El confinamiento global al que la pandemia de coronavirus ha obligado a la población mundial obligará a replantear el concepto de turismo tal y como hasta ahora estaba establecido.
El turismo es un fenómeno social, y mundial, que ha calado en España. Los viajeros románticos del siglo XIX y principios del XX (Gautier, Picaud, Irving, Darlymple, Delacroix, Roberts, Nerimme, Doré…) acuñaron antes un país con los tópicos y activos que atesoramos. También descubrieron al ojo foráneo un fascinante crisol de pueblos y culturas empatado con excelente gastronomía e historia. La que asentó en la península ibérica un gancho intemporal que atrae visitantes. La hospitalidad patria hace el resto. El ‘Spain Way’ del turismo marca senda.
Según Maximiliano Korstanje (Universidad de Palermo), el turismo oculta sensaciones oníricas (desde el sueño) que configuran “una institución social cuya consolidación comercial fue impuesta por Inglaterra y la revolución industrial en forma de viaje comercializado con arreglo a un retorno dentro de los primeros 6 meses antes de la partida”. Korstanje añade -para rematar su tesis- que el turismo “requiere desplazamiento físico que responde a la necesidad psicológica de evasión”.
Pero el turismo tal y como nos lo presentan hoy expertos, reportajes y monografías viene de antiguo. La Grecia clásica daba gran importancia al ocio. Lo dedicaban a la cultura, diversiones, religión y deporte. Miles de griegos asistían en Olimpia a unos juegos deportivos que perviven el siglo XXI. La mezcla de religión y deporte, de atletas e inspiración divina de la victoria, reúne hoy a millones de personas con diferentes impulsos e intereses. El deporte y el negocio es también turismo con dividendos.
Peregrinaciones, búsqueda de placeres alejados, de la salud, bucear y palpar la Historia o dar rienda suelta a sueños y ampliar horizontes personales es lo que configuró en el siglo XIX una fórmula de turismo-negocio que los anglosajones desarrollaron comercialmente. Thomas Cook en 1841 organiza los primeros viajes de británicos a sanatorios. En 1850 Fargo & Wells crean la primera agencia de viajes mundial: American Express.
Es tras la Segunda Guerra Mundial (1941-45) cuando se populariza el viaje a lugares distintos del hogar. La recuperación económica posbélica hace que aviones, cruceros y hoteles sean más asequibles al popularizarse su uso. Están al alcance de bolsillos no adinerados. La rentabilidad se buscó con el tiempo gracias al ingente número de viajeros transportados y alojados. La ciencia y la tecnología aligeraron horas de viaje, franqueó aduanas al turismo, abrió mercados y destinos antes impensables.
Playas, valles, montañas, lagos, puertos, zonas históricas. monumentos, márgenes fluviales se llenaron de personas que disfrutaban experiencias viajeras. El turismo, no obstante, es un fenómeno selectivo. Los países que concentran destinos del turismo, sobre 75%, son Norteamérica, México, Europa, Norte de África, Turquía, China, sudeste asiático.
El impacto del turismo, allá donde está presente, es positivo en cuanto a la creación de empleo –aun siendo estacional-, la inversión, intercambio cultural y la construcción. Eleva el nivel de vida de áreas metropolitanas, litorales costeros, riberas fluviales y de lagos.
La vis negativa del turismo amenaza la identidad cultural y ecosistemas, fomenta especulación y residuos, crea sobre consumos y empleos estacionales. Señaladas las adversidades del turismo en un medio español parece ‘inconveniente’, pero la verdad es cruda. Es terapéutico relativizar un monocultivo económico que, al caer en crisis, reivindica lo que se ha obviado fortalecer: sector primario, industria, innovar tecnologías, fomentar el registro y desarrollo de patentes más I+D+i.
El turismo es un fenómeno social, y mundial, que ha calado en España. Los viajeros románticos del siglo XIX y principios del XX (Gautier, Picaud, Irving, Darlymple, Delacroix, Roberts, Nerimme, Doré…) acuñaron antes un país con los tópicos y activos que atesoramos. También descubrieron al ojo foráneo un fascinante crisol de pueblos y culturas empatado con excelente gastronomía e historia. La que asentó en la península ibérica un gancho intemporal que atrae visitantes. La hospitalidad patria hace el resto. El ‘Spain Way’ del turismo marca senda.
