El gasto se redujo un 90% y por primera vez en la serie de datos históricos hubo dos meses (abril y mayo de 2020) sin ingresos ni viajeros.
La pandemia ha dejado sin producción a la gallina de los huevos de oro de la economía española. El turismo disparó su peso en la economía española desde el arranque del siglo XXI y llegó al techo al cierre de 2019, al representar el 12% del PIB y del empleo. Con la llegada del coronavirus, esas cifras se han volatilizado, con un impacto dramático en hoteles, transporte, bares, restaurantes o comercio, que acumulan pérdidas millonarias y tienen a gran parte de sus plantillas en ERTE a la espera de que se retome la actividad.
En el primer año de pandemia, desde abril de 2020 a marzo de 2021, llegaron a España 9,5 millones de viajeros, según la estadística hecha pública esta mañana por el INE, lo que supone una caída del 88% respecto a los 79,9 millones de viajeros recibidos entre abril de 2019 y marzo de 2020. Hubo incluso dos meses (abril y mayo de 2020) inéditos en la serie histórica, ya que no se registró la entrada de ningún viajero internacional al cerrarse el tráfico aéreo para contener los contagios.
Ese desplome en la llegada de viajeros se vio acompañado del derrumbe del gasto turístico, vital para la subsistencia de destinos de sol y playa que viven de los ingresos que obtienen durante la temporada alta y también para muchos enclaves urbanos y de interior que se autofinancian con la llegada de viajeros. Entre abril de 2020 y marzo de 2021, el gasto se redujo un 90% hasta los 9.319 millones de euros frente a los 88.311 millones ingresados en los doce meses anteriores.
La llegada de marzo y la Semana Santa eran tradicionalmente el pistoletazo de salida para el arranque de la temporada alta, con la apertura paulatina de hoteles en los destinos de sol y playa, como Baleares, Costa del Sol o Andalucía, a la que posteriormente le seguían los inmuebles urbanos. El coronavirus, las restricciones a la movilidad, la reducción del tráfico aéreo y las medidas de distancia social lo han cambiado todo. “El turismo está en el epicentro del tsunami económico de la pandemia. La recuperación de las llegadas y de la facturación previas a la crisis no se va a producir en el corto plazo”, recalcó José Luis Zoreda, vicepresidente ejecutivo de Exceltur, en la última presentación de previsiones hace dos semanas.
El escenario más optimista que maneja este lobby, en el que están representados empresas como Meliá, NH, Riu, Globalia, Iberia, Renfe o Amadeus, es que se pueda alcanzar un 66% de la demanda turística registrada en 2019, con un balance muy distinto entre el turismo internacional (que no llegará al 51% de los niveles precrisis) y el nacional (que podría llegar al 90%). Unas estimaciones que están basadas en que las dos grandes tesis (que no haya restricciones de movilidad y que el proceso de vacunacion no sufra nuevos parones) se cumplan.
Hoteles, bares y restaurantes en España se llenaban antes de la pandemia con viajeros de tres grandes mercados emisores, como Reino Unido, Alemania y Francia, que suponían el 40% del total de las llegadas, con un crecimiento muy fuerte de otros mercados europeos, como Países Nórdicos, Italia u Holanda. Esa dependencia de Europa beneficia a España, ya que el turismo de largo radio tardará varios años en volver, aunque la clave estará en el nivel de vacunación que se alcanzará y por ahora solo Reino Unido cuenta con buenas cifras.
Descartado el turismo urbano y el de larga distancia, la reactivación empezará por los destinos de sol y playa. España, Grecia e Italia, además de Malta y Chipre, pujarán por un pastel de 190 millones de viajeros que irán de vacaciones el próximo verano, la mitad de los que lo hicieron en 2019. Canarias y Baleares ya han intensificado las negociaciones con Reino Unido para no verse perjudicadas por la peor situación epidemiológica de España y que puedan ser consideradas al margen de España a la hora de analizar si pueden o no recibir turistas británicos a partir del próximo 19 de mayo. “Podría darse la circunstancia de que se aprobara la llegada a Baleares y Canarias, pero no a España”. Alemania es el otro gran mercado emisor, que sí distingue entre archipiélagos y península, pero en el que tanto el ritmo de vacunación como la situación epidemiológica es peor que en Reino Unido.