones de dólares, redujo el paro en dos millones de personas.
En febrero, se aprobó el primer paquete de alivio económico de Biden, de 1,9 billones de dólares: en el primer trimestre de 2021 se generaron tres millones de empleos. La apertura de restaurantes, hoteles, bares en Florida y Texas ha contribuido a la recuperación y al trabajo. California despierta en primavera y el 30 de abril Disneyland abrirá sus puertas (Anaheim, Los Ángeles). El 1 de abril, la alegría volvió a Las Vegas (2,5 millones de empleos), que recibe 48 millones de turistas/año.
Proporcionalmente, la mayor creación de empleo se concentra en servicios profesionales, concretamente en las TIC, porque los empleados pueden trabajar (los de Google, Apple, Microsoft, HP, IBM, Facebook, Netflix, etc) desde donde Dios les dé a entender. No así el personal del turismo y horeca, muy afectados por el cierre de negocios. El ejemplo más significativo y terrible es Nueva York, cuya economía global se ha esfumado –como la imagen de liderazgo y buena gestión del gobernador, Andrew Como, además de otros escándalos–.
La excepción es Wall Street, que es una burbuja, no porque vaya a explotar –los mercados de valores viven récords históricos con Dow superando 33.000 puntos; S&P 500 por encima de 4.000, Nasdaq los 14.000, etc–, sino porque tiene motor propio gracias a los beneficios empresariales. Los valores tecnológicos (32% de la capitalización de Dow Jones) son los impulsores de la música que no para. El capitalismo popular (Retail Capitalism) ha explotado, como muestran GameStop y Reddit. Bitcoin supera 61.000 dólares y aumenta el valor de las materias primas, como oportunidades de inversión: oro, petróleo, etc. Hay pesimistas, como El-Erian y Roubini (anticiparon la crisis financiera de 2008) que dicen la burbuja va a explotar (mal) y la música parará, como en 1929.
En cambio, inversores como Ray Dalio (Bridgewater), Larry Fink (Blackrock), Stephen Schwarzman, (Blackstone), Warren Buffett (Berkshire Hathaway) y Howard Marks (OakTree) creen que lo mejor está por venir: crecimiento, empleo, bajos tipos de interés, inflación controlada (en torno al 2%, quiere la FED), más consumo (70% del PIB), auge del mercado inmobiliario, según el índice Case-Schiller y más valor en las Bolsas gracias a las empresas tecnológicas: en cinco días, Apple ha incrementado su valor en 265 billones de dólares, tanto como vale Coca-Cola. What can go wrong?
El fundamento del optimismo de inversores y administración (Joe Biden, Janet Yellen, Jay Powell) es el plan de infraestructuras de 2,3 billones de dólares de Biden, que será aprobado por las dos cámaras, con mayoría demócrata: remozamiento de infraestructuras físicas: aeropuertos, autopistas, puentes, cadenas de suministro, puertos, canalización eléctrica y del agua, por un lado y, además inversión en TIC y digitalización: banda ancha para zonas rurales, impulso a 5G y la fabricación de chips. Biden habló con Intel, Google, GM, Ford y otras empresas para asegurarles que su plan infraestructuras invertirá en la fabricación de semiconductores en América. La inversión del gobierno en I+D aumentará del 0,7% del PIB al 2,7%. 790.000 millones irán a programas sociales. Aumenta el gasto en defensa.
Biden quiere que los impuestos de las grandes corporaciones paguen su plan: el impuesto de Sociedades subirá al 28%; impuestos generados en el extranjero tendrán un tipo mínimo del 21%, iniciativa de Janet Yellen que comparte Europa, para que “los Amazon, Google, Apple, Facebook, Netflix, etc, paguen impuestos en cada país, conforme a derecho”.
Made in America y Buy American encabezan el plan de infraestructuras de Biden.