Según Maximiliano Korstanje (Universidad de Palermo), el turismo oculta sensaciones oníricas (desde el sueño) que configuran “una institución social cuya consolidación comercial fue impuesta por Inglaterra y la revolución industrial en forma de viaje comercializado con arreglo a un retorno dentro de los primeros 6 meses antes de la partida”. Korstanje añade -para rematar su tesis- que el turismo “requiere desplazamiento físico que responde a la necesidad psicológica de evasión”.
Pero el turismo tal y como nos lo presentan hoy expertos, reportajes y monografías viene de antiguo. La Grecia clásica daba gran importancia al ocio. Lo dedicaban a la cultura, diversiones, religión y deporte. Miles de griegos asistían en Olimpia a unos juegos deportivos que perviven el siglo XXI. La mezcla de religión y deporte, de atletas e inspiración divina de la victoria, reúne hoy a millones de personas con diferentes impulsos e intereses. El deporte y el negocio es también turismo con dividendos.
Peregrinaciones, búsqueda de placeres alejados, de la salud, bucear y palpar la Historia o dar rienda suelta a sueños y ampliar horizontes personales es lo que configuró en el siglo XIX una fórmula de turismo-negocio que los anglosajones desarrollaron comercialmente. Thomas Cook en 1841 organiza los primeros viajes de británicos a sanatorios. En 1850 Fargo & Wells crean la primera agencia de viajes mundial: American Express.
Es tras la Segunda Guerra Mundial (1941-45) cuando se populariza el viaje a lugares distintos del hogar. La recuperación económica posbélica hace que aviones, cruceros y hoteles sean más asequibles al popularizarse su uso. Están al alcance de bolsillos no adinerados. La rentabilidad se buscó con el tiempo gracias al ingente número de viajeros transportados y alojados. La ciencia y la tecnología aligeraron horas de viaje, franqueó aduanas al turismo, abrió mercados y destinos antes impensables.
Playas, valles, montañas, lagos, puertos, zonas históricas. monumentos, márgenes fluviales se llenaron de personas que disfrutaban experiencias viajeras. El turismo, no obstante, es un fenómeno selectivo. Los países que concentran destinos del turismo, sobre 75%, son Norteamérica, México, Europa, Norte de África, Turquía, China, sudeste asiático.
El impacto del turismo, allá donde está presente, es positivo en cuanto a la creación de empleo –aun siendo estacional-, la inversión, intercambio cultural y la construcción. Eleva el nivel de vida de áreas metropolitanas, litorales costeros, riberas fluviales y de lagos.
La vis negativa del turismo amenaza la identidad cultural y ecosistemas, fomenta especulación y residuos, crea sobre consumos y empleos estacionales. Señaladas las adversidades del turismo en un medio español parece ‘inconveniente’, pero la verdad es cruda. Es terapéutico relativizar un monocultivo económico que, al caer en crisis, reivindica lo que se ha obviado fortalecer: sector primario, industria, innovar tecnologías, fomentar el registro y desarrollo de patentes más I+D+i.
Todo cambiará
Parece evidente que los viajes crecerán de forma paulatina, a medida de la ‘desescalada’ en las curvas epidemiológicas del Covid-19. Se innovará una fórmula diferente, según el portavoz de la Plataforma de Turoperadores, Cem Polatoğlu: ‘el turismo masivo perderá su popularidad. Ya no habría mesas para 15 personas, sino mesas de familia de 6 personas como máximo. Ya no se podrá entrar y salir de las playas como se quiera. Habrá distancias entre tumbonas, porque dominará la práctica de distanciamiento social. Todo esto se traduce en costo adicional’. Un nuevo concepto, por tanto, se introducirá al turismo post-pandemia. Se resaltarán las condiciones higiénicas de los destinos turísticos y en especial los de proximidad.
No todos los países se recuperarán de la pandemia en los mismos plazos temporales. Lo más sensato será pensar que los desplazamientos comiencen por los destinos más cercanos al hogar. España, sus autonomías y tesoros se antojan como el destino de sus residentes. Viajes cercanos, la mayoría en el propio coche, para evitar aglomeraciones y tener asegurado el regreso en caso de recaída del virus. Espacios abiertos y solitarios, naturaleza, montaña o playas serán los preferidos. Los lugares más cálidos también se verán favorecidos ya que se supone, y no lo descartan los expertos, que el virus no se reproduce con facilidad con el calor. Veremos un movimiento vacacional del norte a sur más considerable que en campañas anteriores.
Estos viajes comenzarán probablemente, y superado el ‘estado de alarma’, este junio. El incremento será progresivo. Pero ni de lejos veremos los números del turismo de años anteriores: caerán alquileres, estancias hoteleras, cerrarán discotecas y muchos restaurantes. Ya el sector anuncia una quiebra dosificada con ERTEs que antecederá a EREs, con más oportunismo aprovechando la crisis. Octubre será un mes de inflexión para medir la temperatura de la recuperación en cuanto al turismo.
Los viajes al extranjero tardarán un poco más en recuperarse, seguramente desde final del 2020. Si Europa se ve libre del virus en los próximos meses, existe creciente número de inmunizados tras prodigarse los test detectores de anticuerpos serán sólo nuestros vecinos en recibir viajeros españoles: Portugal, Francia, Italia, Marruecos.
Tras la II Guerra Mundial se populariza el viaje a lugares distintos del hogar. La recuperación económica posbélica hace que aviones, cruceros y hoteles sean más asequibles al popularizarse su uso
Los viajes corporativos y de trabajo, por su parte, empezarán a remontar el vuelo también a finales del 2020 tras creernos acostumbrados a la tele-videoconferencia. No se vislumbra a hasta mediados-finales de 2021 la recuperación del turismo de eventos, congresos y ferias que aplazó la crisis sanitaria. Una sanidad pública fortalecida y seguridad garantizada serán avales para ello. Una vacuna, también, será una realidad por esas fechas.
Las últimas décadas dieron algunos sustos al mundo: alertas sanitarias, atentados terroristas, crack de las subprime… De tales adversidades el mundo financiero y los negocios se recuperó. De todas ellas el sector de viajes de negocios resurgió. El turismo de ‘larga distancia’ no se atisba recupere sus números hasta finales del 2021. Las restricciones de pasajeros en las aerolíneas y cruceros más mayores controles aduaneros y sanitarios serán los responsables de esos aplazamientos.
La crisis del turismo que genera la pandemia tendrá unos efectos sustanciales que atacará a la conducta del mercado en nuestro país los próximos años. Detallamos pronósticos, por las incógnitas planteadas:
RESTAURANTES Y BARES: Tras el cierre por despidos, deudas, financiaciones de parte de negocios familiares y pymes, las cadenas que operan el sector sobrevivirán abaratando la oferta. Surgirán fórmulas gastro ‘low cost’ que innovarán un mercado lastrado por inventos, maridajes y una borregada que por fin tendrá criterio propio desde su casa y evitará pagar sobreprecios sin calidades. Las estrellas Michelin no brillarán, los chefs famosos se reciclarán y se harán terrenales; los ‘menús degustación’ de sablazo serán historia. La hostelería se adaptará a lógicas perdidas en tiempos turbios de dogmas, tendencias artificiadas y vendedores de humo con fieles que aplaudían a quienes creyeron descubrir la sopa de ajo.
HOTELES, APARTAMENTOS Y CAMPINGS: Las cadenas y multinacionales del sector sobrevivirán sacrificando activos y optimizando recursos, tanto humanos como estratégicos. Tras ERTEs se pactarán despidos y ventas de unidades a pequeñas cadenas. Estas, o ya existen y crecerán, o emergerán con fórmulas competitivas en cuanto a precio y servicios incluidos. Inversores y especuladores de apartamentos y competidores de hotelería ‘tradicional’ se desprenderán de activos para el alquiler estándar. Precios a la baja atraparán nuevos clientes sobre estancias al alza. Muchos hoteles serán asilos medicalizados, los comprarán partícipes del cohousing o se reciclarán como destinos para VIPs. Muchos apartamentos turísticos engrosarán un mercado inmobiliario a la baja con mucha oferta y poca demanda. El sector camping experimentará, salvo nueva recaída de la pandemia, un auge por la dotación de sus localizaciones, sus nexos con la naturaleza y alejamiento social que no garantizan alojamientos urbanos o en playas. Florecerán fórmulas colaborativas, el solidario-pacifista (Servas), el gratis de mochileros con ruedas (couchsoufing), intercambio de casas y otras innovaciones inéditas. El negocio de alojarse registrará una revolución silente, nuevos formatos.
AEROLÍNEAS: Anteriores crisis hicieron desaparecer compañías ‘de bandera’ pero la pandemia engullirá las ‘low cost’. Habrá más flota en venta esperando pasajeros. Resurgirán aerolíneas segmentando clientes y oferta dirigida al viajero frecuente, ejecutivos, turistas VIP, etc… Las compañías que operan islas, destinos de medio-largo rango sobrevivirán subvencionadas en parte aunque con menos pasajeros en cabina. Despidos masivos y concentración del mercado entre operadores globales se antoja como más inmediato efecto del ‘parón’ de vuelos en 2020. Entonces, el capital chino, fondos-buitre y el petrodólar comprarán gangas para imponer nuevos modos. Los pronósticos más sensatos invitan a trazar pasillos aéreos muy competidos en el Atlántico Norte, Europa-Golfo Pérsico-Asia, y el Pacífico con dos ejes China-Norte/Sudamérica, Sudeste-Norteamérica
TRANSPORTE TERRESTRE: El tren de alta velocidad y propuestas low-cost cubrirán las carencias aéreas en Europa. Las líneas de autobuses en el mismo segmento de ofertas conocerán el mismo auge. El ciclo-turismo, rutas enológicas, históricas y senderismo conocerán tiempos donde se agolparán nuevos viajeros en las listas de espera. El turismo de ‘kilómetro cero’ tendrá aliados en el transporte público urbano reformulándose. Nuevas apuestas combatirán el monopolio del taxi, autos compartidos, viajes cortos colaborativos. Hará furor el ‘viaje sin billete de vuelta’ para formatos de aventura, experiencias intensas y otras propuestas que cubrirán rutinas y dogmas que vendían touroperadores recluyendo al personal en hoteles-hormiguero, playas alejadas de todo o extrarradios urbanos.
CRUCEROS Y BARCOS: El emergente y popular viaje en barcos de lujo reciclará activos en buques-hospital y de usos residenciales temporales. De viajar en barco a vivirlo será algo a considerar. Las líneas ‘tradicionales’ por el sudeste asiático, Golfo Pérsico, Escandinavia, Mediterráneo, Caribe y Pacífico perderán destinos, pasajeros y atraques. La náutica privada (charters, pesqueros y yates embargados….) ampliará oferta sobre lo VIP. Mientras, las líneas de ferries ampliarán oferta para competir en precio sobre rutas no rentables y subvencionadas por insularidad o destinos estratégicos. El tráfico naval de mercaderías hará hueco al pasajero con tiempo para disfrutar experiencias alternativas y baratas. El trabajo a bordo será parte del nuevo viaje naval en buques seguros.
OCIO: Festivales, discotecas, eventos, congresos, ferias, etc… sufrirán una crisis que removerá sus cimientos en cuanto a formulación y pervivencia de negocio. Extender la vacuna del Covid19 a la población será condición para el desarrollo y recuperación de estos segmentos: ¿A un año vista?. El turismo religioso, peregrinaciones y colaterales tendrán éxtasis de concurrencia. El fervor y la fe harán su agosto todo el 2021 y siguientes para alejar más virus, recaídas y prevalencias. Las paulatinas normas de ‘desescalada’ en el alejamiento social no incrementarán aglomeraciones humanas ‘con entrada’ pagada de forma inmediata. Este sector, el del turismo de ocio, sufrirá un mazazo y deberá aprender de iniciativas emprendedoras que maridarán lo virtual con lo presencial. Esas lecciones deberán ser compartidas por otros peldaños en la escalera del turismo. Habrá tiempo para la reflexionar y sopesar las consecuencias.